Por: Ventura Alfonso Alas. Subdirector para El Salvador del Portal Insurgencia Magisterial. Chalatenango. 15/06/2022
Dedicado a mis hijos Glenn y Valentina…
«Hijo es un ser que Dios nos prestó para hacer un curso intensivo
de cómo amar a alguien más que a nosotros mismos,
de cómo cambiar nuestros peores defectos para darles los mejores ejemplos y,
de nosotros, aprender a tener coraje. Sí. ¡Eso es! Ser madre o padre
es el mejor acto de coraje que alguien puede tener, porque es exponerse a todo tipo de dolor,
principalmente de la incertidumbre de estar actuando correctamente y
de perder algo tan amado. ¿Perder? ¿Cómo? ¿No es nuestro?
Fue apenas un préstamo… El más preciado y maravilloso préstamo
ya que son nuestros sólo mientras no pueden valerse por sí mismos,
luego le pertenece a la vida, al destino y a sus propias familias.
Dios bendiga siempre a nuestros hijos pues a nosotros ya nos bendijo con ellos»
José Saramago, Premio Nobel de Literatura.
En mayo recién pasado escribí un artículo dedicado a las madres, con especial atención a aquellas madres que sufrieron cruelmente los embates de la guerra civil salvadoreña (1980 – 1992). En aquel escrito apuntaba sobre el acontecimiento más difícil de ser madre, perder un hijo, ver que lo asesinaran, saber que estaba capturado, torturado y desaparecido. Evidentemente estos hijos también tenían padres; ¿Sufrieron y lloraron amargamente esa pérdida irreparable?
Sin parecer, ni ser arrogante; muchos lectores me han animado a continuar escribiendo y algunos que lo hiciera con énfasis para el padre. Ahora con un compromiso ético-moral dedico este artículo en homenaje a esta labor poco reconocida, a veces casi invisibilizada por sectores de la sociedad.
Indudablemente no tendría la misma pasión por escribir estas palabras si no hubiese vivido (desde 2009) la experiencia de ser padre, por eso mi agradecimiento especial a Glenn y Valentina por permitirme la dicha de compartir nuestras vidas; igual mi agradecimiento especial a Edith por tener la valentía de ser la mamá de mis hijos.
Igual que el día de la madre, el 17 de junio (día del padre en el salvador, desde 2012) tiende a comercializarse, en vez de reflexionar profundamente sobre el rol que desempeña este sujeto en una familia y la sociedad en general. Claro está que esta reflexión no se reduce a felicitar a papá y sorprenderlo con un regalito el día designado para hacerlo, sino a analizar críticamente sobre sus aciertos y desaciertos, sus virtudes y defectos, sus anhelos y esperanzas, su visión de familia y sociedad, su compromiso ético-moral y patriótico; su responsabilidad consigo mismo.
Cuando me refiero a una labor poco reconocida no pretendo justificar únicamente los factores exógenos, sino también a la contribución intrínseca (a través de su comportamiento como padre de familia), histórica y sistemática que han contribuido a tal desvalorización. La mujer se queda en casa: cocina, limpia, lava y plancha… cuida los niños. El hombre sale a trabajar y provee la casa. De hecho es muy común escuchar que mamá no trabaja, para referirse que no tiene una remuneración por todo su quehacer.
Este enfoque ha marcado muchos hogares salvadoreños y ha sido el libreto para muchas generaciones. Romper ese esquema ha significado décadas y décadas de lucha, en donde se ven reflejadas las relaciones de poder. Evidentemente este enfoque ha permeado generaciones completas y el modelo se ha continuado reproduciendo sistemáticamente, en complicidad con sectores dominantes de la sociedad salvadoreña que han empujado a mantener privilegios históricamente designados a los hombres.
Ahora bien, no dudo que a lo largo de la historia han existido padres abnegados que han roto paradigmas y han asumido responsablemente el rol de la paternidad, de una u otra manera; proveer a la familia de las necesidades materiales claro está que es una contribución importante para el funcionamiento familiar; otros han ido más allá, llamados por el amor de sus hijos, aparte de la función reproductora y material; han asumido la integralidad y complejidad familiar en lo educativo, en lo espiritual, en lo emocional, en los cuidados sanitarios; en la formación de sus hijos como ciudadanos sujetos de derechos y deberes.
En este accionar pienso en todos los esfuerzos paternales, que muchos se convierten en sacrificios: Durante la guerra civil salvadoreña muchos hombres padres de familia, ofrendaron lo más preciado que tenemos, la vida, para la construcción de mejores condiciones de vida para nosotros, sus hijos.
El carpintero, el constructor, el motorista, el jornalero, el cortador de café y caña de azúcar, el emigrante, el vendedor informal (ambulante), el vigilante, el policía, el mesero, el cocinero, el limpiavidrios, el cajero, el dependiente, el abogado, el profesor, el ingeniero, el arquitecto, el doctor… Todos sin excepción alguna trabajamos incansablemente para construir una mejor sociedad que acoja con mejores condiciones a nuestros hijos, luchamos desde los espacios familiares, laborales y sociales.
Es indiscutible el papel que juega un padre en la formación integral de nuestros hijos, ellos se convierten en nuestros embajadores ante la sociedad, heredan nuestros dioses y demonios, como bien lo dice Serrat en su canción “locos bajitos”. Aprenden la forma como resolver conflictos, cuando los encaramos porque han roto un foco o una ventana con una pelota, cuando han derramado comida sobre la mesa, cuando emergen los famosos berrinches y ponen a prueba nuestra paciencia.
A propósito del compositor español Juan Manuel Serrat quisiera compartir algunos fragmentos de su canción “locos bajitos”.
“A menudo los hijos se nos parecen
Así nos dan la primera satisfacción
Esos que se menean con nuestros gestos
Echando mano a cuanto hay a su alrededor
Esos locos bajitos que se incorporan
Con los ojos abiertos de par en par
Sin respeto al horario ni a las costumbres
Y a los que por su bien, hay que domesticar
Niño
Deja ya de joder con la pelota
Niño, que eso no se dice
Que eso no se hace
Que eso no se toca
Cargan con nuestros dioses y nuestro idioma
Nuestros rencores y nuestro porvenir
Por eso nos parece que son de goma
Y que les bastan nuestros cuentos
Para dormir…
Nos empeñamos en dirigir sus vidas
Sin saber el oficio y sin vocación
Les vamos trasmitiendo nuestras frustraciones
Con la leche templada
Y en cada canción
Nada ni nadie puede impedir que sufran
Que las agujas avancen en el reloj
Que decidan por ellos, que se equivoquen
Que crezcan y que un día
Nos digan adiós…”
No quiero repetir lo que está bien dicho por Serrat, sin embargo quiero resaltar elementos que me parecen relevantes. Nos empeñamos en dirigir sus vidas sin tener el arte de ser padres, nos empecinamos en las prohibiciones sin dejarles decidir. Debo aclarar que este escrito no responde a un manual de padre, no lo hay, menos pretendo disfrazarme de buen padre. Sin embargo el mínimo de experiencia que voy construyendo me va guiando y me descubre como ser humano, me va indicando que nosotros como padres no educamos a nuestros hijos, nos educamos juntos en un proceso dialógico que nos obliga a cambiar juntos. En ocasiones nosotros mismos les decimos a nuestros hijos mal(criados); sin reparar que nosotros somos los responsables de esa mal crianza.
Respeto profundamente los enfoques que cada familia adopta para criar y particularmente los padres, será el tiempo el que nos dirá si nos equivocamos en el proceso o acertamos; sin embargo hay temas que nos desafían como padres de familia y nos invitan a dedicar muchas energías para lograr ciudadanos de bien para la familia y la sociedad en la que convivimos.
El respeto y la defensa por los derechos humanos es sin lugar a dudas una de las mejores herencias que podamos inculcar en nuestros hijos. La felicidad de ellos dependerá en gran medida no solamente de la idea de éxito individual que podamos proyectar, sino de una construcción colectiva de una sociedad justa y humana. En ese sentido será importante seguir reafirmando valores de solidaridad y cooperación, versus el individualismo y el competir.
La defensa de la naturaleza en su conjunto es indispensable para construir mejor calidad de vida, necesitamos formar en nuestros hijos un enfoque EcoPerSocial[1] que supera una visión de individuo, es una necesidad formativa impostergable en un mundo que privilegia lo económico en todas sus dimensiones.
En una sociedad violenta como la nuestra dejar en claro a nuestros hijos que la filosofía de “ojo por ojo” nos dejará a todos ciegos, se convierte en una tarea imperante; construir colectivamente con nuestros hijos alternativas a la violencia es importante. No debemos seguir dando palos de ciegos y quitando diente por diente a todo mundo. Es emergente un enfoque no violento de educación a todo nivel paraque juntos nos liberemos de la violencia estructural.
Este junio 2022, particularmente el 17, pienso indudablemente en todos los padres de familia que ofrendaron sus vidas durante la guerra civil salvadoreña, igual en aquellos padres que perdieron a sus hijos en este mismo acontecimiento histórico. Reflexiono también en toda la horfandad producida por diferentes razones. Me hace pensar en los padres de los niños de la masacre en la escuela de primaria en texas en mayo recién pasado. Me hace mucho ruido el abandono de niños por parte de sus padres.
¿Será válido recordar las memorables películas: la vida es bella y en busca de la felicidad? Sin duda que, en particular les debo a mis hijos la dicha de haberme hecho crecer en sensibilidad hacia la niñez, por darme un curso intensivo sobre el amor a otro SER. Aprovecho también para externar mis disculpas, a mis hijos, por los errores cometidos como padre.
Fotografía: sigueme.net
[1] Enfoque ´EcoPerSocial´ referido a nuestro contexto personal, familiar, social y comunitario. Se trata de un enfoque donde dejamos de separar lo ecológico, lo personal y lo social, considerando que se trata de una UNIDAD (integrada) inseparable. Se basa en la filosofía de UBUNTU: ‘Soy porque Somos’. En ABACOenRed se ha ampliado esta expresión para fortalecer el sentir de ‘proceso’ y dice: “Soy siendo porque Somos siendo.” (Van de Velde & Ventura Alas, ¿Puede construirse “actitud cooperativa” en los participantes de un sistema educativo con un enfoque de competencias?, 2015)