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Sobre el ejercicio de la violencia

por RedaccionA julio 9, 2025
julio 9, 2025
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Por: Raúl Prada Alcoreza. 09/07/2025

Cuando no hay relaciones sociales hay violencia, está ya la violencia impresa en los cuerpos. La violencia es una ruptura de las relaciones sociales. La violencia se desata y clausura la posibilidad de la relación, es decir, se da lugar a la imposibilidad social. La no relación implica tanto el aislamiento como la muerte. En vez de la relación se opta por el asesinato y el crimen. La violencia implica la desaparición de lo social, aunque se de en la sociedad. El problema es que la sociedad misma la contiene en sus entrañas, en su interioridad contradictoria anida la posibilidad de la violencia. 

Hay que considerar que hay varias formas de violencia, dependiendo de quién la perpetra y cómo lo hace. Dependiendo del contexto y la situación. Dependiendo de las referencias establecidas. Hay violencia de Estado, la violencia de Estado desata la violencia social. Hay violencia inherente en la misma composición social del capitalismo. Parte de la sociedad recurre a la violencia para defenderse de la violencia de Estado, parte de la sociedad demanda, se moviliza en torno a sus reivindicaciones, se organiza para defenderse de la violencia estructural contra la sociedad y el pueblo. Hay violencia inherente en los polimorfos deplazamientos de la dominación y en el ejercicio de poder. Hay una historia larga de la violencia colonial, así también un prolongado tiempo en los desenvolvimientos  de la violencia contra la mujer.  Hay una violencia institucionalizada, normalizada, por así decirlo, contra la sociedad misma; algunas veces contra estratos específicos de la sociedad, otras veces, de manera aviesa, contra el pueblo, aunque se lo nombre y se desate la violencia a su nombre. Hay violencia en la represión contra las multitudes, los colectivos y los grupos, cuando éstos se inquietan y salen de la rutina y las domesticaciones, irrumpen en los espacios y escenarios donde fueron invisibilizados. La violencia es inmanente en la economía política generalizada, que separa lo abstracto de lo concreto, valorizando lo abstracto, desvalorizando lo concreto. También hay violencia desatada por la economía política del chantaje. Violencia como coerción, violencia como recurso amenazante de las corporaciones del lado oscuro del poder, de las estructuras mafiosas, que controlan espacios territoriales y hacen uso monopólico de la violencia territorial, compitiendo con el Estado.

La violencia puede ser difusa o más bien específica. Puede cobrar intensidad y a la vez expandirse. La violencia puede afectar parte de la sociedad o atravesar a todo el tejido social. Cuando esto ocurre la sociedad no solamente se encuentra amenazada, sino que enfrenta la posibilidad de su propia disolución. 

Varias veces hemos usado de manera combinada y complementando, entendiendo que se da de ambas maneras al mismo tiempo, la enunciación que entiende la política como continuación de la guerra, así también entiende la guerra como continuación de la política. Cuando la política es desbordada o asume, en su propia compulsión y convulsión, las formas descarnadas de la violencia, es cuando se puede decir que la política ha muerto. Esto en el sentido de la equivalencia entre política y democracia. Entonces la democracia ha muerto. 

El estallido, movimiento y el despliegue de la violencia en la coyuntura, en los espesores de la coyuntura, en el momento de crisis múltiple, que padece Bolivia, en tanto país y en tanto formación social, manifiesta toda una sintomatología de la violencia, que puede convertirse en una semiología de la violencia, para poder descifrarla e interpretarla. Al respecto podemos sugerir algunas hipótesis de interpretación.

Hipótesis sobre la violencia en la coyuntura

La acumulación inherente de contradicciones en la formación social ha devenido, intermitentemente, en formas de violencia descarnadas, que asumen las formas de una guerra, circunscrita en espesores y planos de intensidad de la sociedad. 

Con el estallido de la violencia se da lugar a la diseminación del tejido social. Por lo tanto, al quiebre de las relaciones sociales, sustituyéndose éstas por formas de violencia desatadas. 

Las formas de lado oscuro y del lado opaco del poder se reproducen recurriendo a formas de la violencia territorial, cuyo despliegue consiste en el funcionamiento mismo de la organización criminal. 

La economía politica generalizada se realiza separando en el cuerpo su utilidad en función de la explotación. Separa de la fuerza su potencia, para usarla, en parte, en beneficio de la reproducción de las dominaciones. No puede usar toda la potencia, porque la potencia desborda toda estructura y todo diagrama de poder.  

La economía política del chantaje se desenvuelve valorizando la violencia y desvalorizando la relación social. En su despliegue mayor abarca a la sociedad misma y logra convertirla en un rehén de la corporación mafiosa. 

El recurso a la violencia puede darse cuando los grupos de poder se encuentran desesperados ante la pérdida o debilitamiento de sus dominaciones.

Sintomatología de la violencia coyuntural 

La violencia desatada por la habilitación de un candidato, deshabilitado por el Tribunal Supremo Eelectoral y el Tribunal Constitucional, se ha cobrado cuatro vidas de policías, que fueron a desbloquear el sitio de la ciudad intermedia de Llallagua por parte de los ayllus colindantes del norte de Potosí.  Con esto la violencia ha llegado a niveles intensos, de los cuales es dificil retroceder. Como se dice, en la medida que se cruza límites se inician nuevos espacios con nuevos agenciamientos. ¿Cómo explicar esta escalada de la violencia?

Una inhabilitación a la candidatura a la presidencia no explica de por sí la escalada de violencia, aunque se lo diga que es así, tanto por los que reclaman la habilitación como por los que están en contra de la habilitación y acusen de exceso de angurria de poder. Los partidarios de la habilitación también dicen que se trata de defender al pueblo por la escasez de alimentos, por la falta de carburantes, la gasolina y el diésel, por la falta de dólares. Por todo esto exigen la renuncia de Luis Arce Catacora a la presidencia. 

Efectivamente el pueblo está molesto por la crisis, por la escacez de alimentos, la subida de precios, la escasez de gasolina y diésel, por la falta de dólares. Incluso se ha movilizado remarcando que nada tienen que ver con los que se movilizan por la habilitación de la candidatura de Evo Morales Ayma. Sin embargo, el pretender que los denominados «evistas» se movilizan, bloquean y sacan armas amenazantes, usan las armas de fuego para perpetrar asesinatos, están moviéndose por el pueblo es sencillamente una retórica no creíble, cuando fueron las gestiones del gobierno de Evo Morales Ayma las que ocasionaron la crisis económica por la manera discrecional y delincuencial del manejo de la administración pública y las políticas económicas. No vamos a repetir lo de la desnacionalización de los hidrocarburos con los Contratos de Operaciones. Nos quedaremos con estas descripciones generales, en busca de comprender las causas de la violencia desatada. 

No se trata obviamente de acciones espontáneas, sino de acciones preparadas de antemano. Se trata de una violencia proyectada, motivada por el deseo de realizarla. De usar la violencia como arma amenazante, como chantaje y coerción. Esto no descarta que se pueda desatar una violencia espontánea por parte del pueblo. Empero, ambas expresiones de la violencia no son equivalentes, no son iguales, tampoco tienen los mismos motivos. En un caso es un teatro político, donde la trama consiste en la ejecución preparada de la violencia. En el otro caso se trata de subversión, en su nivel de mayor intensidad, se trata de un a insurreción. El problema es que los que perpetran la violencia, preparada con antelación, quieren parecerse a los segundos, a los que terminan desencadenando una violencia espontánea. Quieren aparecer como pueblo.

En esto ha consistido el escenario del decantado “proceso de cambio”, que nunca se dio. En un teatro político, en un montaje espectacular mediático, mientras el proceso de cambio era efectivamente asesinado por los gobernantes y el partido oficialista. Entonces, ¿cuál la causa de la violencia desatada en Llallagua y en los lugares de bloqueo de Cochabamba? ¿Volver a ser vigentes, cuando esta vigencia se la ha perdido? 

Estamos hablando de una región altamente problemática, que una vez llamamos la República del Chapare. Zona de la producción de la hoja de coca excedentaria y del predominio de la economía política de la cocaína. Estamos hablando de las Federaciones cocaleras que han tenido como presidente de las Federaciones al mismísimo presidente del Estado Plurinacional de Bolivia. Una zona que ha avanzado sobre el TIPNIS, apropiándose del Polígono Siete, avasallando Parques Nacionales, Áreas Protegidas y territorios indigenas. Estamos hablando de una región que ha perdido su influencia en la estructura de poder, por lo menos la influencia que tenía antes. 

Por otra parte, estamos hablando de lo que se vislumbra como una guerra entre Cárteles por el control territorial, de las plantaciones, de los laboratorios, de los circuitos y de los mercados ilícitos. El tráfico de droga, de estupefaciente, el tráfico de armas, el trafico de cuerpos, estan vinculados en todas partes del mundo donde se da el fenómeno de la economía política de la cocaína. ¿Cómo defienden el territorio, que consideran suyo, las corporaciones de las mafias? Ciertamente con armas. 

Hay que considerar que la crisis del partido oficialista ha llegado a fraccionar el partido en tres trozos. Esta situación muestra un derrumbe del partido que gobernó por dos décadas; los cinco últimos años lo hace bajo la presidencia de Luis Arce Catacora, de una manera ambigua y ambivalente, además de débil, manifestando claramente ingobernabilidad. En cuanto a los grados de intensidad de la crisis económica, ésta ha llegado al extremo de acercarse a un colapso económico. 

Una caída como ésta obliga a acentuar la demagogia, el delirio de argumentos insostenibles, la pretensión hueca de seguir en el camino de la “defensa del proceso de cambio”, cuando éste ha muerto. Una caída como ésta lleva a una de las fracciones del partido escindido a optar por medidas desesperadas, como, por ejemplo, desencadenar la violencia descarnada. 

En este contexto de las causas de la violencia no hay que olvidar la concurrencia y la lucha por apoderarse de los recursos naturales, entre ellos del litio y , patentemente, sobretodo del oro, desbordando a la institucionalidad, las leyes y la Constitución, con la expansión inaudita de la minería del metal precioso, a través del recurso obsoleto del capitalismo salvaje de las mal llamadas cooperativas mineras. Tampoco hay que obviar la lucha por la tierra, por el apoderamiento, el avasallamiento, el despojamiento de la tierra, perpetrada por acciones ecocidas de envergadura, que han convertido al país en el de mayor nivel de desforestación y piromanía contra los bosques primarios. En otras palabras, la violencia desatada en la coyuntura ya se encontraba en un contextos de otras violencias desenfrenadas y hasta desbocadas en contra de los ecosistemas, la geología minera y los nichos ecológicos, en contra de las naciones y pueblos indígenas de tierras bajas. La violencia es causa de más violencia. 

En este panorama aparece la pusilanimidad y hasta la complicidad del gobierno con parte de estas violencias, la violencia del capitalismo salvaje, la violencia de la desforestación y quema de bosques, la violencia contra los territorios indígenas. Todo esto queriendo encubrir con un discurso «pachamamista» hipócrita que ya nadie cree, ni siquiera ellos mismos, Solo lo dicen por inercia. 

Contemplando un proceso de deterioro y descomposición más largo podemos observar que la corrosión institucional de las últimas décadas, además de la expansión abrumadora de las relaciones clientelares, acompañadas por corrupciones galopantes, ha propagado la violencia simulada de la rrorupción generalizada. Cuando se restringe dramáticamente lo que está destinado a la mantención de las clientelas, la pugna entre ellas se hace ostensible.

La violencia desatada en la coyuntura tiene varias vertientes. Se trata de una violencia que sobrepasa a los actores involucrados. Estos actores, en verdad, no la comprenden, pues los desborda. Solo entienden lo que respecta a sus acciones particulares, por lo menos intuyen sus intensiones. Empero, no entienden lo que pasa en el contexto de la violencia desatada, tampoco controlan sus consecuencias. 

Cuando ocurre esto es la violencia la que se apodera de todo, incluyendo a los actores de la violencia. La violencia, por así decirlo, gobierna. Ocurre como cuando ocurre una tormenta, hay que esperar a que amaine. Siguiendo con la metáfora. Lo que no quiere decir que no hay que hacer nada para evitar que siga escalando y termine aplastando a todos. 

Lo primero que hay que hacer es poner las cosas en su sitio, como se dice, poner los puntos sobre la íes. No ocultar lo que ocurre, menos sus causas. Esto si se quiere vislumbrar la luz después del túnel. Al respecto, el ciclo mediano de la crisis tiene que ver con lo que ha ocurrido hace cuarenta años, cuando se entregaron los recursos naturales a las empresas transnacionales y se vendieron la empresas públicas a precio de gallina muerta. Durante las dos últimas décadas se ha seguido entregando los recursos naturales a las empresas extractivistas transnacionales, solo que se lo ha hecho simulado «nacionalizaciones» que no se hicieron, que fueron montajes mediáticos. Las gestiones de gobierno de la forma de gubernamentalidad clientelar, de las dos últimas décadas, ha sido una combinación perversa entre el modelo neoliberal, que se mantuvo, y un anterior modelo populista, que se ha heredo. 

Los síntomas de la violencia.
De la sintomatología de la violencia a la semiológía de la violencia.

LEER EL ARTÍCULO ORIGINAL PULSANDO AQUÍ

Fotografía: Pradaraul

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