Por: Adolfo del Ángel Rodríguez. 23/10/2016
Son las cinco de la mañana y doña Petra tiene listo el café, el chocolate y el pan. Todo caliente, listo para quienes regresan de las veladas, para quienes van al trabajo, para los trasnochadores, para todo aquel que aplica el dicho de que “al que madruga, Dios lo ayuda”. Sus ollas de barro han sobrevivido ya varios años y son cómplices de tantas historias al calor de la leña que arde desde muy temprano en esas latas acondicionadas como anafres. Doña Petra sabe su oficio, pues desde los siete años estuvo, junto a su madre, pendiente de las gentes que llegaban a consumir el café para disipar el insomnio y de quienes se tomaban su chocolate con pan para no ir a trabajar “con el estómago vacío”.
Esa fue la escuela de doña Petra, cuenta su hija Guadalupe Hernández, quien desde hace tres años se hace cargo del negocio, agregando que haber cursado solo el primer año de escuela primaria no fue limitante para que su madre aprendiera a leer y escribir, “era muy inteligente” dice al respecto.
Doña Lupita, como la conocen sus clientes, dice que todos los días se instala en la explanada del mercado municipal desde las 5:50 o 6 de la mañana, pero que su madre a veces llegaba desde las cuatro porque a esa hora ya había “movimiento”, expresa, “porque antes el comercio estaba mejor”, haciendo referencia, sobre todo, al momento en que el municipio de Platón Sánchez era netamente tabacalero, dando trabajo a un gran número de personas de este y de otros municipios cercanos y no tan cercanos, por lo que circulaba mucho efectivo y la economía del pueblo iba en boga.
Doña Lupita cuenta también que su abuela y su madre, doña Petra, fueron quienes iniciaron ese negocio en la Plaza antigua (que –refiere- estaba por la Presidencia Municipal, en donde ahora se ubica la escuela primaria “27 de Septiembre”), con su anafre hecho a base de latas cuadradas en las que se transporta manteca o resistol, vendiendo café, chocolate y pan. Ella, continuadora del negocio, dice que ahora hay mucha competencia, que hay muchas personas que venden, al igual que ella, ese tipo de bebidas desde muy temprano. También hace referencia a que cuando ella empezó a vender con su mamá, no se vendían las “avenas” y los atoles, lo que tuvo que incorporar debido a las exigencias de la clientela, incluso llegando a diversificar lo que ofrece, vendiendo además enchiladas y, su especialidad, dice, los bocoles rellenos de chorizo o de lo que el cliente pida.
Asimismo, cuenta también que añora mucho los días en que le platicaba cosas su abuela, quien le decía que las cosas se iban a poner feas, como por ejemplo que iba a haber “carros con alas”, “lo que ahora son los aviones”, refiere doña Lupita, mencionando también que las cosas han cambiado al extremo que se les ha pedido que no usen ya leña para calentar el café y el chocolate, por lo que ahora tienen su tanque de gas porque el humo se colaba al interior del mercado y a quienes vendían ropa a su alrededor.
Por otro lado, dice que su abuela y su madre terminaban de vender entre las diez y las once de la mañana, pero que ahora, debido a la situación, ella se va a su casa a eso de las doce del mediodía o, por muy tarde, a las dos, pero que a veces batalla porque no es fácil vender todo y que incluso cuando no logra terminar sus productos dice que comienza a regalar las bebidas a quienes vienen a vender de fuera o regalarle la comida que se puede echar a perder a las vecinas que tienen cochinos en su casa, porque, como ella misma dice, el pan no puede durar tres o cuatro días, por eso busca llevar solo el necesario para lograr venderlo.
Ante todo esto, la señora Lupita sigue con esa actividad que le deja muchas satisfacciones, que la identifica con sus antecesoras y que se sabe iniciadora y continuadora de una gran tradición en el pueblo, por eso, cuando trasnoches, cuando madrugues o simplemente tengas ganas de un buen café y una plática amena, no te olvides de darte una vuelta por la explanada del mercado municipal, ahí te espera una buena razón para comenzar tu día sin “el estómago vacío”.