Por: Marlene Escobar Hernández. Licenciada en Administración Educativa y Maestra en Desarrollo Educativo. Cursa el Doctorado en Política de los Procesos Socioeducativos, UPN Ajusco. 14/11/2024
El pasado 24 de octubre, en un video dirigido a los colectivos docentes a propósito de la segunda sesión ordinaria de Consejo Técnico Escolar, el secretario de Educación Pública, Mario Delgado se refirió a la revalorización magisterial; dijo que para apuntalar la centralidad del trabajo pedagógico, había que cuidar y proteger el tiempo de los docentes de manera que lo dediquen a la enseñanza y no a tareas administrativas, al ejercicio de su autonomía en los Consejos Técnicos Escolares como espacios de construcción cuyo impacto sea visible en las escuelas y el quehacer de los maestros. Días después, al término de una reunión con la Comisión de Educación de la Cámara de Diputados, reiteró la promesa de liberar a docentes de cargas administrativas[1].
La promesa de reducir la carga administrativa a los docentes no es nueva; desde hace una década, media docena de titulares de la SEP han dicho lo mismo. Pareciera que mientras más prometen, más invocan la llamada carga administrativa.
¡Prometer no empobrece!
Los cuatro secretarios de educación emanados de la 4T han prometido descargar a los docentes de tareas administrativas. El primero de ellos, Esteban Moctezuma, ordenó la aplicación de una encuesta para conocer qué actividades consideraban los docentes que eran parte de la carga administrativa y cuánto tiempo dedicaban a realizarlas. Los resultados nunca se presentaron oficialmente, pero a raíz de ello se simplificaron las boletas de calificación, se eliminaron los clubes del Nuevo Modelo Educativo 2017 y se establecieron días específicos para la descarga administrativa relacionada con la evaluación.
A diferencia de otros titulares de la SEP que hicieron la misma promesa, los de la 4T asociaron el discurso oficial sobre la reducción de la carga administrativa con la revalorización magisterial; aplicando una lógica extremadamente simplista, suponen que al disminuir la primera, en automático ocurriría la segunda.
No habían transcurrido ni un año y medio del primer gobierno de la transformación, cuando el confinamiento debido a la pandemia por COVID-19 sepultó cualquier posibilidad de reducción de cargas administrativas. Lo que ocurrió fue todo lo contrario: el trabajo pedagógico y administrativo aumentó sustancialmente.
Un año y medio después, apenas se había levantado el confinamiento cuando los docentes ya tenían encima otra reforma curricular acompañada de nuevos componentes, entre ellos el diseño de programas analíticos y la evaluación formativa.
Botones de muestra del aumento de trabajo: el ciclo escolar 2023-2024
Con base en los hallazgos de una investigación en curso, fue posible conocer de primera mano a qué se enfrentaron los docentes durante este ciclo escolar y cómo desarrollaron su trabajo en un escenario de cambio curricular caracterizado por nuevos conceptos, lenguajes, metodologías y formas de evaluación distintas
Las clases aun no comenzaban, pero los docentes ya estaban trabajando; realizaron actividades antes, durante y después para el Consejo Técnico Intensivo y Taller de Formación Continua Fase Intensiva previamente contemplado en el calendario escolar. Nótese el énfasis en lo intensivo, esto debido a que dos actividades que antes tenían su propio tiempo y espacio, ahora se realizan simultáneamente.
Por más que se diga que el CT es un espacio para compartir experiencias, reflexionar en colectivo y tomar decisiones, el formato acartonado de reunión a partir de unas Orientaciones impuestas de arriba a abajo, ha generado más trabajo ya que al final se deben entregar los productos de la sesión.
Cuando comenzaron las clases, una avalancha de evaluaciones diagnósticas les cayó encima: la de MEJOREDU, SiSAT o cualquier otra inventada por autoridades locales. Los docentes debieron acusar de recibido y después enviar informes de manera electrónica y al personal directivo de sus escuelas.
Respecto a las juntas con los padres de familia, hasta hace algunos años era común destinar ese tiempo para conversar con ellos sobre asuntos de conducta, formas de evaluar, toma de acuerdos sobre festivales, etc. Esto ha cambiado significativamente.
Durante el ciclo escolar 2023-2024, para llevar a cabo estas reuniones, los docentes elaboran la orden del día así como minutas de los acuerdos tomados; por iniciativa propia, una docente aplicó dos evaluaciones a su desempeño, solicitó a los padres responderlas. Otra realizó dinámicas de integración; por indicaciones del director de su escuela, otra hizo presentaciones y las expuso durante el día de la junta con los padres de sus estudiantes. Parece carga administrativa, pero en realidad es trabajo.
Los informes de evidencias se multiplican y no tienen fin. Los docentes dan cuenta de las actividades realizadas para atender las estrategias nacionales de lectura; igualdad de género para combatir cualquier expresión de violencia y acoso; educación inclusiva; prevención de adicciones. En el Plan y Programas de Estudio, los Procesos de Desarrollo de Aprendizajes (PDA), incorporan contenidos al respecto, sin embargo, para el sistema esto no es suficiente; exige a los docentes entregar documentos de seguimiento y atención a estas prioridades; a menudo, desde diferentes instancias les solicitan la misma información con formato distinto, aun cuando la escuela ya cuenta con ella y aun así la piden. ¿Suena a duplicidad de actividades? En efecto, lo es.
Para hacer un evento, por nimio que sea, elaboran una serie de documentos: orden del día, calendario de ensayos, acuerdos firmados sobre la decoración y otras actividades previstas. Cuando hay actividades extraescolares, diseñan y entregan los permisos con una larga lista de especificaciones indicadas en el protocolo correspondiente. Además, se encargan de recoger y entregar el dinero en la dirección, llenar formatos de pagos, elaborar el reglamento y distribuirlo entre sus estudiantes, además de hacer los gafetes de su grupo.
En cuanto a la evaluación formativa propuesta en el nuevo Plan de Estudios, las tareas y actividades se multiplicaron; para dimensionar el asunto, veamos un ejemplo: si un docente tiene 20 estudiantes en su grupo, evalúa cuatro campos formativos y las autoridades educativas dieron la indicación de incluir dos observaciones por cada estudiante, el resultado es la inclusión de, al menos 160 sugerencias por cada trimestre; al multiplicarlo por tres, la cifra resulta abrumadora: hay que redactar 580 sugerencias, más asignar las calificaciones y promedios finales. Aquí una acotación: las sugerencias no son una cuestión que se resuelve con un “¡tú puedes!” o “¡échale ganas!”, representa tiempo, esfuerzo, un elevado consumo de energía mental porque hay que argumentar.
El ejemplo anterior muestra la complejidad del proceso de evaluación, una labor titánica para los docentes. Construir los reactivos, identificarlos en cada campo formativo, que sean congruentes con los proyectos realizados; una vez elaborados, someterlos a consideración y aprobación del o los directivos, efectuar las correcciones requeridas. Una vez aprobados por los directores, hay que imprimirlos y armar los juegos de cada estudiante. El día de la aplicación, entregarlos., supervisar al grupo y recogerlos. Después corregir y calificar.
Si bien es cierto que una responsabilidad inherente a la docencia es evaluar los aprendizajes, de un tiempo a esta parte los docentes se ven sometidos a una mayor vigilancia en el cumplimiento de esta tarea, tanto por parte del sistema como de los padres de familia; ahora deben incluir sugerencias, utilizar rúbricas, listas de cotejo, redactar observaciones; en resumen, evaluar conlleva mayor especificidad y dedicación en un marco institucional de mayor control.
El día de la descarga administrativa merece un comentario aparte. Las autoridades educativas esperan que el trabajo realizado por los docentes durante todo un trimestre sea sistematizado y cargado en una plataforma en cinco horas, es decir, en una jornada de trabajo. Los docentes, a sabiendas de eso resulta casi imposible, comienzan mucho antes a evaluar, poco a poco concentran la información en sus propias bases de datos elaboradas por iniciativa propia.
Conforme se acerca la fecha de la descarga establecida en el calendario escolar, comienzan a obtener los porcentajes de los indicadores por cada estudiante; se trata de una labor que siempre hacen en casa. Como ya adelantaron la evaluación, el día de la descarga se encargan de vaciar la información en la plataforma diseñada para tal fin por la SEP.
En el camino ocurren situaciones inesperadas. Por ejemplo, durante la descarga correspondiente al segundo periodo de evaluación, una docente asistió a un Taller de PENSIONISSSTE, debió regresar a su escuela para hacer el vaciado de calificaciones y sugerencias.
Las bitácoras de evidencias e incidencias están presentes todo el tiempo, se utilizan para documentar el acontecer cotidiano en las aulas, justificar decisiones, o en caso de algún conflicto o desacuerdo, los docentes las elaboran como mecanismo de protección para evitar posibles sanciones.
Está también la activación del protocolo en caso de accidentes; una docente comenta que una de sus alumnas sufrió un accidente, por lo que tuvo que activar el Va Seguro; se comunicó con la familia y explicó lo sucedido, así mismo, se encargó de elaborar un informe detallado, firmarlo y entregar una copia al personal de dirección.
El cierre del ciclo escolar es un auténtico maratón: inventario de bienes, fichas técnicas por alumno y por grupo, estadística 911, informe de rendición de cuentas, bitácoras, evaluaciones, expedientes de cada estudiante; hubo quienes hasta un FODA de su grupo hicieron.
Este desglose de tareas y actividades tienen un común denominador: documentar el quehacer de los docentes en diversas áreas, así como el cumplimiento de sus responsabilidades a lo largo del ciclo escolar. Las regulaciones diseminadas en infinidad de disposiciones normativas, así lo exigen, para todo hay un formato, cualquier cosa debe reportarse. Los docentes deben justificar permanentemente todo lo que hacen, así es como está configurado el Sistema Educativo Nacional.
No es carga administrativa, es exceso de trabajo no pagado
Los docentes deben llenar formatos, resolver cuestionarios o elaborar informes constantemente; todo esto es apenas una parte del volumen de trabajo al que están sometidos durante cada ciclo escolar. Después de un cada vez más reducido período de receso, vuelven a comenzar un ciclo en el que ya tienen nuevas responsabilidades.
No bien han terminado terminan ciertas tareas y actividades cuando ya tienen otras encima que les exigen más esfuerzo y tiempo debido a su especificidad y complejidad; es el caso de la atención a alumnos con distintas discapacidades, la prevención de la violencia o el consumo de sustancias, más lo que se acumule. Una cantidad importante de esas tareas y actividades son atendidas en horarios fuera de la escuela, es decir, en casa, por ende, no hay retribución por su elaboración.
De acuerdo con los hallazgos de investigación, en promedio, un docente de educación primaria pública en la Ciudad de México trabaja 10 horas adicionales en casa, pero su salario cubre únicamente las 25 horas de la jornada, aunque también hay excepciones, pues si las necesidades del servicio así lo requieren, permanecen más tiempo en su centro de trabajo para atender cuestiones como el montaje del periódico mural, limpieza del salón, preparar espacios para eventos, entre otras.
Es tiempo de llamar a las cosas por su nombre: no es carga administrativa sino un modelo de trabajo basado en la superexplotación, donde los docentes realizan cada vez más actividades durante la jornada y dedican cada vez más tiempo los fines de semana o días de descanso para hacer su trabajo, sin que reciban a cambio el pago de horas extra.
Superexplotación, porque el sistema no provee los medios necesarios para realizar su trabajo; se ha vuelto costumbre que sean los propios docentes quienes destinen un porcentaje de sus bajos salarios para comprar materiales que el patrón, en este caso la Secretaría de Educación Pública, está obligado a proporcionar.
Superexplotación por la multifuncionalidad y simultaneidad en la realización de tareas, donde los tiempos muertos para recuperar energías están prohibidos; la eficiencia como símbolo de productividad es enemiga del descanso.
En síntesis, lo que oculta el discurso de la carga administrativa es la cantidad de responsabilidades, tareas y actividades sin precedentes que realizan los docentes. Para el actual secretario de educación Mario Delgado, al igual que para quienes le precedieron, los docentes no dedican tiempo suficiente a la enseñanza por la excesiva carga administrativa. Sin embargo, como se ha detallado aquí, el problema radica en una creciente acumulación de trabajo impuesto por el propio sistema educativo.
Las afectaciones son evidentes: los docentes experimentan cada vez con mayor frecuencia e intensidad, un agotamiento intelectual, físico y emocional que se vuelve crónico ante la falta de condiciones para recuperarse; al agotamiento se suma el escaso reconocimiento social que a menudo los coloca ante la disyuntiva de seguir o dejar la docencia. Pese a ello, tratan de dar lo mejor que tienen a sus estudiantes, tejen relaciones afectuosas con ellos –aunque el mismo sistema se los prohíba-, se preocupan por su bienestar, aun a costa del propio. Es tiempo de llamar a las cosas por su nombre: lo que hay que reducir es el exceso de trabajo y mejorar las condiciones en que los docentes realizan su labor diaria. De otra manera, el tiempo y esfuerzo dedicado de forma exclusiva a la enseñanza se irá reduciendo, empobreciendo cada vez más el aprendizaje y la educación.
[1] Véase: SEP (23 de octubre de 2024) Mensaje del secretario de Educación Pública para el Consejo Técnico Escolar. Recuperado de: https://www.youtube.com/watch?v=Rra-cq_6qRY y Profelandia (5 de noviembre de 2024) Promete SEP liberar a maestros de cargas administrativas. Recuperado de: https://profelandia.com/promete-sep-liberar-a-maestros-de-cargas-administrativas/#google_vignette