Por: INÉS BUSQUETS. 04/10/2022
La poeta originaria Liliana Ancalao conversó con APU en VIVO sobre el autoreconocimiento de la lengua materna, la búsqueda de los ancestros, la reconstrucción de la identidad y la visibilidad del pueblo Mapuche.
AGENCIA PACO URONDO: ¿Cómo empieza el descubrimiento de tu lengua madre, tu lengua originaria?
Liliana Ancalao: Yo nací a 800 kilómetros del origen territorial, Comodoro Rivadavia queda yendo por la ruta 26 y la ruta 40.Está bastante lejos de los lugares de nacimiento de mis padres, en las vacaciones siempre íbamos al campo a la casa de mi abuela materna, Roberta Mapeiman. Ahí aprendí algunas palabras en Mapuzungun (Mapuche) sin tener noción que se trataba de un idioma originario. Pasé mi infancia en Diadema, donde llegaban parientes que trabajaban cerca y dejaban su caballo atado al cerco de mi casa. Nos abrigábamos en matras tejidas en telar mapuche. Mi mamá nos preparaba comidas típicas, viví inmersa en la cultura mapuche sin saberlo. Nos dábamos cuenta que estaba censurado a nivel social el ser mapuche, no se hablaba de nosotros en la escuela ni afuera. Yo tenía conciencia que era diferente a mis compañeros de escuela, escuchaba historias de mi abuela y mi mamá sobre las ceremonias religiosas mapuches llamadas Camaruco. Recién después de mi adolescencia pude darle el nombre de mapuche a esa diferencia.
APU: ¿Fue como un proceso de auto reconocimiento?
L.A.: Yo no había dimensionado de qué se trataba, sino que fue a partir de este reconocimiento identitario de saberme mapuche que comencé un camino de regreso al origen donde ya fui consciente del porqué de estas diferencias, porque no sabía yo que era mapuche, porque había sido silenciado mi idioma y escondida mi cultura. Fue un camino de reaprender, recuperar.
APU: ¿Cómo era en la adolescencia cuando escuchabas la historia oficial de colonialismo?
L.A.: La cuestión histórica empezó a pesar más en el año 1992 cuando se cumplieron los 500 años de la conquista de América, empezamos muchos a revisar críticamente con más fuerza la historia. A nosotros el despojo nos llegó en 1885, allí devino la matanza y la esclavitud para nosotros. Está probado que el pueblo mapuche enseguida entablaba con los nativos de los lugares, seres visibles e invisibles.
APU: Empezás a trabajar con tu lengua materna y allí aparece la poesía como canalizadora… ¿Cómo se da ese camino?
L.A.: Empecé a escribir en mi adolescencia y empecé a mostrar mis escritos en la juventud. Empecé la carrera de Letras, ya escribía poesía y era mi expresión para comunicarme, edité mi primer libro llamado Tejido con lana cruda y solo en la tercera parte del libro mostré algunos poemas que tenían que ver con mi identidad. En el ingreso del libro hablo de cómo volver a leer este libro. En la Universidad en el año 2001 un profesor lingüista me convocó para estudiar un aspecto de mi idioma Mapuzungun. Yo ya venía aprendiéndolo de forma más bien asistemática y sin mucha continuidad, nos juntábamos algunos días y lo íbamos hablando. Con las nociones que me acercó este profesor pudimos armar una base para trabajarlo mejor. En el 2001 publiqué mi primer libro bilingüe llamado Mujeres a la intemperie, en el año 1994 cuando armamos la comunidad ñancunahuen acá en Comodoro Rivadavia el camino se profundizó, tuvimos como objetivo recuperar nuestro idioma, asimismo participar de rituales tradicionales mapuches y otras expresiones propias de nuestra cultura, todo eso se volcó en mi poesía. El camino espiritual esta sobre todo en Mujeres a la intemperie.
APU: Recuperando el idioma y las tradiciones de aquellas costumbres de tu infancia…
L.A.: Todo eso forma parte de un conocimiento, todo está vinculado al territorio, a ñen, a los nehuen, a la medicina. Todo es un círculo de reciprocidad, yo no lo llamaría costumbres sino unas cosmovisiones, modos de ordenar el mundo, la tierra no nos pertenece sino que somos parte de ella, nos relacionamos con los otros seres pero no nos pertenecen. En ese pensamiento los pueblos originarios de América y el mundo nos parecemos mucho.
APU: Estamos en el mes de la madre tierra también…
L.A.: Esa concepción de madre tierra no forma parte de nuestra manera de ver el territorio, las relaciones maternales y paternales no son relaciones que se entablan con la naturaleza para nosotros. Habría que ver de qué pueblo originario viene eso, o tal vez del colonialismo. Está bien que se vayan tomando cuestiones de reconocer a la tierra y respetarla.
APU: Me gusta en Rokiñ, provisiones para el viaje que hacés un manifiesto de por qué escribís, hablás de nuestra historia contemporánea en referencia al despojo actual a los pueblos originarios. ¿Podrás contarnos un poco tu visión sobre eso?
L.A.: Cuando comenzamos a surgir como comunidades en las ciudades tuvimos que enfrentar y lo seguimos haciendo, aclarando que no respondemos al estereotipo de cierta apariencia y ciertas actividades. Tuvimos que empezar a decir que estábamos vivos, la historia oficial nos había eliminado desde la conquista del desierto, empezamos a mostrar que estábamos vivos porque estábamos invisibilizados. De alguna manera fue una provocación que el 12 de Octubre sea llamado “Encuentro de culturas ”la palabra destrucción no aparecía, en vez de festejo para nosotros era una hecatombe. Le dedicamos mucho tiempo a la historia ancestral, los conocimientos, nuestro territorio. Las demás historias del despojo tenían que ver con nosotros, tenía que ver cuando el Estado nos cede territorios restringidos y lo sigue haciendo. Siguen los conflictos con los estancieros que corren los alambrados y con los mercaderes que estafan a los mapuches en sus cuentas cuando deben pagar, siempre historias muy tristes, memorias colonizadas también para nosotros mismos ya que se usaban palabras foráneas para contar nuestra propia historia. Ver en la memoria reciente qué estaba colonizado y qué quedaba de nuestra historia ancestral. Hay una necesidad de combinar nuestra historia ancestral con nuestra historia reciente. La historia Argentina estuvo muy vinculada con la historia de los pueblos originarios, los militares en su historia fueron probando con nuestros hermanos métodos de tortura y desaparición que después estuvieron presentes en la dictadura de 1976.Fueron probando su violencia con nosotros primero. Hay que pensar juntos.
APU: Decís “escribo para que drene esta memoria, escribo porque aprendí la derrota, sin embargo derrotada aun escribo”…
L.A.: Hablo del genocidio fundante, hablar de memoria colonizada es buscar caminos para entender.
APU: Me gustaría que compartas algún poema de Rokiñ…
L.A.: Hablando de memorias que circulan en las familias y siempre hay alguna persona que sabe interpretar los sueños, algunos portan mensajes. El sueño se llama “Pewma” es la manera de hablar del sueño onírico, yo no suelo tener sueños vinculados al campo o la tierra. Escribí este poema en referencia a uno que tuve en especial una vez que tenía que viajar en un encuentro de escritores y mi nieto iba a nacer en dos semanas, después tengo otro que tiene que ver con un episodio que tuve con mi padre.
“Casos de Pewma”
No me tocan los Pewma
venidos de la tierra
es que no soy correspondida
porque vivo en la ciudad
ni corazones que palpitan
tirados en la arena
ni choiques de plumas azules
sólo merezco laberintos
mapas
calles sin nombre
y miedo de no llegar a tiempo
como esa vez que iba a viajar
y el Pewma me encerró
en una esquina sin salida
fue su modo de avisar
que no me aleje
le hice caso
y me quede
rondando el mundo
que latía en el vientre de mi hija
y entonces pude estar presente
cuando se abrió la puerta del asombro
y fui testigo
plena
de ese niño de los minutos nuevos
de los recién nacidos padres
Desiderio
alojado en mi casa de pueblera
se sueña
en el campo
anda sereno a caballo
aparta unos novillos
muy cerca del río
pero también me cuenta de este sueño:
−un gato me atacó
se me prendió con las uñas al estómago
y lo agarré con fuerza
lo desprendí
y lo tiré
bien lejos−
pienso que el Pewma le avisa de peleas
y le digo señalando
el tejido circular que colgué del cielo raso
−papá
¿ ves? este es un atrapasueños
de la gente cherokee
una red que no deja pasar los malos sueños−
−pero a éste no lo atrapó!
siguió de largo!−me dice
mientras señala el piso
−igual
crucé las alpargatas
para que no se cumpla.
L.A.: Del libro Mujeres a la intemperie tengo “Las mujeres y la lluvia” que es un libro más volcado a la espiritualidad y se lo dediqué a las mujeres porque son mayoría de las que estábamos buscando recuperar el idioma y la historia, ahora se sumaron muchos varones también.
“Las mujeres y la lluvia”
Cuando niñas vamos sueltas por el patio
y el sol nos persigue a caballo
pero la luna implacable nos va dejando
sus mareas
hasta que nos desvela
y esa noche encontramos
un cántaro
en el lugar de la cintura
aprendices de machi las mujeres
nacemos así al roció
listas para mirar los barcos que se
pierden
descalzas a la neblina antes de que
amanezca
nervaduras de lluvia nuestras manos
levantadas al cielo
te salpicará el amor
parirás sin amarras
y recibirás con ojos arrasados
la visita intermitente de la risa
permanecerá la llovizna en tu vientre
porque no te atreverás a ser la madre
de todos los desamparos
que andan por la calle
caudal desubicado te desarmará
en pájaros que no saben hablar
a borbotones no podrás decir
lo que quisieras
mejor dejarlo que se derrame despacio
decir
permiso tengo lluvia y alejarse
a una altura al mar al cielo
hasta que vuelvan a apretarse los musgos
en las profundidades
yo conozco mujeres que nunca se alejan
le abren la compuerta a sus gorriones
y lloran
enjuagan el trapo mojado lo estrujan
limpien con él la tabla
pican cebollas
igual hacen las camas
barren la casa peinan a los chicos
igual lavan
dónde aprendieron
hay otras que se pasan la vida
domesticando
a sus pájaros
porque no quieren que irrumpan sin
aviso
y los beba el enemigo
guardan su sangre su ausencia quietas en
el fondo
y apuntan con palabras nítidas de cuarzo
que van a dar al blanco
yo a las palabras las pienso
y las rescato del moho que me enturbia
cada vez puedo salvar menos
y las protejo
son la leña prendida de atahualpa
que quisiera entregar a esas mujeres
las derramadas las que atajan sus pájaros
una vez en febrero yo estaba ahí
en el campo
y se llovía todo
parecía la furia de cai cai sobre nosotros
el agua estaba helada
las ancianas prosiguieron el ritual
y tuve que quedarme
hasta cuándo aguantaremos
pará la lluvia Dios es demasiada
no la bebe la tierra se atraganta
y somos casi nada
trazos de tiza borrados por el agua
después de unos siglos el sol abrió las
nubes
la voz gastada de meridiana epulef
levantó el taul del cauelo
pensé que dios podía ser ese arcoíris
o los caballos en fila
moro zaino pangaré tostado bayo
saludando al horizonte despejado
huele tan bien la tierra después del
aguacero.
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Fotografía: Agencia pacourondo