Por Güris J. Fry. ECO’s Rock. 6 de noviembre de 2021
Bird (Clint Eastwood, 1988)
Figura icónica del Jazz, energía desbocada que enmarcó un estilo y una atmósfera que modernizó uno de los géneros más representativos de la cultura estadounidense. Ritmo embravecido, delirante y agitado que provenía de un alma dolida que vivió bajo ese mismo compás, bajo esa turbulenta cadencia que habría de terminar con su vida a sus escasos 35 años. Charlie Parker no es solo un nombre sino un símbolo de talento y rebeldía, de notoriedad y adicciones, de alta gama de expresión y al mismo tiempo de hosquedad. Parker, personalidad que no requiere de presentación alguna; su sonido, silueta y leyenda le inmortalizan –le declaman cada que alguien coloca alguna de sus grabaciones y hacen que sus notas inunden cualquier ambiente. Charlie, Bird, Parker es y será siempre música pura, textura determinante y silbido notable y reconocible en cualquier rincón del mundo. Bird, su Biopic, es una de las más notables que se han presentado en el universo fílmico acerca de algún músico de Jazz, dirigida además por Clint Eastwood, otro de esos grandes nombres y contornos de la cultura popular de occidente.
Sin la clásica línea temporal ortodoxa que suelen utilizarse en este tipo de tramas, resulta interesante el enfoque con que Eastwood ataca su trama; el tiempo como una tenue amalgama entre el tormento y la nostalgia, entre el rumbo y la historia. La causa y la consecuencia abrazándose todo el tiempo; laberinto de momentos, dimensiones intercaladas que incorporan las capas de personalidad que definen a nuestro personaje, nuestra leyenda. No nos presentan, pues, la vida de Parker a la distancia, vivimos con él la vorágine de sus experiencias; estamos uno a uno con él, sobre sus necesidades y sus preocupaciones, anhelamos lo mismo que él, nos embriagamos en sus enajenaciones y defectos. Sufrimos con él, caemos directo a su infierno al tiempo que brillamos en sus momentos más oscuros. Lo que Eastwood logra aquí es hacernos vivir la ceniza experiencia del día a día de un Jazzista prodigio con el destino pactado. Y si eso no fuese suficiente, Eastwood nos confina a los años en que nació el Bebop, a esos bares neoyorkinos que marcaron un antes y un después dentro del género; nos empolvamos en sus interiores, nos abrimos paso y nos movemos dentro suyos para ver de cerca y de la manera más directa a aquellos músicos que le regalaron sus grandes composiciones al mundo.
Con un pletórico Forrest Whitaker como histrión central, el encadenado se centra de manera por demás elegante en la confusión emocional de nuestro protagonista; no toma su marco temporal como un capricho para hacer un desfile de figuras históricas. No trata de vender sino de narrar. El resultado, obviamente, es vivencial, áspero y un tanto sucio. No halaga de manera gratuita, construye paso a paso el sello particular de su carácter principal. Eastwood construye un héroe de carne y hueso, un caballero errante que ha de pagar las secuelas de sus acciones. Eastwood devela el verdadero espíritu de las grandes figuras norteamericanas.
Apoyado de la claroscura fotografía de Jack N. Green y el montaje de Joel Cox, los espacios y el ritmo se arman de manera natural; el grado de verosimilitud es mayúsculo. La cinta resulta un viaje dentro de uno de los momentos más relevantes en el ámbito artístico de dicha nación. La partitura, claro, crecida de las grandes melodías de Parker de manera original y bajo los arreglos de Lennie Niehaus termina por ser todo un seminario del género. Bird, es, pues, una excelente puerta de entrada a ese maravilloso mundo de la liberación musical. Y para los que ya están entrados en el mismo, un excelente recordatorio de lo que significa el Jazz.
Esta interpretación de la vida y capacidad de Charlie Parker por parte de Clint Eastwood, que sin duda también algún día tendrá la suya propia, se aleja ligeramente del tratamiento de los temas con los que se ha caracterizado mayormente su obra como director. Y es que en realidad Bird no es una película de Clint Eastwood sino una película sobre lo que le apasiona, lo que le ha sido ser: Bird es en gran parte lo que resulta ser Eastwood; lo que le ha hecho hacer su cine y con lo que le ha adornado. Esta producción es en gran parte una carta de agradecimiento a esa figura que conoció de joven y le cambió el rostro, así como a todo aquel que se acerca a su música. Eastwood, la leyenda con todo el peso que tiene ya, nos embarga la pasión musical y nos hace participe de su propio ser y un gran gusto universal… Y es que, ¿quién no puede sino más que idolatrar a Charlie Parker después de haberle escuchado al menos una vez?

Bird de Clint Eastwood
Calificación: 3.5 de 5 (Muy Buena)
Fuente: https://www.facebook.com/100036159626395/posts/542496553632327/?d=n
Fotografía: amazon.com