Por: La Marea. 16/06/2018
“Estamos hartas de los discursos de terror sexual, que nos invitan a quedarnos quietecitas en casa. Hartas de que se nos trate como sujetos pasivos. Hartas de leer detalles morbosos. Hartas de los discursos que distorsionan la agresión. Hartas de tener la lupa encima de nosotras, de que nos culpabilicen de no haber ejercido la supuesta libertad de movimiento con suficiente prudencia y responsabilidad; de que pongan en duda lo que decimos y lo que no decimos, si ponemos denuncia o no la ponemos, si la ponemos demasiado pronto o demasiado tarde. Estamos hartas de leer las mismas noticias. Hartas de la revictimización”. Ana Sánchez recoge así la sensación que compartían desde el inicio el grupo de mujeres que han participado en la elaboración de una guía de recomendaciones para informar sobre agresiones sexuales, “desde la perspectiva de las mujeres y feminista”, presentada este martes en Barcelona.
Los conocimientos de la veintena de mujeres participantes ?que se encuentran en puntos adecuados de sus procesos de recuperación por violencia sexual?, son los fundamentos de las recomendaciones, fruto de un proyecto impulsado por Almena Cooperativa Feminista, el Máster de Género y Comunicación de la UAB y la Asociación de Asistencia a Mujeres Agredidas Sexualmente (AADAS).
Tras dos años de trabajo que culminan con la publicación de la guía, la iniciativa prosigue ahora con el objetivo de instalarla en las redacciones y sumar complicidades, como el Colegio de Periodistas de Catalunya y el Consejo del Audiovisual de Catalunya, para hacerlo efectivo. “Las recomendacionesrompen con el mensaje que nos revictimiza y responsabiliza en el tratamiento informativo, que surge de una mirada machista y misógina: la que hemos visto en los últimos casos de agresiones sexuales que han llegado a los medios”, explica Isabel Muntané, codirectora del Máster de Género y Comunicación de la UAB.
Si había bebido, si se fue con un desconocido, si iba sola, si era de noche… son detalles que, a pesar de no explicar por qué tiene lugar una agresión sexual, suelen aparecer en las informaciones de los casos que llegan a mediatizarse, como el de Diana Quer y el de La Manada, ambos recientes y paradigmáticos. “Unir a las mujeres que han sufrido agresiones sexuales con periodistas ha servido para que se sensibilizaran, y esto se ha visto en las informaciones elaboradas desde que hicimos el grupo de encuentro”, añade Muntané.
Además de no dar detalles irrelevantes informativamente de las agresiones, no abusar del término “víctima” y no reducir a esta posición a las mujeres agredidas, algunas de las 30 recomendaciones construidas sobre las experiencias y análisis de la cobertura informativa del grupo de participantes y el trabajo conjunto con 11 periodistas son: evitar juicios de valor de las relaciones sexoafectivas entre agresor y agredida; dar autoridad a la palabra de las mujeres, “construir el relato informativo desde las afirmaciones y evitar expresiones que transmiten duda y cuestionan” a la agredida, así como visibilizar los procesos de recuperación y resiliencia, “la metaformosis de víctima a superviviente”, informar sobre los recursos y servicios de recuperación y no alimentar el mito de las denuncias falsas.
“Hace falta formación para saber e informar con propiedad, por ejemplo, sobre las retiradas de denuncias, que están más vinculadas con las ganas de dejar de sufrir que con las denuncias falsas, y que no parezca en las noticias que es un tema de interés económico”, destaca Violeta García, psicóloga de AADAS.
Para hablar de los agresores, Recomendaciones para informar de agresiones sexuales plantea la necesidad de “no difuminar su responsabilidad”: no presentar a los agresores como hombres no integrados en la sociedad, sino como autores de un delito, y “no permitir que se justifiquen y desresponsabilicen”.
“No me interesa lo que digan del violador, ni su vida privada o laboral. Me interesa que se le dé toda la responsabilidad de lo que hizo, me interesa saber que estas mujeres tienen una vida como la mía o la tuya y qué pasa con ellas, si reciben apoyo; que si me pasa a mí, leyendo el diario, sepa que también puedo recibirlo”, comentaba una de las participantes al analizar algunas noticias. En esta dirección, Muntané plantea que, ante casos de violencia sexual, el periodismo tendría que dar “información útil a las mujeres y hacer pedagogía sobre las diferentes formas de agresión”.
Al lado del alto grado de cuestionamiento que a menudo encuentran las agredidas, también dañino en la cobertura informativa, presentar las agresiones sexuales como sucesos, como casos aislados, es otra de las críticas reiteradas. “Las agresiones sexuales son actos que buscan demostrar un dominio y un poder, y solo tienen sentido en un marco muy específico, que es el sistema cisheteropatriarcal, que impregna a las personas y, lógicamente, a los y las periodistas”, remarca Sánchez. “Queremos discursos que pongan luz sobre los factores sistémicos que operan en las agresiones sexuales”, reivindica, ejerciendo como voz del grupo de participantes que “legitima esta herramienta” para prevenir informaciones que resulten reproductoras de violencia.
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Fotografía: La Marea