Por: Adolfo del Ángel Rodríguez. 12/03/2021
El yo como proyecto, que cree haberse liberado
de las coacciones externas y de las coerciones ajenas, se somete a
coacciones internas y a coerciones propias en forma de una
coacción al rendimiento y la optimización. Byung Chul Han
El 23 de enero del 2021, el aún Secretario de Educación, Esteban Moctezuma Barragán, durante el segundo conversatorio del año con más de 8 mil supervisores, mencionó que con la llegada de la profesora Delfina Gómez Álvarez a la Secretaría de Educación Pública el magisterio “alcanzó un nivel tan alto”, como una manera de cerrar con broche de oro su función al frente de la institución, como si el solo hecho de que una maestra se encuentre al frente de la Secretaría subsanara por sí mismo las problemáticas del magisterio.
Tal hecho pareciera la coronación de las gestiones de Esteban Moctezuma y del mismo Andrés Manuel López Obrador con el magisterio, este último enarbolando el fin de la reforma educativa durante su campaña hacia la Presidencia de la República, y finalmente firmando un proyecto el 12 de diciembre de 2018 que sería enviado a la Cámara de diputados, dando a conocer Moctezuma Barragán que la iniciativa presidencial contenía la “revaloración” del magisterio, destacando que “se reconoce al docente como agente de cambio en México y se garantiza su servicio a través de un nuevo servicio de carrera profesional del magisterio” (https://www.eleconomista.com.mx/politica/AMLO-firma-iniciativa-para-cancelar-la-reforma-educativa-20181212-0008.html ).
Pues bien, a pesar de la celebración porque la reforma educativa que resultaba punitiva para el magisterio había quedado atrás, después de ver la nueva propuesta del actual gobierno se vio que el cambio solo era de forma y no de fondo, pues al declarar que se crearía el Centro Nacional para la Revalorización del Magisterio y que el acceso a incentivos sería de nueva cuenta mediante exámenes y por niveles, emulando Carrera Magisterial, da cuenta que la división del magisterio es una de las premisas de este como de los anteriores gobiernos.
¿Por qué mencionamos la división del magisterio? Pues bien, ha sido en recientes meses que comenzaron a circular las convocatorias para las promociones vertical y horizontal para los docentes en servicio, y por lo visto la mecánica para “revalorizar” al magisterio sigue siendo la misma que en sexenios anteriores: la meritocracia; lo que nos remite, sin duda, a la frase que encabeza el texto, en donde al parecer ahora estaremos preocupados y ocupados por mejorar nuestro sueldo que por mejorar las condiciones educativas que atañen al grueso del país.
Visto de otra manera, ahora el “enemigo”, por llamarlo de alguna forma, no es el gobierno, sino nosotros mismos, lo que conlleva la inversión de tiempo para exigirnos hacia adentro, es decir, mirar de manera individual para mejorar en el mismo rumbo: solo en lo individual, pues como lo dice Michael Sandel “la meritocracia es un ideal atractivo porque promete que si todo el mundo tiene las mismas oportunidades, los ganadores merecen ganar. Pero la meritocracia tiene un lado oscuro.” (https://www.bbc.com/mundo/noticias-55825871 ).
Al respecto, Sandel menciona que la meritocracia presenta dos problemas, siendo el primero que en realidad las oportunidades no son iguales; por otro lado, el segundo tiene que ver con la actitud ante el éxito, pues “la meritocracia alienta a que quienes tienen éxito crean que éste se debe a sus propios méritos y que, por tanto, merecen todas las recompensas que las sociedades de mercado otorgan a los ganadores.”
Analizando la situación con respecto al magisterio y a su “revalorización”, vemos que el problema no es atacado de fondo en cuanto al acceso a incentivos, pues atendiendo lo que dice Sandel, el primer problema se refleja en las desventajas que presentan algunos docentes frente a otros, pues para muchos actualizarse de manera permanente se ve limitado por cuestiones sociales y económicas, pues, por ejemplo, podemos mencionar lo siguiente:
- Habitar en zonas con poco acceso a posibilidades de formación e información, en donde para poder cursar un posgrado es casi imposible porque no lo hay, y si lo hay es demasiado caro.
- Habitar en zonas en donde no puede acceder a información relevante debido a la falta de material informativo o acceso a señales de WiFi o señal de telefonía; en casos extremos, el hecho de que en casa solo haya un sueldo, por lo que en muchas ocasiones solo alcanza para abastecer las necesidades básicas, lo que no permite tener en casa una computadora o un teléfono inteligente.
- Invertir el tiempo (que bien podría destinarse a prepararse mejor) en realizar otras actividades que le permitan ingresos extra.
En lo que respecta al segundo problema, que tiene que ver con la actitud ante el éxito, Sandel menciona que “si los que tienen éxito creen que se lo han ganado con sus propios logros, también tienden a pensar que los que se han quedado atrás son responsables de estar así”, lo que va ocasionando una fractura en el magisterio, pues ya no es necesario que el gobierno nos clasifique como maestros de primera, de segunda o de tercera, sino que le ahorramos el trabajo haciéndolo nosotros mismos, pues menciona también que “la meritocracia crea arrogancia entre los ganadores y humillación hacia los que se han quedado atrás”, lo que incluso se acentúa cuando en la convocatoria para la promoción horizontal, emitida el 5 de marzo de 2021 (Convocatoria del Proceso de selección para la Promoción Horizontal por Niveles con Incentivos en Educación Básica 2021-Veracruz), cuando menciona en su base décimo primera que: “la asignación de los incentivos de Educación Básica está sujeta al cumplimiento de todos los requisitos, a la posición en las listas de resultados y a la disponibilidad presupuestaria para cada nivel o servicio educativo en cada uno de los tipos de sostenimiento”, pues aunque un docente haya conseguido un buen puntaje en los instrumentos de evaluación, corre el riesgo de no ser maestro de primera debido a otros factores.
Ante ese panorama, quizá nos preguntemos si para “revalorizar” al magisterio, por qué el actual gobierno no simplemente cumplió su promesa de campaña y mejoró los sueldos de maestros (https://www.excelsior.com.mx/nacional/promete-amlo-aumentar-salario-a-soldados-marinos-maestros/1229982 ), pero al parecer fue mejor la idea de ponernos a competir entre nosotros bajo los términos que menciona Sandel. Al respecto, este intelectual nos dice que, efectivamente, este discurso funciona perfectamente frente al desastre neoliberal actual, pues a pesar de que no se atacan las desigualdades de frente, sí se hace la promesa de ascender socialmente, lo que crea una falsa idea de “igualdad de oportunidades”, la cual funciona de la siguiente manera: “no tenemos por qué preocuparnos mucho de la desigualdad porque la movilidad puede permitir a las personas ascender de trabajos con salarios estancados a otros mejores”.
Esta forma de evadir atacar el problema de las desigualdades no es exclusiva de este gobierno, sino que se ejerce en el entorno neoliberal, como una solución en la que se vuelca toda la responsabilidad al individuo, en este caso al maestro, pues se pude argumentar que sí se cumplió con mejorar los sueldos, la oportunidad está ahí y si no accede a los incentivos es por culpa suya, como menciona Sandel, comprobando lo que a su vez dice Byul Chun Han con respecto al sujeto de rendimiento, mencionando que “el sujeto del rendimiento, que se pretende libre, es en realidad un esclavo. Es un esclavo absoluto, en la medida en que sin amo alguno se explota a sí mismo de forma voluntaria. No tiene frente a sí un amo que lo obligue a trabajar. El sujeto del rendimiento absolutiza la mera vida y trabaja. La mera vida y el trabajo son las caras de la misma moneda”, coincidiendo con Sandel en otro punto, en el que se visualiza la fragmentación del magisterio, al individualizarlo en la loca carrera por ser de los primeros, pues nos dice que “el sujeto neoliberal como empresario de sí mismo no es capaz de establecer con los otros, relaciones que sean libres de cualquier finalidad. Entre empresarios no surge una amistad sin fin alguno.”
Fotografía: contralinea