Por: Edgar Stalin, Méndez Alcaraz. 27/08/2023
Las experiencias recientes en lo que respecta a elecciones gremiales, dejan al descubierto una terrible verdad, que causa escozor en algunos y ofensas en otros, por orgullo más que por negación, porque simplemente no se puede defender lo indefendible: Siguen al frente de las organizaciones sindicales los menos aptos, los insensibles, los claroscuros, los que necesitan para llegar incondicionales, secuaces, compinches, en palabras sencillas “borregos”, quienes buscan ventajas personales y no colectivas.
En busca de utopía sindical
“No se trata de abolir sólo los privilegios de clase, sino de destruir totalmente las diferencias de clase, la reivindicación de la igualdad que no se limite a los derechos adquiridos sino que se extienda a mejores condiciones de vida de cada maestro. Que no haya representantes que actúen como fariseos que mercantilizan a cada docente.”
Por décadas el magisterio nacional ha buscado por todos los medios democratizar su estructura sindical, separarla del adictivo vicio que le ofrece el Estado al entregarle posiciones, prerrogativas y poder a cambio de mercantilizar y cosificar los derechos y garantías de su militancia, de los docentes y del personal de apoyo y administrativo. Nada se ha logrado, al contrario en cada elección, en cada período hemos ido en retroceso, desde la primavera magisterial en 1989 no ha habido un movimiento magisterial genuino que ponga a temblar los cimientos de la superestructura del Estado mexicano, no se ha trabajado en mantener vivo el espíritu de lucha de los trabajadores de la educación, las juventudes están huérfanas de ideología, atadas sin formación sindical siguen a ciegas a cualquier pelmazo que impongan desde las más altas esferas sin importar que de nada les servirá tenerlo ahí. Pero el camino no está cerrado, se debe insistir, caminar y encontrar la forma de contrarrestar el desinterés, la apatía y el borreguismo. Ya lo dijo Galeano “La utopía está en el horizonte. Camino dos pasos, ella se aleja dos pasos y el horizonte se corre diez pasos más allá. ¿Entonces para qué sirve la utopía? Para eso, sirve para caminar.”
Lamento magisterial, reconocer el error
Hemos vivido fracaso tras fracaso en el ámbito educativo, hemos adolecido la intromisión de personajes oscuros que han pretendido instaurar de golpe una política de sometimiento, corporativa, engendrando con ello a los más impúdicos lidercillos, que han convertido al magisterio, a la gran masa proletaria y asalariada en un estamento desposeído, que apenas destaca, incapaz de valerse por sí mismo, temerosa ante los conflictos, desactivada para movilizarse y desarrollar una acción política propia.
La “autoridad educativa” intenta someter al magisterio por la fuerza, con descalificaciones en los medios de comunicación, con circulares que pretenden hacer valer como sentencias jurídicas violando derechos y garantías, se consideran una clase superior y a los docentes, los hacen ver como lacayos, siervos, sirvientes que “deben dar gracias a que tienen trabajo” y “que se tienen que sujetar a las necesidades del servicio” que “deben acatar las órdenes porque yo soy la autoridad”. Y por el otro lado tenemos al sindicato quienes deben velar por los derechos, intereses y garantías de los trabajadores, ¡entregados al administrador!
No es permisible entregarle la voluntad de cada trabajador a una organización sindical que dirige una persona incapaz, que no tiene el perfil ni la preparación para representar un poder tan grande como lo es el magisterio. He aquí el error.
Ante esta situación que se presenta, el magisterio tabasqueño debe dejar atrás ese nerviosismo masoquista, ese miedo implícito y trabajar en su búsqueda por la emancipación de los viejos males.
La ruptura, la resistencia y el poder de la militancia
Si los trabajadores de la educación, sean del sindicato que sean, rompen con la reproducción de lealtades y acaban con el mal hábito del borreguismo, que los reduce a números estadísticos, el viejo régimen del caciquismo se tambaleará, estará en vilo, así la tercera fuerza, las grandes masas, surgirán, proclamando claramente la imperiosa necesidad de una subversión que elimine de tajo conflictos añejos de los “ociosos” representantes magisteriales, la eliminación total de las tribus y sectas al interior que luchan por el poder y las cuotas de los maestros.
Yo me pregunto ¿A dónde va a parar el magisterio si no tiene el valor de enfrentarse a la clase que nos gobierna, a los “Burros de oro”, que son los menos?
Mientras las minorías de “ociosos” representantes se relamen los bigotes, proclamándose ser la panacea de todos los males, se sientan y negocian, repartiéndose tal o cual territorio, formulando ser los dueños de tantos miles de maestros, administrativos y personal de apoyo, la prueba irrefutable la vemos aquí en Tabasco, con la coexistencia de organizaciones sindicales que solo les interesa las cuotas que exprimen a los docentes.
Resistir mediante la educación, la preparación, la lectura y la formación. Resistir no es confrontarse, resistir no es atacar; resistir es reconocer que hay una contradicción y que está causando daño a una gran mayoría, resistir es no seguir tolerando acciones que contravienen preceptos universales consagrados en nuestra carta magna, resistir es tomar el poder que es nuestro y hacerlo valer. Resistir es reconocer en qué estamos fallando por dejar que el menos peor sea el que nos represente.
La toma de conciencia, reconocer y ser la tercera fuerza
La solución, la transformación y la emancipación está en nuestras manos, es momento de demostrar valor, conciencia, confianza en convocar a un encuentro en donde la tercera fuerza, el tercer estado que somos las masas, los más, nos fuerce a encontrar quien nos va a dirigir, quién nos pondrá a la altura de una clase social, económica, política, sólida y competente.
Puede parecer una utopía, una ilusión, quizás un sueño guajiro, sin embargo la necesidad existe, la estamos padeciendo, la estamos enfrentando día con día, y hasta hoy nadie ha dicho “está boca es mía” por temor al rechazo, o por temor a las represalias.
Una vez pasado el clímax y la pasión de cada elección, regresa la realidad, regresamos a lo mismo, a seguir empujando, a seguir aguantando los malos tratos, las malas acciones, a mantener la boca cerrada porque en “boca cerrada no entran moscas” y porque “calladito te ves más bonito”, así la complicidad se extiende ya no sólo el gobierno y nuestra representación, sino también el trabajador.
La fuerza está en la militancia, en los trabajadores, en la base, los votos salen de aquí y no de otro lado. Deconstruyamos el paradigma sindical, descolonicemos del charrismo nuestras instituciones y recuperemos nuestra vida sindical.
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Fotografía: El machete