Por Güris J. Fry. ECO’s Rock. 7 de noviembre de 2020
The Trial of the Chicago 7/El Juicio de los 7 de Chicago (Aaron Sorkin, 2020)
Oportunista y trivial, el segundo largometraje como director del afamado guionista Aaron Sorkin resulta ser una apuesta cinematográfica realizada con una buena manufactura pero que no deja de tener el sello del manual Hollywoodense más ortodoxo. No deja de estar construida bajo los comandos de una maquinaria que aprisiona la técnica y no da espacio a la voz autoral. Lo que se proyecta en esta obra, pues, lejos está de ser una reflexión anacrónica con miras a un desarrollo de mayor plenitud a futuro; dígase evolución, sino que se queda como un llano panfleto de las elecciones estadounidenses venideras; un reflector más en el circo de color que se monta cada 4 años en dicho país.
Con el Juicio de los 7, más que esclarecer un mensaje de peso o un discurso de nivel se percibe la intención de un señalamiento directo al uso y manejo de ciertos rubros del poder en el sistema de dicho país. Hay cuestionamientos, sí, pero no hay una manifiesta expresividad de interpretación o bien manifestación a modo de respuesta, de cavilación significativa. Sorkin no desnuda más que pretensiones activas que traduce en imágenes sosas además de no ejercer como testigo de la historia, no se compromete del todo con el sustancial quid, así como con sus acciones y queda parco, lejos del campo de batalla. No nos introduce en la lucha, sino que nos la coloca frente a un marco de seguridad. No busca la confrontación sino mostrar este histórico suceso como una cuidada pieza más del museo de garrafales errores de su nación. Vale recordar entonces el ejercicio que hiciera sobre el mismo caso Jean Luc Godard a través de su brechtiano grupo Dziga Vertov en “Vladimir et Rosa (1971) donde si bien hace una libre interpretación del juicio y su rebelde estética quizá no tenga el peso necesario, sí genera un mayor volumen y contrapeso en la disertación.
Con una construcción melodramática de sus personajes: un simplismo que tampoco ayuda al estudio de lo expuesto, la historia se polariza de una manera llana y bofa; no hay complejidad tras el telón, el universo es blanco o negro con ligeros y tramposos matices que en realidad no cambian la naturaleza fílmica presentada. Y es que la película al parecer se preocupa más por abrillantar la elección de su cast que por el desarrollo histriónico. Centra su atención en el Juez –aquí ayudados en gran manera por el reciente fallecimiento de la jueza Ruth Bader Ginsburg y su alta popularidad para generar un poco de contraste (La CNN produjo un documental sobre la jueza en 2018: “RBG” de Julie Cohen & Betsy West)– y carga sobre sus decisiones un arco que se vuelve a cada paso más y más previsible.
Bajo el eje de mantener una estética y técnica cuasi patentada, el trabajo de los colaboradores de Sorkin resultan efectivos, pero al tiempo efectistas. Tanto la fotografía de Phedon Papamichael, el montaje de Alan Baumgarten y el Diseño de Shane Valentino están al servicio de una construcción histórica que recrean a bien, sí, pero igualmente se deben al status quo de Holywood y lo que siempre debe mandar como representación de su poderío al resto del mundo. No hay, pues, una personalidad real de un artista sino más bien la de una industria que maneja tras bastidores lo que requiere de sí: ironía pura. Caso aparte resulta la partitura de Daniel Pemberton que en realidad pasa desapercibida.
Al final, claro, el auto-juicio que resulta esta trama es en el mejor de los casos termina por ser un ansía, en el peor una vil simulación que en realidad no logra objetivos claros o crudos. No intenta ensuciar ni ensuciarse sino mostrar la mancha desde un muy bonito lente empañado por la corrección política que tanta dimensión ha arrebatado al cine y la exhortación de dicho país. El Juicio de los 7 de Chicago en esta ligerísima versión de Aaron Sorkin es un filtro de causas y consecuencia que no miden ni alertan nada. Bastaría entonces quizá hacerse unas cuantas preguntas al término del filme: si bien lo narrado sucedió a finales de los 60, ¿de qué le han servido los años de cambio a ese sistema si cada cierto tiempo recaen en los mismos oscuros baches?, ¿de qué les ha servido mirarse las espaldas si lo importante es lo que ha de venir? Situaciones así se deben mantener frescas, claro, no olvidarlas jamás. Mantener su valía pues su memoria debe servir al mañana y no como un vil afiche de entretenimiento medianamente disfrazado de prédica sociopolítica. ¿Será acaso cierto eso de que le tememos terriblemente al cambio, que siempre seremos lo que somos y nunca habrá alguna otra opción?
El Juicio de los 7 de Chicago (Aaron Sorkin, 2020)
Calificación: 2.5 de 5 (Muy regular).
Fuente: https://www.facebook.com/1598949577050090/posts/2749313455347024/
Fotografía: impawards .com