Top Posts
Cirrus Minor: “Nina Simone: RTL & BD Music...
PSICOTERAPIA DE ROCK INTENSIVA: “THE CURE: SHOWS OF...
REDONDO: “Trilogía del Proletariado”
El poder de los cuentos orales para favorecer...
Alana S. Portero: «El cinismo es reaccionario»
En Oaxaca los derechos de las niñeces y...
El gobierno de Andrés Manuel López Obrador, frente...
La CNTE respalda las acciones de la CETEG...
Suicidios y accidentes deben ser investigados como feminicidios...
Día 5| No puede haber justicia climática sin...
  • Colectivo Insurgencia Magisterial
Insurgencia Magisterial
Banner
  • Inicio
  • Nosotros/Legal
  • Directorio
  • Alianzas
  • Columnistas
  • Voces que seguimos
  • NEM: materiales y debates
Espacio principalEspacio secundarioLuis Armando González

Lo tradicional, ¿es en verdad tan deleznable?

por RedaccionA noviembre 2, 2022
noviembre 2, 2022
Veces que se ha leído este Artículo: 477

Por: Luis Armando González. 02/11/2022

Con demasiada frecuencia escucho en diferentes espacios –incluidos algunos espacios académicos— el uso de la palabra “tradicional” como algo negativo, es decir, en un sentido mediante el cual algo es declarado no sólo obsoleto, sino pernicioso. Así, en algunos ambientes se ha vuelto común el que baste con denominar a algo que no gusta (o que se busca anular) como “tradicional” para que se asuma que ese algo es inservible e incluso deleznable. Y cual meme que se propaga sin resistencia, se van multiplicando las voces que reiteran el tradicionalismo –y lo inservible y nocivo— de aquello que es objeto de tal etiqueta, dígase “los partidos tradicionales” o “la educación tradicional”.

Es probable que muchos de los que repiten la fórmula no hayan reflexionado sobre si su uso es adecuado o sobre si declarar que algo es “tradicional” lo convierte automáticamente en nefasto o lo dota de una antigüedad más antigua que los calendarios. Más aún, probablemente no caigan en la cuenta de que descalifican a la “educación tradicional” o a los “partidos tradicionales”, por ser tradicionales, pero no a las celebraciones navideñas o de semana santa que son tradiciones puras y duras.

Dicho de otra forma, un análisis básico del uso peyorativo de la palabra “tradición” revela que ese uso aplica sólo a ciertos hechos, acontecimientos o instituciones; en concreto, a aquello que, desde ciertos intereses y compromisos, se quiere declarar obsoleto y negativo. La pregunta de fondo, sin embargo, es si eso que se declara obsoleto y negativo, aplicándole el calificativo de “tradicional”, en realidad lo es. Mirar a la realidad es un hábito que está de capa caída en una época en la cual reiterar fórmulas fáciles ahorra el esfuerzo de la reflexión y el análisis.  Es un hábito que no debería dejarse desfallecer, aunque las ilusiones sean más cómodas o agradables que la realidad.

Situémonos en El Salvador y veamos, por ejemplo, el caso de la llamada “educación tradicional”. Una cosa que llama la atención en quienes la minusvaloran (o declaran inservible o una fuente de males educativos) es la poca claridad sobre lo que entienden por ella. ¿De dónde a donde abarca? ¿Es todo lo que se hizo en educación antes de la llegada de las modalidades virtuales? ¿O acaso la educación tradicional es aquello previo a la reforma educativa de los años noventa? ¿O acaso lo previo a la reforma educativa de Walter Béneke?

Son preguntas gruesas e inevitables. A ellas se añaden estas otras: ¿cuáles son los componentes tradicionales de la educación en esos distintos momentos históricos? ¿De qué manera esos aspectos tradicionales tienen efectos (negativos o positivos) en los procesos de enseñanza aprendizaje, en la integración social y en la ciudadanía? Sin duda, estas interrogantes no pueden ser abordadas si no se tiene una idea precisa de lo que significa tradición: para los que no lo saben, significa transmisión (de una generación a otra) de prácticas, símbolos y significados, o sea una transmisión de cultura.

Las tradiciones (y las culturas) se van forjando a lo largo del tiempo, van cambiando y algunas van desapareciendo, siendo reemplazadas por otras. En fin, lo que se llama “educación tradicional” en El Salvador es el resultado un largo proceso de forja educativa en el que hay aspectos que vienen bastante atrás en el tiempo y otros que vienen (y que se han afianzado con fuerza) desde la segunda mitad del siglo XX, cuando la modernización fue la bandera de los gobiernos, modernización que, por cierto, era ofrecida como opuesta a la “tradición”.     

Por supuesto que en el presente algunos de los que hablan de la “educación tradicional” insisten en algunas de las características y bondades de la educación virtual. Me he fijado en tres: autodidactismo, pensamiento crítico y autonomía. Pues resulta que eso tres aspectos han estado presentes en la educación desde antes de la virtualidad educativa. Para el caso, León Tolstoi –quien escribió Guerra y paz (1865) fue un extraordinario autodidacta. Y no fue el único: la formación autodidacta ha sido permanente desde hace mucho tiempo en las distintas sociedades, incluida la salvadoreña. Yo mismo soy un autodidacta, y sé que una formación así tiene el riego de la dispersión y el desorden mental, lo cual es suplido por la sistematicidad que, usualmente, se aprende (y yo aprendí) en la educación formal.

En cuanto al llamado pensamiento crítico, se remonta, como mínimo, hasta Karl Marx. Y el siglo XX fue el siglo de la crítica; y ésta, a mediados de los años 50 de ese siglo, se hizo presente en la política y la cultura de América Latina. La reflexión crítica, el análisis de los contextos y las implicaciones prácticas del conocimiento cobraron vigencia, en pugna con la memorización mecánica y descontextualizada propias de la educación de entonces. Mi educación en los años 70 y 80 es resultado de los esfuerzos de quienes, mis maestros y maestras, realizaban su labor docente en el entrecruzamiento de lo memorístico mecánico y el espíritu crítico.  Ese es el contexto en que se entiende bien la recepción, en esos años y en El Salvador, de Pedagogía del oprimido de Paulo Freire.

Y de la autonomía educativa puedo decir que es una aspiración que se remonta a Kant y a la Ilustración, en el siglo XVIII. O sea, es una aspiración (y una práctica) antigua, al igual que la formación autodidacta. La educación salvadoreña de los años setenta y ochenta del siglo XX, de la que soy hijo, exigía una autonomía extraordinaria a los estudiantes, no sólo para pensar por cuenta propia, sino para acceder a los recursos formativos básicos, como libros o instrumentos y materiales para tareas ex aula. Había, pues, mucho trabajo para un estudiante, que, si quería salir adelante, debía poner su mejor empeño. Autonomía quiere decir valerse por uno mismo, sin la tutela de otro. Pues de eso se trataba en aquellos años en los que me formé como bachiller y licenciado.

Lo anterior no quiere decir que la educación virtual no tenga esos tres componentes. De hecho, en mis mejores experiencias como docente en modalidad virtual esos componentes han estado presentes, lo cual me ha llenado de alegría. Lo que quiero decir es que no son nuevos, sino que hacen parte de una muy buena tradición educativa que, espero, no se pierda nunca.

¿Significa entonces que entre la educación virtual y la presencial (“tradicional”) no hay diferencias? Por supuesto que las hay, y comprender cuáles son puede ser de gran ayuda a la hora de elegir lo más útil de cada una de ellas en cada circunstancia. ¿Quiere decir, entonces, que una de las dos modalidades educativas es mejor (o superior) que la otra? De ninguna manera. Como en toda obra humana, no hay nada perfecto, y tanto la una como la otra tienen defectos y debilidades, pero también tienen puntos fuertes que si se saben ensamblar pueden apuntalar de mejor manera los procesos educativos. Desde mi punto de vista plantear el asunto como “lo uno o lo otro” no es correcto; quizás sea mejor decir “lo uno y lo otro” no en abstracto, sino según sean los propósitos educativos que se persiguen.

En fin, como lo muestra la tradición crítica en educación –una tradición humanizadora de largo aliento— lo tradicional no es tan deleznable como se nos quiere hacer creer. Asimismo, hay tradiciones que tejen lo mejor de lo que somos; y hay otras que tejen lo peor y lo, que es más grave, algunas de las “novedades” más aberrantes son un brote suyo.           

Fotografía: https://ens9001-infd.mendoza.edu.ar/sitio/la-educacion-como-practica-de-la-libertad-fragmento/

Compartir 1 FacebookTwitterWhatsapp
RedaccionA

noticia anterior
El SNTE en Veracruz traiciona nuevamente al magisterio
noticia siguiente
Los libros prohibidos y el control del pensamiento

También le podría interesar

Las siete “C” de la educación

noviembre 28, 2023

Educación y perspectivas de Huancavelica, Perú

noviembre 27, 2023

S.O.S. pide la Educación en Chile

noviembre 18, 2023

Visitantes en estos momentos:

335 Usuarios En linea
Usuarios: 89 Invitados,246 Bots

Unidad de Investigaciones Periodísticas de la UNAM

Artículos por AUTORES

Artículos publicados por FECHA

diciembre 2023
L M X J V S D
 123
45678910
11121314151617
18192021222324
25262728293031
« Nov    

Artículos más leídos esta semana

  • 1

    El TotopoGate de la Universidad Autónoma de Sinaloa

    noviembre 18, 2023
  • 2

    La CNTE respalda las acciones de la CETEG y repudia las declaraciones infundadas del presidente AMLO

    noviembre 30, 2023
  • ¿Cuáles son los elementos de una historieta?

    febrero 15, 2017
  • 4

    El poder de los cuentos orales para favorecer la comprensión y la equidad

    noviembre 30, 2023
  • 5

    El gobierno de Andrés Manuel López Obrador, frente a la violencia es ignominioso; Red Nacional de Refugios

    noviembre 30, 2023
  • 6

    Día 5| Las productoras de café: más allá de una tasa del aroma y sabor

    noviembre 30, 2023
  • 7

    En Oaxaca los derechos de las niñeces y adolescencias retroceden con nueva Ley

    noviembre 30, 2023
  • 8

    Descontento magisterial

    noviembre 30, 2023
  • 9

    Alana S. Portero: «El cinismo es reaccionario»

    noviembre 30, 2023
  • 10

    Día 5| No puede haber justicia climática sin justicia de género

    noviembre 30, 2023
  • 11

    AMLO no nos ha querido atender; sólo pedíamos uno o tres minutos: Ceteg

    noviembre 30, 2023
  • 12

    Los jesuitas de la UCA en mi caminar universitario (I)

    noviembre 25, 2023
  • 13

    Suicidios y accidentes deben ser investigados como feminicidios en la iniciativa de Ley Mariana Lima Buendía

    noviembre 30, 2023
  • 14

    Milei, “el falacias”. ¿Esa mentira te hace feliz?

    noviembre 29, 2023

Vanesa Monserrat. Argentina

Rolando Revagliatti. Argentina

Juan Antonio Guerrero O. México

Raúl Allain. Perú

Carolina Vásquez Araya

Ilka Oliva-Corado

Javier Tolcachier

Columna: CORTOCIRCUITOS

Manuel I. Cabezas González

Luis Armando González

Iliana Lo Priore

Jorge Salazar

Adolfo del Ángel Rodríguez

Oswualdo Antonio G.

José Eduardo Celis

Daniel Suárez

Güris J. Fry

Jorge Díaz Piña

Ángel Santiago Villalobos

Andrés Brenner

Alejandra Cortina

José Carlos Buenaventura

Luis Palacios

BIBLIOTECA de ÁBACOenRed

Suscríbete

Acepta recibir notificaciones

@2020 - Insurgencia Magisterial

Insurgencia Magisterial
  • Inicio
  • Nosotros/Legal
  • Directorio
  • Alianzas
  • Columnistas
  • Voces que seguimos
  • NEM: materiales y debates
Insurgencia Magisterial
  • Inicio
  • Nosotros/Legal
  • Directorio
  • Alianzas
  • Columnistas
  • Voces que seguimos
  • NEM: materiales y debates
@2020 - Insurgencia Magisterial

Leer también:x

Indígenas: condenados por la escuela mexicana.

julio 13, 2016

Las Fundaciones. Transformar la educación… en otra...

agosto 14, 2022

Cómo queremos ser educados

junio 4, 2021