Por Güris J. Fry. ECO’s Rock. 21 de junio de 2025
Warfare/Tiempo de Guerra (Alex Garland & Ray Mendoza, 2025)
Como a todo código genérico, al cine bélico se le debe de exigir una representación fidedigna, autentica y (en estos tiempos) voraz, sobre los temas que circunscriben su naturaleza dando paso claro a un manto de entera reflexión, en este caso en particular sobre uno de los mayores absurdos en el ámbito sociopolítico y sociodemográfico en el marco histórico de la humanidad: las guerras: batallas partidas de la insensatez y la irracionalidad; campos vertidos de plena desavenencia que en el más tajante de los sumarios se trata meramente de gente matando gente, personas asesinándose en pro de ideas que no son del todo compartidas. Lo que se batalla en ella, pues, son apropiaciones efímeras a cambio de sacrificios carnales; ignorancia al servicio de la consigna patriótica. En las guerras, pues, se trata simplemente de humanos –tan cercanos a nosotros– (heridos y por herirse) que se tornan rodeados de problemas y enemigos impuestos, de temores adquiridos en una serie de decisiones que siempre se encuentran opacas de lógica y talento. Claro está que en el contemporáneo recurso visual de lo estético y la espectacularidad tan de las marquesinas masivo/comerciales, este género se inclina mucho más por la explosiva muestra del músculo ficticio de la industria armamentista de los Estados Unidos; una fantasía cuasi erotizante del irreal poderío que denota más tecnología que intelecto y humanismo. Con Warfare, en todo caso, nos encontramos casi a la mitad del camino; un poco más hacía lo primeramente expuesto que a lo segundo, quizá un poco más hacía la advertencia que al exhorto… En todo caso su resultado termina por ser de un tono sugerente que bien vale la pena darle un vistazo.
Después de una serie de prácticas distópicas, donde el proceder de las consecuencias son en parte el génesis de los conflictos a desarrollarse; la última de ellas (Civil War, 2024) una especie de road movie a través de un territorio estadunidense sin ley aderezado por las separaciones de ideologías político/culturales/raciales tan frescas como de décadas atrás, Alex Garland se acompaña en esta ocasión del veterano de misiones en territorios de medio oriente, Ray Mendoza (cuyo paso por el cine había sido hasta el momento tan sólo como asesor de secuencias de batalla), para ofrecernos un interesante ejercicio de rigidez y distensión, una trama sencilla en cuanto a estructura que enfrenta a la diligencia y la sobriedad tanto en la puesta en escena como la puesta en cámara. El escenario, caso aparte, es una apuesta de cautiverio que se logra de sobremanera.
El encadenado presentado aquí no trata de soportar justificación alguna ante los hechos, tampoco es que haga una denuncia como tal (quizá en los últimos minutos del metraje antes de créditos de un atisbo a ello pero queda en realidad muy corto), y se comporta de manera directa ante la rutinaria actividad de una fuerza invasiva e invasora. Es en el modo de la presunción y el descaro que el encuentro forzado se convierte en tropiezo, el choque en atasco y el delito en atentado. Lo que Garland y Mendoza avistan aquí es la irrupción y el ataque cual trivialidad. Las convenciones de lo común manchadas de sangre y labia política, de miedo y frustración, de dolor y encono creciente. La apuesta resulta clara, encarar la sociedad de un pelotón cual retrato colectivo que exponga detalladamente, en un tiempo orgánico y natural, el nervio y el desengaño de la frugalidad estadista. La guerra aquí, nacida de la jactancia habrá de terminar por obtener una muestra de realidad. Nadie en realidad puede estar a salvo ante el universal sentido de supervivencia.
Al final Warfare logra encasillar a sus personajes en cuerpo y emociones, los coloca detrás y frente al muro de la violencia indómita –de la sinrazón– y los hace actuar. Después de la pausa, ante una paciencia inquieta, los hace temer a pesar de la suposición; los hace dudar ante el abrazador candor del enemigo que no es otro más que su par, su igual pero que no puede verlo así. Quizá su visión, sencilla pero rodeada de fuego y errores, sí logré plasmar un poco la insensatez de las luchas volátiles nacidas de la arenga política y las tradiciones jerarquizantes de una sociedad dominante y demoledora, esa que no mira ni se interesa, sino que tan sólo exige resultados, sus resultados. Y dichos resultados tan sólo son manchones de muerte.
Tempo de Guerra de de Alex Garland & Ray Mendoza
Calificación: 3 de 5 (Buena a secas)

Fuente: https://www.facebook.com/share/p/16f72paVyM/?mibextid=wwXIfr
Fotografia: The Cinema Cafe