Por Güris J. Fry. ECO’s Rock. 5 de septiembre de 2020
Beanpole/Una Gran Mujer (Kantemir Banlagov, 2019)
El segundo largometraje del joven Kantemir Balangov denota una madurez que se agradece, la inusual combinación temática en que se embarca a su corta edad ofrece un cruento y enternecedor recorrido cuyo manejo del campo emocional pocas veces se representa con tal brío y frescura, sobre todo respetando la voluntad del espectador: su intelecto e interés por ir descubriendo los recovecos de un mundo devastado en su totalidad –tanto física como moralmente– y donde sus habitantes no tienen más opción que intentar levantar la cabeza o sumirse en el más oscuro y denso de los infiernos. La obra que Banlagov presenta es una de reconstrucción, de búsqueda de valor entre la espesura de la negrura que los rodea; el lamento por un milagro en un universo donde los milagros no existen, donde la luz es solo una farsa más y el futuro es una promesa que hay que repetirse día a día ya que el presente es un bloque solido que pesa más que la esperanza. En este territorio, pues, no hay cabida para la fe o la creencia, solo para la existencia que muestra las cicatrices de cada jornal.
Nos situamos en un improvisado hospital –más cercano a una escueta enfermería– en el Leningrado que ha dejado el paso de la Segunda Guerra Mundial; a poco tiempo de haber concluido. Dos mujeres se reencuentran después de un tiempo no citado, ambas con profundas marcas que les ha dejado la estela de violencia reciente, ambas con secretos, infamias y pasiones encerradas en sus cuerpos, mismos que han terminado por constituirse en prisiones; encierros de emociones y anhelos cotidianos. Ambas, pues, sin saber a bien las razones –más por la marchita inercia con la que el mundo se enfrenta– deberán volver sobre sus pasos y aprender de nuevo a caminar por el cenizo arado social al que se enfrentan. La restauración es indiferente, el espíritu y el cuerpo necesitan unirse de nuevo para poder sentir el calor habitual de la vida. Pareciera incluso que lo único que guardan dentro suyo es simplemente sangre, un mundo sumido en ese vital pero a la vez terrible líquido, quizá sea incluso la misma sangre con la que tratan día a día.
Con un uso pleno de todos los elementos cinematográficos, Banlagov está en total control de su obra, de la sincopa de su trama. Bajo un ritmo parsimonioso que en ocasiones parece detener el tiempo bajo silencios profundos que enuncian y anuncian un enfrentamiento personal con nuestras emociones. Momentos, pues, de calma y belleza que se emparejan en un gran balance con la crueldad y la tristeza. Desde el niño que no puede imitar los sonidos de animales con que intentan hacerle reír los soldados heridos hasta el permiso –casi ruego– a una costurera por poder dar vueltas con la prueba de un vestido para ver la tela flotar y pasando, claro, por ese enternecedor momento en que un desahuciado combatiente le pide perdón a su esposa por la guerra.
La pantalla del realizador ruso se ilumina de colores ocres, de espacios claroscuros y sitios con más dudas que certezas; la fotografía de Kseniya Sereda nos aprisionan en un lienzo pictórico cuasi barroco. El montaje de Igor Litoninskiy deja correr las acciones, da una pauta estable al ritmo y se permite leer las emociones antes que presumir su labor; deja que el drama viva de la manera más adecuada. En todo ello, claro, el diseño de Sergey Ivanov abraza y dota a la cinta de una esa feroz realidad que carcome y se alimenta de quienes viven en ella.
Al final, la segunda entrega de Kantemir Banlagov deja el camino listo y más que firme para su seguimiento formal como realizador. Los motivos que presenta se perciben pensados con una profundidad que abruma y explota de manera cadenciosa dentro de quien se presta a vivir sus trazos. Y si bien este encadenado está enfocado en los finales de la gran guerra del Siglo XX, nos atañe claramente en el presente por el proceso de re-edificación continua que vivimos día a día, por la auto-indagación en pro de un ligero retazo de certitud y confianza… Por el asomo de nuestra mirada para hallar no digamos un aspecto maravilloso en el horizonte sino tan solo una pequeña zona donde poder imaginar con algo mejor.
Una Gran Mujer de Kantemir Banlagov
Calificación: 4 de 5 (Muy buena)

Fuente: https://www.facebook.com/ECOsRockXalapa/posts/2695219634089740?xts[0]=68.ARCEdh5-wetmnYivG9WmX9Mh52dTBOFSRur5_-_90jJeIOab96TaoyLxrZ5ED9VTO3jrLAs8DFFhwgf0fDDrb5uKKbmiD2kn15qfwnyw5c7s5cB5wI1V4zp0UmuPM-_mN2KW0rdNnYlJ2G6Faq6yeNrktZqESC2b2bu_Gvv5gVg6pkFE5cPgh-v8_0yV829eMmqHujNsWYN9OdBNJiDBDRH7ajutTT7miqdgzhaAPGrkyURQ6uolBiuW7PbQcBHeoMIcn0N36N1lMkAF1hbS8Zgq28jXHdCy5mg3tjVOeXJeV0BAotPLXFjul67KXcAcCX1Xg3D_uucr4tG9S2kDbnN1TTXW
Fotografía: ftp.impawards