Por: Lourdes Murri. Iberoamérica Social. 22/12/2018
No debemos perder la crítica, incluso de lo que entendemos por pensamiento crítico, más aún cuando se cae en lecturas maniqueas y simplificadas. No son lo mismo los gobiernos progresistas que los gobiernos de derecha neoliberal que gobiernan hoy América Latina, pero ha habido continuidades en los procesos que debemos analizar y pensar, para poder construir una alternativa política emancipadora. Lo que el Foro de Pensamiento Crítico eligió meter bajo la alfombra.
Hace apenas unos días Buenos Aires fue parte de un gran evento internacional, y no me refiero a la cumbre del G20, que también dejó mucha tela para cortar, sino a la que “no fue contracumbre” pero se le pareció bastante: el I Foro Mundial de Pensamiento Crítico organizado por el Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (CLACSO).
Más de siete mil expositores y expositoras latinoamericanos/as participaron en los distintos paneles, y hubo cientos de invitados/as espaciales. El evento magno de las Ciencias Sociales hizo alarde de un gran despliegue en las primeras dos jornadas. Figuras políticas como García Linera, Cristina Fernández, Dilma Roussef o Juan Carlos Monedero participaron de la apertura en el Estadio de Ferro. Ovaciones, gritos y cánticos como “Lula Livre” o el más argento “vamos a volver” fueron la respuesta de miles de presentes.
Esto que para muchas/os fue leído como un momento de encuentro entre intelectuales latinoamericanas/os, para analizar y darse fuerza frente a la embestida neoliberal, merece ser por lo menos cuestionado. Por supuesto que me referiré a un sentipensar personal, sin embargo creo que una reflexión sobre estas jornadas servirán para abrir un debate sobre fuertes y preocupantes ausencias.
Entiendo como una primera ausencia en estas dos primeras jornadas la de los sectores subalternos. Lo que se entiende por el pueblo, o las clases bajas, las bases, los pueblos originarios, los movimientos sociales. Pocos reconocidos en los discursos ya que en nombre del pueblo las ovaciones y discursos cayeron en personalismos absolutos: Fidel, Chávez, Evo, Cristina, Lula, Dilma…Pero justamente han sido estos personalismos exacerbados los que han precipitado en muchos casos a la crisis de los gobiernos progresistas. Pensemos el caso de Venezuela, o la falta de una candidatura potable en las últimas elecciones en Argentina. Si utilizamos nuestro pensamiento crítico deberíamos ovacionar a quienes ponen el cuerpo y diariamente luchan resistiendo en las calles y los barrios al neoliberalismo, y que tienden redes de solidaridad para soportar el ajuste , y no tanto a los y las líderes, con todo lo admirable que pueda haber en ellas y ellos. No podemos pensar en una alternativa política dependiendo de la la individualidad y carisma de unos pocos. La historia no se construye desde excepcionalidades ni líderes carismáticos (aunque también juegan papeles importantes), basta de esos relatos.
La segunda ausencia importante tuvo que ver con los procesos latinoamericanos que nos hacen ruido, que incomodan: Venezuela, Nicaragua, las y los exiliadas/os que conforman un proceso vigente y profundo, casi no tuvieron mención alguna. Como también fue mínima la crítica al capitalismo en sí mismo, se evadió hablar de extractivismo, no se hizo mención a las luchas por la tierra -las cuales estuvieron presentes durante el ciclo progresista-, entre otras cosas.
Y finalmente, pensando en ser sintética y no exhaustiva, siento y considero que hubo ausencia de propuestas políticas concretas: si bien estábamos bajo la apariencia de presentación de un frente amplio, se esgrimieron retóricas agradables a todos los oídos, cual campaña política: “luchemos contra la pobreza”, “construyamos un mundo más justo” etcétera. Abundaron los significantes vacíos, la falta de propuestas concretas y reitero, falta de críticas a los gobiernos progresistas. Si bien debemos destacar que hubo notables excepciones, este fue el clima que se sintió en las primeras dos jornadas (las más publicitadas, renombradas, difundidas) del que varios llamaron “show” de CLACSO.
El resto fue falta de organización, un preocupante aislamiento frente a lo que estaba ocurriendo en la realidad de Buenos Aires en esos días, en un contexto de intelectuales que justamente buscamos entender esa realidad. Vale señalar que el evento no era de participación abierta ya que había que pagar un arancel de entre 100 y 150 dólares para poder exponer, es decir debíamos abonar una inscripción en la moneda imperialista, y de un monto que en la Argentina de hoy representa una suma bastante considerable.
Fui como estudiante de maestría, como trabajadora de la educación, como mujer que intenta comprender el presente desde los procesos sociohistóricos que nos atraviesan, y volví sintiendo que no era ese mi lugar. Mientras tenía que compartir mis preguntas en un panel sobre Memoria y derechos Humanos, a dos cuadras estaban reprimiendo a compañeras y compañeros estudiantes y trabajadores porque se estaban cerrando los institutos de formación docente: se había aprobado la UniCABA. Silencio en CLACSO. No se llamó a movilizar, no se abrió un foro para debatir con quienes venían dando estas luchas.
Mientras los comedores de los barrios populares no dan abasto frente al crecimiento abrumador de la pobreza, mientras vimos familias enteras durmiendo en las calles -incluso en plena avenida Corrientes para los ojos de cualquier turista- , en CLACSO había food trucks para comer a precios nada populares. Esto me lleva a pensar: ¿no se podía organizar semejante evento dándole trabajo a alguna organización, movimiento, colectivo social, que seguramente lo necesitaba? ¿No es eso coherencia compañeras/os?
Creo que urge pensar un espacio donde los y las intelectuales interesadas/os en la transformación y construcción colectiva podamos pensar y compartir nuestras experiencias, practicas y preguntas junto a los movimientos sociales, los y las trabajadores/as, descocupadas/os, y no por fuera de los procesos de resistencia que se están dando. Un espacio donde podamos pensar políticas concretas pero que partan desde las bases y no idealizando o pensando en la solución de algún/a mesías que vendrá a salvarnos de las garras del neoliberalismo. Un espacio donde podamos pensar con conciencia en las fuertes continuidades que existen entre los gobiernos progresistas y los actuales gobiernos de derecha que son las que ayudan a explicar el presente que estamos atravesando…
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Fotografía: Iberoamérica Social