Por: Adolfo del Ángel Rodríguez. Columna: La Serpentina. 06/09/2022
En el Sistema Educativo Mexicano se asoma un cambio en los planes y programas de estudio en la educación básica, en el que se propone voltear la vista al aprendizaje en comunidad, es decir, partir de las necesidades del grupo o del mismo contexto en el que se encuentren; sin embargo, ejercicios anteriores, específicamente en los libros de texto del Plan de Estudios 2011, cuando en la asignatura de Español se hablaba del aprendizaje a partir de proyectos, parecía que se daba en el clavo en su diseño para un tratamiento de la lengua desde una perspectiva diferente, pero, analizándolo fríamente, se observan al menos dos situaciones complicadas:
una es que Español se seguía viendo como asignatura, lo cual contribuye a la parcelación del conocimientos, aislada de las demás asignaturas del currículum y; dos, que los proyectos propuestos eran una ruta definida de lo que había que hacer en el aula, es decir, era más bien una guía preestablecida, que, aunque aportaba en la producción escrita y en la socialización de las producciones de los alumnos, lo más que se podía hacer era compartirlos con el resto de la escuela o con la comunidad, ya fuera con un cartel o un periódico grupal, entre otros productos que indicaban la conclusión del proyecto.
Además, esa innovación en los planteamientos en los libros de texto de dicha asignatura había un área de oportunidad: en cada ciclo escolar eran abordados los mismos proyectos, por lo que -de alguna manera- ya eran conocidos por los padres y los alumnos, por lo tanto, podemos considera que eran novedosos solo en el primer ciclo de su implementación, de ahí en fuera, todo fue repetición, coartando la creatividad del alumno.
Así las cosas, el proyecto implementado tenía un corte academicista, es decir, la prioridad era abordar aprendizajes esperados (a la manera de los objetivos en la educación tecnocrática) por lo que había que implementar la repetición, como ha venido haciéndose al implementar los proyectos desde 2011, con la idea de que se asegure la adquisición de ciertos aprendizajes obligatorios en educación básica de una u otra manera, lo que aleja de la realidad al estudiante.
Como decíamos anteriormente, considerar al español como asignatura, reduce el margen de acción de las habilidades comunicativas porque se sujeta a horarios, como se establece hasta el plan de estudios 2017, por lo que se hace necesario que le escuela considere que el aprendizaje constituye un todo, es decir, que el alumno no debería cargar varios cuadernos divididos en asignaturas, haciendo pensar en la necesidad de pensar realmente en un aprendizaje integral en el que se observe, analice, problematice y actúe sobre la realidad en la que se sitúa y eso no se enseña por medio de proyectos preestablecidos.
El reto es enorme, pues implica que los chicos tengan relación directa con la realidad, lo que implica alejarse un poco del academicismo que impregna las aulas actualmente y voltearse a ver como actores/autores en su espacio inmediato. El ser actor/autor (Herman Van de Velde-ABACO en Red) implica ese contacto con la realidad en la que se haga notar su presencia y ver la realidad como un todo en el que es necesario incidir para su transformación. Sin duda, este reto implica también que el maestro renuncie a prácticas tradicionales de enseñanza e inmiscuirse en prácticas de análisis, reflexión y actuación sobre su realidad.
Hablar de actores/autores implica también el reto de que a través de proyectos se sistematicen las experiencias en un todo integrado, por lo que las asignaturas no serían segmentadas sino integradas en un todo, como se propone en La pedagogía del caracol. Por una escuela lenta y no violenta (Zavalloni, 2011), pues plantea que el hecho de tener el aprendizaje dividido en asignaturas es un caos, pues menciona que “el saber no está en compartimentos estancos, no es divisible en cuadernos; partamos de esta sencilla opción para configurar una verdadera interdisciplinariedad”, y más adelante menciona también: “el cuaderno se convierte en un instrumento para registrar las propias experiencias, investigaciones, ideas, dibujos… Un cuaderno de bitácora. Un único saber, un niño único, un único cuaderno.”
Convertirnos en actores/autores implica asumirnos como responsables de actuar sobre nuestra realidad y, como dice Zavalloni, observar la realidad como un todo, en lo que podría derivar un verdadero trabajo por proyectos, por lo que rematamos con la siguiente reflexión de este autor: “Como máximo, nosotros adultos, tenemos una agenda, un cuaderno para notas o un ordenador; si no, el caos se adueña de todo.”
Fuentes:
Zavalloni, Gianfranco (2011) La pedagogía del caracol. Por una escuela lenta y no violenta. Ed. Graó, Barcelona, España.
SEP (2011) Plan de Estudios de Educación Básica. México.