Por Güris J. Fry. ECO0s Rock. 15 de mayo de 2021
Atlantis (Valentyn Vasyanovych, 2019)
Brutal y contemplativa exposición de la posguerra. El cuarto largometraje de Vasyanovych dibuja y desdibuja retablos desoladores de toda aquella violencia que ha marcado -cual cicatrices- un panorama cuasi postapocalíptico en el paraje que emplaza y enmarca de manera rotunda; mismo paraje donde la esperanza queda relegada a un espacio imaginario de tiempos pretéritos: la posibilidad de un perdón que nunca tendrá voz, la certidumbre de tener un futuro bajo una labor que se desvanece con la misma agilidad con que los combates resquebrajaron los horizontes, paisajes en cuyos espacios internos se encuentra más muerte (cuerpos) y peligros (minas) que vida y amenidad.
Rozando la ciencia ficción, el encadenado de este realizador ucraniano nos sitúa en un hipotético 2025, un año después del desenlace de una terrible guerra entre su nación y los rusos; acto armamentista que ha dejado su marca por todos lados y en todos aquellos que han sobrevivido. Serhiy, su protagonista, fue un soldado activo que no logra dejar a un lado todo lo vivido. Sus actividades fuera de sus labores profesionales en la industria metalúrgica son disparar a blancos con forma humana y descansar ante un crudo frio que le acompaña y atormenta a cada paso. Cuando la fábrica deja de ser eficiente ante el mundo que se nos proyecta y cierra sus puertas, Serhiy intenta su propia reconstrucción; se da a la tarea de buscar el camino de la expiación y lo intenta brindando su ayuda a un grupo que desentierra los cuerpos de aquellos que fueron puestos en fosas comunes y requieren de un trabajo de reconocimiento; puente de absolución entre ambos bandos. Su búsqueda por la autoindulgencia le lleva de nuevo a ese oscuro pasado del que fue participe y del que ha intentado con todas ganas escapar. ¿Existirá acaso una pequeña convicción ante esos ruedos? ¿En realidad se puede huir de los terribles actos que ealizamos en momentos de barbarie?
Construida bajo bellos, profundos e interesantes planos con muy poco o nada de movimiento, el Atlantis de Vasyanovych se cierne sobre un campo emocional complejo, uno que exige una integración cabal en la insinuación, la exhortación y acaso la afirmación de lo absurdo e ignaro que es toda guerraen cualquier acepción. No resulta una película para un público amplio, claro, es una filmación que nos acecha y nos implica de la manera más aguda y cortante posible. La labor del su director, por su parte, sobresale pues el control de sus elementos es total: él mismo se encargo de la fotografía y el montaje de la misma.
El trabajo presentado por Valentyn Vasyanovych es una radiografía del horror y el dolo que permanece en el aire después de cualquier acto atroz. Es un camino atrincherado sin color ni aroma que solo halla en su andar más sufrimiento: pasado/presente/futuro. Es una apología a un mundo que le da la espalda al humanismo y de nuevo mira de manera individual sin pensar en los demás… No obstante, fuera de la crudeza del filme, el Atlantis que nos ilustran deja un atisbo de luz, un ligero espacio de certitud en medio de la tormenta, cuando al parecer ya no se puede encontrar un bache más grande en la experiencia. Es justo ahí, con el tiempo detenido y la lluvia torrencial cayendo sobre todo espacio, que la pasión se desborda y los cuerpos se unen para definirse como lo que son; humanos con calor que ofrecer, con palabras que decir y lugares que compartir. Porque en realidad de nada somos dueños, tan solo pertenecemos y nos pertenecemos por igual. Estamos, pues, naufragando y para salir a flote necesitamos de nuestro apetito, de nuestra lujuria. De nuestro frenesí más natural; no ocultar lo que somos sino desdoblarlo. Un final impactante como todo momento que uno se permita vivir al cien por cien en esta obra.

Atlantis de Valentyn Vasyanovych
Calificación: 3.5 de 5 (Muy Buena)
Fuente: https://www.facebook.com/100036159626395/posts/421817655700218/
Fotografía: Destino Arrakis Blog