Por Güris J. Fry. ECO’s Rock. 21 de septiembre de 2019
Coriolanus: Enemigos a Muerte (Ralph Fiennes, 2011)
Basada en una de las últimas tragedias escritas por William Shakespeare, el debut como director de Ralph Fiennes se cierne sobre un entramado clásico que trata de ser repatriado y adaptado a una contemporaneidad armamentico-bélica y política que no logra encajar del todo. El tratamiento que se hace de esta pieza queda a medio camino; por un lado está la labor de transitarla por una puesta en cámara que allané los territorios del thriller de acción, mientras por el otro nos encontramos ante un supuesto respeto por obtener un tutelar histrionismo que se apegue lo más posible a una apuesta teatral, resultando claramente una mezcla antinatural que no atrapa, divaga en el aspecto fílmico y se queda en buenos momentos y constructos que no logran anidarse por completo. No llegan realmente a armar una obra cinematográfica cuyos caminos –todos– lleven la misma fuerza y dirección.
Inspirada en el acaecimiento de Gaius Marcius Coriolanus –figura cuasi olvidada de las gestas romanas del Siglo V– la desventura que se enmarca alrededor de este nuestro adalid protagónico es una que rebasa la ira, el descontento, la parcialidad y la animadversión para reformarse centradamente en un entramado de venganza, suplica, clemencia y la siempre inestable percepción del patriotismo y la traición. Las cicatrices dentro de este mezclado marco son rúbricas de sacrificio que se portan fastuosamente, la tradición cual escudo y la familia como un recurso de piedad; todas ellas usadas también como monedas de cambio en pos del beneficio y la comodidad personal.
Haciendo un uso educado de sus elementos, la cinta se mueve con un ligero velo; un primer acto que reclama un contexto que no se presenta del todo con cautela y hace que dentro de su primera hora el avance sea parsimonioso, errante y el espectador no logre el justo grado de complicidad para implicarse con las emociones que habrán de vivirse en el circulo interno de nuestro personaje central, interpretado obviamente por el propio realizador. El desarrollo posterior se logra ajustar un tanto pero los fundamentos se desvirtúan en ambiguos ruedos que se contraponen.
Centrada obviamente en la dirección actoral, Fiennes emplaza su mayor cuidado en la misma y juega un tanto exacerbadamente con el uso del diálogo y el lenguaje del mismo, no así con sus elementos técnicos, los cuales viajan por lineamientos que se contraponen ante el estilo interpretativo. Dígase la granulosa fotografía de Barry Ackroyd que aunque es eficiente no auxilia la forma general de la obra, dígase lo mismo del diseño de producción de Ricky Eyres, el montaje de Nicolas Gaster y la imperceptible partitura de Ilan Eshkeri. Todos ellos, claro, bien construidos pero mal constituidos para amalgamarse en un concepto claro.
Quizá el Coriolanus de Ralph Fiennes no termina por ser pulcro ni rotundo, no, pero tampoco es un tiempo perdido. Dentro de sus aristas se encuentran coyunturas que despliegan un cine en ciernes, una fuerte postura y una impetuosa personalidad que si bien no logra complementarse, tropezando por hallar la ruta adecuada, sí logra plasmarse ocasionalmente. Su uso del lenguaje es sobrio y delicado pero a falta de un desenvolvimiento mas acorde con el discurso y el estilo. Al final, sí bien este filme resulta una experiencia un tanto ambulante, vale la pena asistir a ella para justificarnos el nunca olvidar las tradicionales disertaciones de antaño, así como quitarles esa vetusta cortina que les hemos impuesto injustamente, pues muchas de ellas aún nos representan, nos manifiestan explotando directamente nuestra condenable naturaleza social.
Coriolanus de Ralph Fiennes
Calificación: 2.5 de 5 (Regular).
Fuente:
https://www.facebook.com/ECOsRockXalapa/posts/2394991677445872?__tn__=K-R
Fotografía: movieposter.com