Por: Fernando Zárate Temoltzi. Docente UPN 291. 25/05/2020
Para Marisol: ella sabrá los motivos…
Todos lo veían caminar por las calles del pueblo, pero nadie sabía quién era, ultimadamente quién le iba a prestar atención a un borrachín cuando había otras cosas mejores que hacer, hace poco había pasado la pandemia del COVID-19 y era necesario reactivar la economía del lugar, afortunadamente el impacto económico no había sido tan brutal como se especulaba y las lluvias del año del brote de virus habían sido abundantes, por lo que el pueblo ingresaba lentamente a la “nueva normalidad”.
Vivía cantando canciones a la entrada de los comercios, donde los dueños apresurados le regalaban ya sea una moneda, una tortilla, un pan duro, o alguna otra cosa que no utilizaran. Las personas estaban agradecidas con la vida después de que la pandemia se llevara consigo a medio pueblo y lo mostraban con algún grado de generosidad con él, quien utilizaba el dinero para comprar alcohol, jabón y, cuando le alcanzaba, algo de comida, la cual compartía con algunos perros que le hacían compañía, a veces los parroquianos que asistían a la cantina del pueblo lo llamaban y le pedían que les contara alguna anécdota, o que les enseñara algún truco matemático, a lo cual accedía a cambio de algún trago, sin embargo, su pasatiempo favorito era ir y sentarse en una banqueta a ingerir su bebida, y ya intoxicado retirarse a dormir a una casa abandonada en obra negra, en donde lo esperaban los perros, sus perros, como les decía, con quienes compartía su comida y a quienes, como si fueran personas, les hablaba de sus planes. En el pueblo decían que en esa casa habían matado a una persona y por temor no se acercaban ahí, lo cual garantizaba que nadie se acercaría a perturbarlo, ahí terminaba de ingerir el resto de la botella y guardaba un poco para el otro día, para la resaca.
Bryan y Brenda eran dos chicos muy alegres, se habían conocido en la universidad y ahí se habían enamorado, además del amor los unían otras cosas: como las aventuras extremas y el gusto por la bebida, además de su alegría por la vida y sus adicciones eran muy inteligentes, lo cual se reflejaba en sus notas sobresalientes, y es por ello que la madre de Bryan había decidido regalarle un auto, en tanto que el padre de Brenda había decidido incrementarle su mesada, ambos al salir de clases disfrutaban de ir a algún antro a intoxicarse y divertirse, cosa que por el coronavirus habían dejado de hacer, por lo que optaron mejor por adquirir los intoxicantes y alquilar la habitación de un motel, donde podían amarse e intoxicarse, para después cortarse la borrachera con una ducha e ir a casa, pero ese era un día especial, una amiga de ellos les había contado de las maravillas de los pueblos mágicos del norte del estado, aguas termales y lugares para descansar, todo lo que buscaban para relajarse en ese día en el que culminaba su año escolar.
En el pueblo muchos lo conocían por el mote de “el profe”, siempre acudía a realizar sus compras al pueblo cargando con su mochila roja, no era nativo de ahí, pero por su tono de piel todos asumían que era parte de ellos, él ya había adoptado parte de las costumbres del pueblo y saludaba a todos aquellos a quienes se encontraba en el camino, alegre y sonriente después de haberse despojado de los sufrimientos de dos matrimonios fallidos y de superar momentáneamente su alcoholismo estaba feliz, pues también se había enamorado de la más hermosa de todas las mujeres, quién lo había aceptado con la condición de guardar la secrecía de su relación, por lo que él no decía ni contaba nada de ello, pues se rompería el pacto y no había nada a que le tuviese más temor que dejar el paraíso de los brazos y los besos de su amada, además era profesor en una universidad muy acreditada, se sentía dichoso y aprovechaba cualquier momento para pensar en el amor de su vida, en la güerita como cariñosamente le decía, y agradecer a su Ser Superior por todas aquellas bondades que había guardado para él.
Brenda salió muy apresurada de su aula, quería compartir con Bryan la alegría que le causaba el que su profesor la hubiese reconocido como la mejor estudiante de su grupo, se lo había escrito por WhatsApp, pero deseaba darle la noticia de frente, en tanto Bryan también se encontraba recibiendo sus calificaciones y dadas las altas notas obtenidas, esperaba con ansias que terminara la clase para salir a ver a Brenda y compartir su emoción, ya estaba todo preparado para su salida y Michelle, quien era su compañera y les comento del sitio, serviría de guía en el viaje y después se iría a su casa, pues ahí residía, así que el pretexto para el viaje que manejaron con sus padres fue el que Michell los había invitado y pernoctarían en su casa, ¿que podría salir mal?
En tanto en el pueblo, el profesor recibió una terrible noticia que llenó de una inmensa tristeza su corazón, su amada tenía ciertas dudas existenciales, por lo que le pidió un tiempo para resolverlas, y cierto día se marchó, y con su partida se apagó la vida del profesor, espero noticias de ella, intento rastrearla en donde le había dicho que iría y nada, nadie sabía de ella, su vida se desplomó totalmente, ya no acudió a trabajar, si bien tenía algunos ahorros el desastre financiero los había devaluado, por lo que comenzó a acumular deudas, su hijo, que vivía con él, termino por irse, algunos dicen que al verlo así lo abandono, pero la realidad es que él le pidió que se fuera, ahora que aún tenía algunos bienes y que los vendiera, para eso eran los bienes, para remediar los males, decía. Quedo en la más angustiosa soledad e inmerso en la más profunda tristeza, dejo de comer y sus salidas se volvieron menos frecuentes, pero siempre al amanecer se bañaba, se cambiaba la ropa, se perfumaba y aseaba la casa, pues lo que lo mantenía vivo era la esperanza de que ella regresaría con sus dudas resueltas y formarían una pareja feliz, más el tiempo pasaba y ella no regresaba, llegó el desalojo y se trasladó a aquella casa abandonada y en obra negra, sin dinero para comprar siquiera un rasurador le había crecido la barba, pero debía estar limpio, pues a ella no le gustaría verlo sucio.
Brenda, Michelle y Bryan subieron al auto, era un día soleado, en dos horas estarían en el pueblo mágico, así que condujeron hacia la estación de combustible, llenaron el tanque y compraron golosinas y unas botellas de licor para el viaje, el cual transcurrió entre bromas y risas, al pasar por el pueblo Michelle les dijo que la comida en el tianguis de ahí era muy buena y barata, pero por las secuelas del COVID-19 solo podría acceder una sola persona, y continuaron su camino hacia el pueblo mágico, donde al llegar fueron directamente a los baños termales, ahí nadaron y al sentirse agobiados por el olor a sulfuro decidieron salir, Michelle los invito a comer a su casa, donde estuvieron hasta la tarde, posteriormente salieron a dar una vuelta al pueblo, ahí Michelle les recomendó una bebida tradicional del lugar, la cual adquirieron pues era muy barata, pasaron a dejar a Michelle y se dirigieron al sitio que les había recomendado para dedicarse a ellos, tenían licor, comida chatarra y tiempo, por lo que iniciaron el consumo de las botellas, las cuales ingirieron entre bromas para después dedicarse a la pasión, la cual los envolvió hasta que los sorprendió el amanecer y un furioso mensaje del padre de Brenda, que había hablado a la casa de Michelle, pero quien había respondido fue la mamá de ella, comentándole que ya hace tiempo habían salido de ahí, Brenda y Bryan decidieron volver inmediatamente, de manera apresurada e imaginando muchas cosas terribles abordaron el auto y emprendieron el regreso a una alta velocidad, más sin embargo, al tomar una curva y dados los niveles de intoxicación de Bryan, quién a pesar de ser un conductor experto, el auto volcó.
Todos lo veían por ahí, deambulaba por todo el pueblo, a veces caminaba con los ojos nublados por el llanto, pero a nadie le importaba la vida de un beodo, aunque a veces las personas preguntaban por el profesor y se contaban muchas anécdotas de él, desde que habían entrado a robar a su casa, lo habían descubierto solo y ahí le dieron muerte para después arrojar su cuerpo a un barranco, hasta aquella historia de que se había ido al gabacho, nadie volvió a saber de él, ni siquiera su hijo, quién regreso a comunicarle que su abuelo, su padre, había muerto, nadie reparaba que el borrachín aquel era precisamente el profe, había comenzado a beber nuevamente a pesar de que su padrino de A. A. le dijo que su Ser Superior le había perdonado la vida y le había dado una nueva oportunidad, pero que si volvía a intoxicarse, entonces lo que le esperaba era la
muerte, y era precisamente lo que buscaba, no podía acabar con su vida, pues los alcohólicos son muy cobardes para hacerlo, además aun guardaba la esperanza de volverla a ver, y el hecho de ir a beber en esa banqueta no era algo fortuito, era el frente de la casa de ella, y ahí se sentaba todas las tardes con la esperanza de verla salir, con la esperanza de ver encendida una luz, era su más grande anhelo volver a verla y decirle cuanto la amaba, pero una vez que llegaban las sombras de la noche y con el llanto en los ojos, abandonaba la empresa y se iba a esa casa en ruinas, a convivir con los perros, con sus perros, y mientras consumía el resto de la botella les contaba como seria su vida una vez que ella regresara, así hasta quedarse totalmente inconsciente.
De manera insólita salieron del auto que había quedado casi bocarriba, los había detenido una cuneta llena de maleza, con muchas dificultades lo voltearon y vieron que no tenía un solo arañazo, solo estaba totalmente cubierto por una fina capa de polvo, lo abordaron y ahí encontraron sus zapatos, estaban temblando, un temblor involuntario pero muy fuerte que no los dejaba hablar, Bryan sugirió que un trago de licor los tranquilizaría, pero Brenda se opuso argumentando que fue precisamente el abuso en el consumo de alcohol lo que ocasionó la volcadura donde pudieron morir, y que jamás volvería a ingerir un solo trago de licor, no muy convencido Bryan se recostó en el asiento del auto hasta que el temblor pasó, decidieron retomar el camino de regreso y para su sorpresa el auto encendió, lentamente comenzó a manejar.
Ese día tuvo un sueño muy extraño, totalmente intoxicado había soñado con su madre, quien en el sueño lo había reconfortado y entre lágrimas le había dicho que sinceramente le pidiera a su Ser Superior que terminara ya con su sufrimiento, le recordó que ella había fallecido el día de su cumpleaños y que ese día era el de él, así que era un día especial, con esto en mente se levantó de madrugada, ordeno los cartones que utilizaba de colchón y se aseo lo mejor que pudo con el agua que salía de la manguera del sistema de distribución y que escondía para utilizarla, una vez aseado se dispuso a salir al templo más cercano, al entrar se arrodilló e inició su oblación tal como se lo sugirió su madre en el sueño, pero le pidió a Dios antes de morir dos cosas, volver a ver a su amada y que su muerte no fuera en vano.
El regreso para Bryan y Brenda se daba en absoluto silencio, la experiencia vivida los tenia absortos en el camino, entonces Brenda sugirió pasar al pueblo que les había comentando Michelle y comprar algo para comer y beber, pues ambos tenían la boca seca por la emoción, Brenda busco su bolso dentro del automóvil y lo encontró junto con la botella de licor barato que habían comprado y le dijo a Bryan que se deshiciera de ella, pues por lo que habían pasado y por lo que le esperaba en casa no tenía la menor intención de volver a beber alcohol, y que si él la tenía, entonces lo mejor era terminar ahí su relación, llegaron al pueblo y Brenda bajo del auto, Bryan no podría acompañarla pues sólo podía ingresar una sola persona, al descender del auto Brenda le dijo que lo pensará puesto que en unos momentos tendría que enfrentar a su padre y que de su decisión dependía el pedirle que la acompañara o no a hacerlo; comenzó a caminar y se encontró a un vagabundo a quién le pregunto por dónde podía entrar, y tras escuchar las instrucciones se dirigió a la entrada, no antes de ver con sorpresa que en su bolso ya no había el dinero suficiente para comprar lo que había pensado, pero traía algunas tarjetas bancarias, pregunto a las personas donde podía encontrar un cajero automático y le indicaron que a pocas cuadras había uno, por lo que se dirigió ahí esperando que la caminata le ayudara a despejar sus ideas.
Salió del templo y decidió recorrer la ruta que caminaba con su amada, así que enfiló sus pasos hacia el hospital y realizó el recorrido, como siempre pensando en ella y en lo feliz que era cuando caminaban juntos, además ese día era día de tianguis y podría ganarse unas monedas cargando bultos y bolsas, así que casi al terminar el recorrido enfilo sus pasos hacia allá, atravesó la carretera y se sentó en la banqueta a esperar que incrementara la concurrencia, como solo podía ingresar una persona podía cargar las bolsas de aquellas mujeres que, por solo unas monedas, se liberarían del peso del mandado, entonces pasó un auto y la pasajera al bajar le pregunto por dónde podría entrar, a lo que amablemente le indico como llegar y las condiciones para ingresar, la joven mujer emprendió a píe el camino mientras el conductor estacionaba el auto.
Bryan vio como Brenda le preguntó al vagabundo mientras se preguntaba si destapaba o no aquella botella, sentía todo el peso de la resaca y su organismo se lo demandaba, más sin embargo amaba a Brenda, por lo que decidió deshacerse de ella, descendió del auto y le pregunto al vagabundo donde podría hacerlo, sin embargo, este al ver la botella le pidió que mejor se la regalara, a lo que Bryan accedió de buena manera, le caerá mejor al teporochito que dejarla en el basurero, pensó para sus adentros, pero viendo como este la abrió y comenzó a sorber el licor con fruición, estuvo a punto de pedirle un trago, luego se arrepintió y decidió sentarse a esperarla ahí, en la baqueta.
El conductor del auto bajo con una botella en la mano y le preguntó dónde podría tirarla, pero ¿cómo pretendía deshacerse de algo tan valioso? Así que le pidió que se la regalase y Bryan sin más se la dio, él la destapo y comenzó a beber, sintiendo como el alcohol entraba en su organismo, y quemando sus entrañas distendía sus nervios hechos añicos, se sintió bien y le agradeció el gesto de amabilidad al conductor del auto, quien no le hizo mucho caso pensando en lo que seguía, enfrentar o no al padre de su novia, entonces el borrachín, como un gesto de agradecimiento le dijo que si traía algún recipiente y un trapo, podría lavar su auto, a lo que el conductor comento que no, el borrachín se sentó a su lado y viendo su preocupación comenzó su alocución, señalándole que confiara en Dios, pues todo se arreglaría, y para hacerle platica y tratar de que se olvidara de sus penas, comenzó a contarle la anécdota de su vida, de cómo había sido un profesionista exitoso y como el alcohol se lo arrebato todo, esposas, hijos, trabajo, casa, pero a pesar de todo ahí seguía, y entre tragos de licor le contó de su gran amor y de su grande esperanza de volverla a ver, entonces su interlocutor se levantó molesto y se fue a su auto.
Brenda, habiendo hecho las compras, regreso dónde Bryan, quién ya sin ninguna duda le confeso su amor, y entre mordida de taco y sorbo de refresco comenzaron nuevamente a bromear, entonces Bryan le contó lo que el vagabundo le dijo, cómo se levantó sin despedirse de él, sin siquiera darle las gracias por el consejo, pues estaba a punto de arrebatarle la botella y darle un buen trago, pero sintió miedo por la posibilidad de que ella terminara con todo, pues amaba a Brenda, quien le dijo que también lo amaba, y siguieron su camino mientras acordaban como enfrentarían al padre de ella.
Se levanto de la banqueta, tenía una botella de licor en la mano, al menos ya no tendría que buscar con que comprarla ese día, el día de su cumpleaños, así que emprendió el regreso al sitio donde pernoctaba, y vio la calle, aquella calle donde vivía su amada, y entonces sucedió, a través de esos lentes sucios y opacos por las rayaduras, le pareció ver a la figura amada, es ella, le avisó su corazón, y comenzó a caminar hacia donde estaba, y en efecto, era ella, que había regresado, estaba descargando sus pertenencias cuando creyó ver a alguien conocido, alguien a quién reconocía por su manera de caminar, entro a dejar sus maletas y salió, pero ya no vio nada, regresó a continuar con su labor pensando si todavía esa persona que creyó ver aún vivía en el pueblo, había pasado casi un año desde su partida, pero cuando quiso llamarle, nadie le contestó.
La vio, era ella, el amor de su vida había regresado, todo cambiaria, trato de gritar su nombre, pero ningún sonido salió de su boca, quiso correr hacia ella, pero en cambio las fuerzas lo abandonaron, cayo de bruces al piso, rompiendo en su caída la botella, sintió ahí la primera convulsión y su cuerpo se estremeció como si un relámpago le hubiese tocado, la segunda fue más suave y en ella se le fue la vida, en el intervalo entre las convulsiones sonrío, pues comprendió que su Ser Superior, generoso al verlo en esos trances de sufrimiento, le había concedido los dos deseos que pidió, ver por última ocasión a la mujer que más amo en el mundo y que su muerte no fuera en vano, pues había ingerido el licor adulterado contenido en esa botella, contenido que Bryan hubiese ingerido.
Tal como lo pidió, Dios le concedió los dos deseos que fervorosamente pidió y envío a la muerte, quien llego pronta a terminar con su vida de sufrimiento, quedando su cadáver ahí, con esa sonrisa en su rostro con la cual mucha gente lo recordaba, lo que ni Dios ni la muerte pudieron evitar fue el hecho de que, aún muerto, su sangre no dejo de conjuntarse con el licor.
Fotografía: El Progreso de Lugo.