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Reseña de Lo que aprendimos de Ayotzinapa (un libro-collage) de Anibal Malaparte.

por colaboracionjs septiembre 11, 2024
septiembre 11, 2024
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Por: Alice Roja Violenta. 11/09/2024

O la estética insurreccional de para la reconstrucción del movimiento comunista.

Quienes dicen que el arte no debe propagar doctrinas, suelen referirse a doctrinas contrarias a las suyas. 

Jorge Luis Borges

I

El autor

A Aníbal Malaparte lo conocí el primero de diciembre de 2012, durante la batalla de San Lázaro, entre gases lacrimógenos, encapuchado, con un coctel molotov en la mano. Eso fue hace toda una vida, aun no adoptaba el nom de guerre por el cual ha ganado notoriedad.

Un poema puede herirnos de más de una manera: la peor forma es cuando lo leemos sin tomar en cuenta que estamos ante el proyecto intelectual de un escritor, síntesis de sus filias y fobias, de sus victorias y sus causas perdidas, de un tiempo que no volverá y unas palabras que se reconfiguran ante cada lector.Es por eso que no existe el escritor apolítico ya que todo proceso de escritura habla tanto de una visión del mundo, así como también encontramos lo que el autor piensa que debería de ser: por ejemplo, JK Rowling se codea con supremacistas blancos ¡por supuesto que encontraríamos antisemitismo en sus obras! La impunidad de autoras de como Rowling la podemos contrastar con la de autores de izquierda: en el otro extremo se encuentra Julio Cortázar quien por su férreo compromiso con la revolución latinoamericana lo llevó a terminar en la lista negra de la dictadura argentina con la Dirección de Inteligencia de la Policía de la Provincia de Buenos Aires compartiendo sus datos personales con grupos para policiacos como la CNU y la Triple A o a ser seguido por la Dirección Federal de Seguridad, la policía política mexicana que secuestro, torturó, violó, desapareció y asesinó a miles de guerrilleros mexicanos.

El destino de los escritores por lo tanto es imposible de separar de sus opiniones políticas, y si esto es cierto para los prosistas lo es aún más con los poetas. Cada gran poeta destruye un poco al mundo y lo reconstruye a base de inteligencia, matices, omisiones, amores, símbolos, doctrinas, actos, mentiras ocultas tras verdades y verdades ocultas tras mentiras, obsesiones e instantes de claridad. La poesía de Aníbal Malaparte se vincula de forma inevitable con el proyecto revolucionario al punto que no puedes separar sus versos de un compromiso militante con la construcción de la vanguardia proletaria. Es el proyecto de los filósofos que ahora no solo contemplan el mundo, sino que se dedican a transformarlo. Este proyecto que llama a construir una nueva humanidad empleando como materia prima una vieja humanidad a atraído a algunos de las y los poetas más talentosos de México: Thelma Nava, Efraín Huerta, José Revueltas, Enrique Gonzales. En estos últimos años se les ha sumado Aníbal Malaparte. Es innegable que el XX Congreso del PCUS y el posterior colapso de la URSS junto al giro hacía una economía de mercado por parte de China y otros países “socialistas” dieron abundante munición a los adversarios de este audaz proyecto emancipatorio, pero tampoco les ha permitido crear ninguna alternativa a este mundo capitalista y por capitalista quiero decir despiadado, injusto, desigual, explotador e intolerablemente opresor, lo cual nos devuelve nuevamente al punto de partida.

El comunismo definió el siglo XX, tanto así que el historiador Eric Hobsbawm lo definió como un siglo corto: uno que comenzó en 1917 y terminó en 1991 ¿Qué podemos rescatar del comunismo nosotros nacidos en el auge del neoliberalismo y las políticas de fragmentarias identidades posmodernas? ¿Qué podemos rescatar y heredar de Lenin y sus bolcheviques? ¿de la Larga Marcha de Mao? ¿Del Frente Rojo en Alemania y las Brigadas Internacionales en España? ¿De Giap y Ho Chi Ming? ¿De Fidel y del Che? ¿De los espartaquistas mexicanos y la Liga Comunista 23 de Septiembre?

Ya todas estas preguntas ¿Cómo la obra poética de Aníbal Malaparte nos permite responder estas preguntas? ¿Cómo un libro escrito por los 10 años de la desaparición de los 43 normalistas de la Federación de Estudiantes Campesinos Socialistas de México nos puede dar la claridad ideológica que tanta falta nos hizo a muchos aquellos meses de masivas y desesperadas movilizaciones y combates callejeros contra la policía?

II

De Lenin a Stalin

Lo más ruidoso en la estética de Aníbal Malaparte es su amoralidad, su estética no es pedagógica ni busca la enseñanza de algún “bien moral” encuadrada dentro de los límites de la moral monoteísta y burguesa (cristiana y kantiana) sino que directamente apunta a una ética amoral que se define a sí misma por la lucha de clases: esto le permite ver el vínculo entre la revolución de Octubre con el “terror” stalinista: no ve ruptura ni traición sino continuidad real entre la vanguardia revolucionaria y el Estado obrero que tras la derrota de las revoluciones alemanas, húngaras e italianas se ve forzado a reconstruirse desde cero. Esto le permite unir la más romántica de las esperanzas revolucionarias con la feroz persecución de una industrialización masiva (que permitiría la posterior derrota de los nazis) junto a las purgas de los traidores (que no enemigos, alguna vez fueron compañeros). Para el autor, la continuidad Lenin-Stalin es lo que permite la grandeza de Maiakovski en toda su tragedia: la obra de arte total a la cual aspiró la vanguardia artística. Este “stalinismo” en la obra es lo que permite una comprensión estética de la vida misma como un poema y la obra del escritor como un manifiesto revolucionario.

Esta total fusión del arte con la vida predicada por los surrealistas es lo que permite sacar la poesía de Aníbal de sus marcos tradicionales: la quieta tertulia, el aplauso educado, el traje y la corbata, la adulación al burgués y el público cautivo son negados dialécticamente para politizar el goce estético mediante la incitación a la violencia, haciendo entonces que la estetizada vida del poeta y su lector no tengan otro objetivo que hacer la obra de arte por excelente: la revolución.

Leer a Aníbal Malaparte implica aceptar nuestra existencia como proletarios: desarraigados y explotados no tenemos otra opción que obligar a la realidad a hacer real la incumplida promesa del marxismo y el dadaísmo: hacer una transformación material de nuestra vida política y social para hacerla coincidir con nuestros sueños sin importar el costo ni el sacrificio.

Si esta posición es extremista es la única opción real que tenemos queda al juicio del lector, pero la obra del poeta nos permite acercarnos al complejo legado del stalinismo no desde la moral vacilante sino desde una estética de emancipación radical por medio de la violencia: el autor rompe el nudo gordiano al hacer suya tanto la herencia del terror como también la promesa del futuro heroico y utópico, los toma ambos a la vez desde una perspectiva poética y cuando digo poética me refiero a aquel gesto de libertad por el cual tantos han dado la vida.

III

De Lenin a Stalin… pasando por Mayakovski

En alguna ocasión afirmó Breton que un acto realmente surrealista era salir a la calle y disparar a la multitud. Si Bretón tuviese siquiera un poco de razón haría entonces del surrealismo un ejercicio de impotencia: como el mundo no es posible de cambiar solo queda un suicidio por policía, un instante de rabia donde uno dispara contra civiles desarmados porque no puede disparar a la burguesía y su Estado.

Esta expresión es problematizable porque ilustra los límites de muchas vanguardias artísticas: sin acción política de masas su revolución se queda en el papel, el lienzo y la paleta ¿Cómo crear una obra cuya subversión logre convertirse en violencia real y organizada contra nuestros opresores y explotadores? ¿Cómo hacer de la violencia una obra de arte que empuje los límites de lo posible para los potenciales revolucionarios? ¿Cómo superar la crisis del arte de radicalidad ambigua, del señorío de la forma sobre el contenido, de la despolitizada distancia y de la subordinación al discurso ideológico burgués que busca separar el arte de la vida?

Es en ese sentido que Aníbal crea su particular relación entre las vanguardias, en la búsqueda de redefinir aquello que las convierte en vanguardias. En el caso de la vanguardia artística el poeta busca la forma revolucionaria que sin contenido revolucionario hace de su supuesta radicalidad un ejercicio de masturbatoria autocomplacencia. En el caso de la vanguardia revolucionaria Malaparte recupera su contenido que sin praxis termina por reducirse a una coexistencia subordinada a los imperativos de la burguesía, es decir, en un simple reformismo dogmatico que carece del deseo o voluntad por superar al capitalismo.

Ahí es donde Aníbal Malaparte recurre a Vladimir Mayakovski.

Cualquiera lector vagamente familiarizado con la obra de Malaparte entiende la fundamental influencia que tiene Mayakovski en su trabajo, le ha dedicado poemas en al menos tres de sus libros sin mencionar el constante homenaje que vemos en la construcción de sus versos.

El leninismo de Aníbal existe porque existe la poesía de Mayakovski. Para Aníbal Lenin no es suficiente, su propuesta política tiene que articularse desde estética futurista del poeta para construir una verdadera hegemonía donde la vanguardia revolucionaria va de la mano de una vanguardia artística que permite la derrota de la burguesía y sus lacayos y cuando los tiene en el suelo los continúa pateando para impedir un retorno nostálgico por los “buenos viejos tiempos” del capitalismo.

No pretendo hacer de esta reseña un ensayo sobre estudiar la obra de Lenin y Mayakovski para comprender la propuesta estética de Aníbal, no tiene sentido, son de un siglo y unas condiciones que no solo ya fueron, sino que nunca volverán. Lo que intento aquí es lo que considero hace Aníbal (que es lo que lo hace de su propuesta algo realmente interesante en el marasmo artístico contemporáneo) es escribir para obligarnos a reinterpretar en nuestro contexto la herencia del líder de la vanguardia proletaria y el orador de la vanguardia artística.

Es decir, es un problema enteramente de la memoria, duelo y venganza.

IV

La desaparición de 43 como símbolo de una época

El trauma que representó la desaparición forzada de los 43 normalistas de Ayotzinapa se vio agravado por dos motivos íntimamente relacionados: la falta de un liderazgo que pudiese encauzar las masivas manifestaciones, que pudiese explicar a los miles y miles de manifestantes que tanto el pacifismo ghandiano era tan absurdo como la irracionalidad del anarquismo, eran pésimas respuestas a la crisis, que ambas eran caras de una misma moneda: la ideología burguesa impuesta por décadas por los aparatos ideológicos de un Estado-burgués, esta falta de claridad ideológica se convirtió en un desesperanza constantemente alimentada por la impunidad imperante tanto en el sexenio de Peña Nieto como en el de López Obrador.

Aníbal comienza el libro explicando porque los normalistas rurales se han convertido en una espina en el costado del régimen, el porqué de su histórica represión, criminalización y racialización y lo que significó para tantos miles de jóvenes la noche de Iguala. Avanza firmemente a las creencias ideológicas de los normalistas (tantas veces dejadas de lado por muchos manifestantes a los cuales incomodaba que los desaparecidos fuesen de solida raigambre socialista) y nos hizo recordar que la herencia revolucionaria del siglo XX no puede ser recordada sin cuestionar el futuro y obligarlo cumplir su promesa de cambio radical.

La poesía de Aníbal Malaparte es una poesía contra fáctica: una que no acepta ni la verdad histórica del peñismo como tampoco la verdad histórica de lopezobradorismo. Es poesía heredera de Rimbaud y Marx y rompe con las obsoletas rutinas de una izquierda que ya no aspira a tomar el poder.

Malaparte tiene una cualidad única entre todos los poetas contemporáneos: es capaz de reinventar el pasado, de crear un nuevo pasado que lo y nos define como lectores. Aníbal no teme acercarse al legado revolucionario del siglo XX y lo reescribe para dejar en claro el punto central de cualquier revolución: la venganza de la historia existe tan solo con la toma del poder.

El poeta hace del trauma de la desaparición de los 43 un motivo de venganza. Como dije antes, su poesía es contra fáctica y lo es especialmente porque se aleja de la creencia del arte como refugio ante la arbitrariedad del poder o una impotente critica aceptada por todos ¡incluso por quienes tienen el poder! Se va al otro extremo: al hacer de la poesía la encarnación de los sueños revolucionarios la acerca a nosotros, simples mortales desechables quienes nos redimimos al elegir entre nuestros múltiples pasados nuestro pasado de lucha y con ello hacer llegar la venganza de nuestros padres.

La estructura del libro es un collage de poemas, testimonios, extractos de citas de diversos filósofos y lideres revolucionarios y por supuesto análisis históricos, surge de la necesidad de darle un sentido a las diversas voces que se alzaron para gritar ¿Dónde están? O para exigir a los primeros que se callasen. Es el resultado de los debates ideológicos entre las corrientes pacifistas, libertarios, reformistas, religiosas, liberales, humanistas, conservadoras y fascistas que pretendieron callar que los normalistas rurales desaparecidos militaban en el marxismo-leninismo. Ahora, 10 años después y tras muchos puentes quemados y cientos de antiguos anarquistas al vapor reconvertidos en morenistas o panistas el libro busca dar salida a la confusión ideológica que representaron para millones de personas saber que si bien moralmente que el ejército desaparezca 43 normalistas rurales está mal, pero nunca terminar de comprender el papel del ejercito como aparato represivo del Estado, el Estado como aparato de dominación de clase (en este caso la burguesía) sobre ellos (el proletariado) y que las diversas creencias a las cuales se aferraron no eran sino irracionales construcciones que les permitían hacer aceptable su realidad.

Es un collage de polémicas que alcanza nuevos niveles de fructífera madurez poética donde la confusión es reemplazada por claridad política y una rabia iconoclasta imposible de ignorar. Este collage donde confluyen numerosos versos que muestran varios estilos que han influido al poeta (desde futurismo hasta modernismo y realismo sucio) eventualmente crecen hasta convertirse en un collage-leninista.

El poeta, al igual que otros filósofos que hablan de reinventar a Lenin (se me vienen a la mente Slavoj Zizek o Alain Badiou) reconoce el carácter desfasado del líder bolchevique al tiempo que afirma su actualidad e inmediatez. Esto le permite colocarse sobre otros de sus supuestos herederos de Lenin quienes lo malinterpretan hasta volverlo una especie de reformista pequeño-burgués (que enorgullecería a Kautsky, Verdugo y Carrillo), lo hermanan con un traidor (Trotsky) o lo convierten en la caricatura de revolucionario que tanto combatió en vida (ridiculizándolo al nivel de un Pannekoek o un Bordiga) que eventualmente nos alejan de la utopía.

Es esta resistencia a ser reducido a un mero símbolo de una época que ya fue es lo que permite extraer el potencial revolucionario del poemario-collage: le permite establecer un puente entre las vanguardias artísticas y revolucionarias con nuestro tiempo, reinventa la pregunta, ya no cuestiona ¿Qué dirían las viejas vanguardias sobre nuestro tiempo? Sino pregunta ¿Qué somos nosotros para las viejas vanguardias? El Lenin de Malaparte tiene una fascinante estética posmoderna para rescatar el leninismo de la fosa común.

Aníbal es leninista para vengar a los 43 y a los miles y miles de jóvenes que como el hicieron enormes esfuerzos militantes tan solo para verse rebasados por una burguesa 4T que cosechó donde ellos sembraron. Y por ser leninista no niega que aspira al poder, en realidad se jacta de ello al mismo tiempo que es universalista: porque comprende que la dimensión poética está llena de inéditos futuros que nacen por medio de una violencia que puede nacer en cualquier momento y lugar mediante un constante socavar la normalidad y normatividad burguesas.

V

Poemario-Collage

Este carácter estético en la obra de Malaparte existe por medio de una relación dialéctica entre su realidad e identidad concreta como proletario en medio de la popularidad multiclasista de la 4T dentro de la cual se desarrollan varias corrientes subterráneas de insurgencias socialistas. Cada uno reclamando su propio pasado y presente. Este enfrentamiento entre historias y visiones de la historia es lo que niega la linealidad del relato histórico sobre la desaparición de los 43 y es lo que refleja el libro, donde cada poema-collage es una serie de aprendizajes revolucionarios para comprender lo que pasó y lo que harán pasar.

El poemario es una larga serie de respuestas a las viejas preguntas de su momento replanteadas desde un prisma revolucionario: ya no es un ¿Quiénes hicieron qué? Sino ¿Qué clase hace o deja de hacer que en beneficio de qué? Este sutil y radical cambio en el enfoque por si mismo hace del contenido del poemario algo interesante por sí mismo, pero el modo de expresar estos poemas con parámetros de lenguaje, contexto y enunciación tan variados como novedosos hacen que el poemario sea novedoso tanto en su contenido como en su forma. Es un collage de personas que antes que el hicieron textos novedosos: Marx, Engels, Rimbaud, Lenin, Mayakovski, Stalin, Loy, Zetkin, Revueltas, Gramsci, el Che, Meinhof, Althusser, Zizek, Daltón… esta herencia de lucha, de victorias y causas perdidas en tantos contextos espacio-temporales son las que permiten mirar al collage como un todo para acceder a una dimensión de sangre y fuego, de rebelión y triunfo, de la venganza de las generaciones muertas que reclaman su futuro.

Solo una situación revolucionaria como fueron los meses de marchas y reclamos que conllevó la desaparición de los 43 puede reclamar la tradición proletaria-revolucionaria del marxismo. Malaparte al leer y vivir esta tradición escribe este libro que solo puede escribir un revolucionario afectado por su propio tiempo histórico. Es un poemario resultado de una situación revolucionaria que no engendró una revolución y como tal tiene como tema sustancial no perderse su siguiente oportunidad. En realidad, perderse la revolución llena de rabia al autor, que reclama, grita, pero no se desilusiona ni cambia de bando: el poeta transmite su sabiduría esperando convertirla en las llamaradas de los tiempos que están por venir.

Malaparte escribe un libro que es a la vez poemario, manifiesto, análisis y manual para futuros revolucionarios porque enseña que alguna vez existió una situación revolucionaria y como incorporarla en el futuro que está por venir. Aníbal con este libro logra responder una vieja pregunta sobre la relación entre arte de vanguardia y política revolucionaria ¿Cómo hacer de la vida una obra de arte? ¿Cómo hacer del arma de la crítica la crítica es las armas? Para hacer esto Malaparte escribe este collage, que puede ser leído como un manual de propaganda, agitación e insurrección porque es un poemario de esos que aparece solo una vez cada generación.

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