Por: ROBERT LOCHHEAD. 10/09/2023
La reciente película de Christopher Nolan, Oppenheimer, por cierto bastante buena, repite la tesis oficial de que la bomba atómica fue necesaria para que Japón se rindiera y que la bomba salvó la vida a cientos de miles de soldados estadounidenses y japoneses que habrían muerto en los combates con un desembarco en territorio japonés.
Desde hace al menos treinta años, la mejor historia académica ha desmentido esto. Pero no ha se ha expresado en la divulgación para el gran público ni en los libros de texto escolares, y la propaganda de Washington sigue activa…
Cuando Japón se rindió el 11 de agosto de 1945 y los GIs regresaron a casa, la opinión pública de Estados Unidos estaba naturalmente convencida de que la victoria se debía a la bomba atómica, cuya extraordinaria noticia era muy impresionante. Mientras los medios de comunicación se llenaban de explicaciones sobre la fisión nuclear y las promesas de la energía atómica, sólo algunas voces minoritarias se mostraban críticas.
El 9 de agosto de 1945, antes de que se conociera la bomba de Nagasaki, John Foster Dulles, el futuro Secretario de Estado, entonces líder de la Iglesia Presbiteriana, y el obispo metodista G. Bromley Oxnam, hicieron un llamamiento urgente al presidente Truman para que mostrara “moderación” suspendiendo “nuestro programa de ataques aéreos sobre el territorio metropolitano de Japón para dar al pueblo japonés una oportunidad adecuada de reaccionar ante la nueva situación.”[[1]]
Entrevistado por el Sunday Times el 18 de agosto de 1946 (entrevista recogida por el New York Times al día siguiente, 19 de agosto), Albert Einstein dijo: “Sospecho que todo el asunto (la utilización de la bomba atómica) fue precipitado por el deseo de terminar la guerra en el Pacífico de cualquier manera antes de que Rusia entrara a participar. Estoy seguro de que si el presidente Roosevelt hubiera seguido vivo, nada de esto habría sido posible“. [[2]]
El 20 de septiembre de 1945, el general Curtis E. Le May, comandante de las Fuerzas de Bombardeo Estratégico, dijo en una conferencia de prensa:
“La guerra habría terminado en quince días sin la entrada de los rusos en la guerra ni la bomba atómica”. Un periodista le preguntó: “¿Realmente piensa eso, mi General? ¿Sin los rusos y sin la bomba atómica?”. La respuesta de Le May fue: “La bomba atómica no tuvo nada que ver con el fin de la guerra.“ [[3]]
El 5 de octubre de 1945, David Lawrence, el conservador propietario de U.S. News and World Report escribió: “Portavoces competentes de la Fuerza Aérea dicen que de todos modos, no era necesaria y que la guerra ya había sido ganada. Existen testimonios competentes que atestan que Japón había estado buscando la rendición desde hace varias semanas antes de la bomba atómica.”
Y el 23 de noviembre: “Usamos un arma horrible para asfixiar e incinerar a más de 100.000 hombres, mujeres y niños, en una especie de cámara de supergás mortal – y esto en una guerra ya ganada o que nuestros portavoces de la Fuerza Aérea nos dicen que podría haberse ganado rápidamente sin la bomba atómica… “[[4]]
El 17 de noviembre, el capitán Ellis Zacharias escribió en el Saturday Evening Post “Funcionarios de los Estados Unidos tenían la información definitiva desde el interior de Japón de que desde principios de 1945 un poderoso grupo de líderes japoneses había estado discutiendo en reuniones casi diarias sobre los medios y la forma en que Japón podría librarse de una guerra que todos ellos consideraban inevitablemente perdida“.[[5]]
A finales de noviembre, el comentarista radiofónico de la ABC, Raymond Swing, se preguntaba por qué se había utilizado la bomba sin una demostración pública previa: “Se me ocurre una razón. Habíamos terminado la bomba justo a tiempo para utilizarla una semana antes de que los rusos entraran en la guerra japonesa. Si se hubiera tomado tiempo para organizar la demostración humanitaria, no habríamos podido decir que la bomba desempeñó el papel que ahora le atribuimos en la rendición de Japón.”[[6]]
En 1948, el físico británico Patrick Blackett (1897-1974), Premio Nobel 1948, quien había trabajado durante la guerra en el almirantazgo británico, escribió en su libro sobre la bomba atómica publicado en Londres que “la bomba atómica sobre Japón no fue tanto la última acción militar de la Segunda Guerra mundial sino la primera gran operación de la guerra fría diplomática con Rusia”[[7]]
La URSS había declarado la guerra a Japón el 7 de agosto de 1945, al día siguiente de la bomba de Hiroshima, pero la campaña del Ejército Rojo en Manchuria y luego en el norte de Corea ya termino el 3 de septiembre, cuando los dirigentes japoneses firmaron la rendición de Japón a bordo del USS Missouri en el puerto de Tokio el 2 de septiembre de 1945.
Escribir un artículo de referencia para acallar a los necios
El químico James B. Conant (1893-1978), Presidente de la Universidad de Harvard, había sido nombrado en 1940 por el Presidente Roosevelt miembro del Comité de Investigación para la Defensa Nacional, presidido por el informático Vannevar Bush (1890-1974), Presidente de la Fundación Carnegie. En calidad de tales, Conant y Bush, junto con el Jefe del Estado Mayor George Marshall y el Secretario de Defensa Henry L. Stimson, debían supervisar el Proyecto Manhattan, el proyecto ultra-secreto de construcción de la bomba atómica dirigido por el General Leslie Groves (1896-1970), del Cuerpo de Ingenieros.
El 16 de julio de 1945, Bush, Conant y Groves estuvieron presentes en el desierto de Nuevo México, en Alamogordo, cuando se detonó con éxito la primera bomba atómica Trinity.
La apertura de los papeles personales de Stimson en 1959 y de Conant en la década de los 1970 permitió al biógrafo de Stimson, James G. Hershberg, publicar en 1993 que el 23 de septiembre de 1946, Conant, alarmado por las críticas, aunque de escaso número, escribió al jefe de gabinete de Stimson, Harvey Bundy (1888-1963), para que alguien con autoridad publicara un relato oficial que sirviera de referencia a futuros profesores. Conant temía que las críticas se convirtiesen en un movimiento pacifista masivo que exigiera la renuncia a las armas nucleares. [[8]]
Esa persona de autoridad sería el Secretario de Defensa desde 1940, Henry L. Stimson (1867-1950), un “viejo sabio de 73 años”, Republicano en una administración demócrata. Stimson tenía el prestigio particular de haber sido Secretario de Estado del Presidente Herbert Hoover, de 1929 a 1933, después de haber sido Gobernador General de Filipinas.
Harvey Bundy redacta un plan y propone a su hijo de 26 años McGeorge Bundy (1919-1996) [[9]] que escriba un artículo con Stimson que, entre otras cosas, explique que el uso de la bomba atómica había permitido acortar la guerra varios meses y evitar los desembarcos en Japón previstos para noviembre de 1945 en la isla de Kyushu (Operación Olímpic) y para marzo de 1946 en la isla principal de Honshu (Operación Coronet), que habrían costado la vida a cientos de miles de soldados estadounidenses y japoneses, tal vez medio millón; que en la Conferencia de Potsdam, en julio de 1945, nadie creía que los japoneses se rendirían en condiciones aceptables sin una lucha prolongada; que si la bomba no se hubiera utilizado realmente, habría sido imposible persuadir al mundo de que la salvación de la civilización en el futuro dependería de un control internacional adecuado de la energía atómica.
El artículo no mencionaba en ningún momento ni a la URSS ni la cuestión de la capitulación incondicional, que vamos a tratar más adelante.
El artículo de 20 páginas, corregido por Groves y firmado únicamente por Stimson, apareció en la edición de febrero de 1947 de la prestigiosa revista neoyorquina Harper’s Magazine. [[10]] La publicación fue cuidadosamente preparada como una gran operación mediática: se enviaron 400 pre-copias a influyentes periodistas y comentaristas, periódicos y emisoras de radio y televisión. The Washington Post y Reader’s Digest lo publicaron íntegro, mientras que Time y The New York Times publicaron extractos. El artículo fue recibido con editoriales elogiosos de todas partes. El artículo se reimprimió en varios países.
Mientras tanto, la Guerra Fría había comenzado. Los autores del artículo también querían reforzar el apoyo público al posible uso de la bomba atómica contra la URSS. En una reunión secreta de la Escuela Nacional de Guerra en octubre de 1947, Conant explicó que si estallaba la guerra contra la URSS, lo primero que habría que hacer sería lanzar bombas atómicas. [[11]]
En todas sus entrevistas y declaraciones públicas, y en sus Memorias publicadas entre 1955 y 1960, Harry Truman repitió naturalmente los argumentos del artículo de Stimson, así como el cuarto de millón de vidas de soldados estadounidenses y japoneses salvadas por la bomba atómica. La cifra es una invención del todo arbitraria. Fluctúa de vez en cuando entre “un cuarto de millón“, “medio millón” y “un millón.”
En la década de 1980, dos historiadores intentaron verificar esta famosa cifra. En 1985, Rufus E. Miles Jr. llegó a la conclusión de que el número no habría superado los 20.000. Barton Bernstein, tras examinar todos los estudios preparatorios realizados por el Estado Mayor, concluyó que las pérdidas del desembarco en Kyushu en noviembre de 1945 y de la invasión de Honshu en marzo de 1946 no habrían superado los 46.000 soldados estadounidenses muertos. Los historiadores no han encontrado fuentes para los cientos de miles, el cuarto de millón, el millón. [[12]]
Truman también se refírió a menudo a la justa venganza del pérfido ataque por sorpresa de la aviación naval japonesa contra la base de Pearl Harbour, en Hawái, el 7 de diciembre de 1941. El ataque a esta base naval dejó 2.400 muertos y 1.178 heridos.
La investigación en los archivos y papeles personales a partir de los años 1970
Nuestra fuente de todo esto es un espeso libro de 850 páginas publicado simultáneamente en Nueva York y Londres en 1995, The Decison to Use the Atomic Bomb, de Gar Alperovitz y otros siete coautores.
Gar Alperovitz (1936) es un economista estadounidense cuyo director de tesis fue Joan Robinson (1903-1983), la economista “keynesiana/marxista” de la Universidad de Cambridge. Fue asesor parlamentario del senador demócrata de izquierdas Gaylord Nelson, de Wisconsin, que se oponía a la guerra de Vietnam. En 1965 publicó Atomic Diplomacy: Hiroshima and Potsdam, basado en su tesis doctoral. Ha escrito principalmente sobre la economía estadounidense. Su libro de 1995 es fruto del trabajo de un equipo de unas treinta personas que, a partir de 1989, recorrieron los archivos de los departamentos gubernamentales y de las fuerzas armadas, los trabajos de sus historiadores oficiales y los papeles personales abiertos a los investigadores en los años setenta y ochenta. Los abogados del equipo exigieron y obtuvieron acceso a determinados documentos en virtud de la Ley de Libertad de Información. Obtuvieron la ayuda de los senadores demócratas de izquierdas Joseph Tydings, de Maryland, y John Culver, de Iowa, amigo de Edward Kennedy.
Gar Alperovitz y su equipo entablaron un diálogo a través de cartas, artículos en revistas, entrevistas y seminarios con otros historiadores que habían trabajado sobre el mismo tema, en particular historiadores japoneses. Y con Barton Bernstein, con quien aún existen abiertos desacuerdos pero que releyó el manuscrito. [[13]] El libro sólo se ha traducido al alemán. [[14]]
Harry Truman y Jimmy Byrnes
El 12 de abril de 1945, el Presidente de Estados Unidos Franklin Delanoe Roosevelt (1882-1945) murió repentinamente de un derrame cerebral masivo. Acababa de ser reelegido en noviembre de 1944 para un cuarto mandato.
Su Vicepresidente Harry S. Truman se convirtió en Presidente, a pesar de que Roosevelt no le había involucrado prácticamente en nada. Desconocía por completo el Proyecto Manhattan. Harry Truman era senador por Missouri desde 1935. Con Truman, la administración estadounidense se mueve bruscamente hacia la derecha. En 1941, el senador Truman había propuesto nada menos que ayudar a Alemania en su invasión de la URSS (sic). [[15]] Su predecesor como vicepresidente, Henry A. Wallace, era un Demócrata de izquierdas que había discutido con Roosevelt.
Truman recurrió a su amigo James F. Byrnes (1882-1972), que había sido su mentor en el Senado. Byrnes era senador por Carolina del Sur desde 1931. Antes había sido representante en el Congreso desde 1911. Fue Juez del Tribunal Supremo de 1941 a 1942, luego Director de Economía Interior de 1942 a 1943 y Director de la Oficina de Movilización de Guerra de 1943 a 1944. Byrnes, él, sí estaba al tanto del proyecto secreto Manhattan.
Por su estatura, Byrnes debería haber sido el candidato a Vicepresidente, pero Roosevelt prefirió un candidato menos sudista y menos imponente. Truman se apresuró a nombrar a Jimmy Byrnes Secretario de Estado y éste comenzó inmediatamente a ejercer esa función, incluso antes de ser confirmado por el Senado. Truman y Byrnes pasaban juntos varias horas al día. Byrnes era el principal asesor y casi un copresidente. Pero no existe, ni se ha encontrado, ningún registro de estas reuniones. No sabemos lo que se decían. Fueron ellos dos quienes tomaron la decisión de lanzar las dos bombas atómicas. Y nadie más. Byrnes era extremadamente secreto. Un “personaje maquiavélico” según algunos. [[16]]
Tras enemistarse con Truman, Byrnes fue gobernador de Carolina del Sur de 1951 a 1955, donde se dedicó a mantener la segregación racial, sobre todo en las escuelas.
Roosevelt había llevado a Byrnes a Yalta para la conferencia con Churchill y Stalin del 4 al 11 de febrero de 1945. Allí tuvo lugar el famoso regateo entre Churchill y Stalin sobre los porcentajes para repartirse los países de Europa del Este.
Byrnes había sido secretario judicial en su juventud, experto en taquigrafía. A su regreso de Yalta, Roosevelt envió primero a Byrnes con sus notas para informar al Senado y al público de Washington. Byrnes convocó una conferencia de prensa al bajar del avión, después de 38 horas de vuelos encadenados sin pausa. Truman recordó que durante una de sus primeras reuniones, en mayo de 1945, Byrnes le dijo que la bomba atómica permitiría a Estados Unidos dictar los términos de la paz. [[17]]
La cuestión de Polonia
En enero de 1945, el avance del Ejército Rojo le permitió instalar en Varsovia, liberada de los alemanes, un gobierno del Partido Obrero Polaco/POP que Stalin había establecido en Lublin, liberada de los alemanes ya en julio de 1944.
Unos meses antes, al acercarse el Ejército Rojo, la Resistencia polaca, el Armia Krajowa, muy fuerte y numerosa pero mal armada, había tomado abiertamente el centro de Varsovia el 1 de agosto de 1944. La Resistencia, que representaba a todos los partidos excepto a los Comunistas, pero sobre todo a los Socialistas, quería ocupar la ciudad para la entrada del Ejército Rojo. Durante dos meses se libró una encarnizada batalla contra los alemanes en el centro de la ciudad, en la orilla izquierda del Vístula, mientras que el Ejército Rojo permanecía impasible en la orilla derecha. En los territorios polacos liberados por el Ejército Rojo, el NKVD liquidaba o deportaba al Gulag a los miembros del Armia Krajowa. La aviación aliada intentó abastecer y apoyar a los insurgentes de Varsovia.
El 2 de octubre de 1944, el Armia Krajowa firmó un acuerdo de rendición con los alemanes que permitía a los civiles abandonar la ciudad y reconocía a los combatientes como prisioneros de guerra. Unas semanas más tarde, cuando el ejército alemán se retiró hacia el oeste, el Ejército Rojo ocupó la orilla izquierda.
Pero en Londres, desde la invasión alemana de Polonia en septiembre de 1939, existía el gobierno en el Exilio de la República de Polonia. Miembros del gobierno y del parlamento polacos, así como decenas de miles de soldados, habían huido a través de Hungría y Rumanía, y desde entonces habían luchado en todas las batallas de los Aliados. La mayor parte de la armada había ido a Gran Bretaña y 250 pilotos de caza polacos habían reforzado la Royal Air Force. El gobierno de Polonia en el exilio había sido nombrado en septiembre de 1939 por el propio Presidente de la República, Ignacy Moscicki, que había huido a Rumania.
Cuando el ejército alemán invadió Rusia en junio de 1941, y la URSS se convirtió en Aliada, se formó en la URSS un cuerpo de voluntarios polacos, recientemente “amnistiados”(sic), dirigidos por un general liberado de la Lubianka: Wladyslav Anders (1892-1970). Este cuerpo de ejército fue autorizado a unirse al ejército británico en Egipto a través de Irán: tres divisiones, 25.000 hombres, 1.000 oficiales.
El gobierno polaco en el exilio en Londres reunía a todos los partidos políticos excepto a los comunistas. En Yalta, en febrero de 1945, Roosevelt y Churchill exigieron que se permitiera al gobierno en el exilio en Londres regresar a Varsovia, formar un gobierno de coalición con el del POP y organizar elecciones libres. Lo que estaba en juego era el restablecimiento del orden burgués legal de 1939 contra la asimilación a la economía dirigida por el Estado bajo el dominio de la burocracia estalinista. También estaba en juego el compromiso de Londres y París, que en septiembre de 1939 habían declarado la guerra a Alemania precisamente porque habían prometido proteger a Polonia.
Stalin y el gobierno soviético se mostraron intratables y se negaron a cuestionar el gobierno comunista. Como mucho, aceptaron que el Presidente del gobierno en el exilio, Stanislaw Mikolajczyk (1901-1966), regresara a Varsovia para convertirse en Vice primer ministro y Ministro de Agricultura encargado de la reforma agraria. Esta reforma repartiría las tierras de los grandes propietarios nobles. Los polacos de Londres denunciaron a Mikolajczyk como traidor. En 1947 se celebraron elecciones, que fueron completamente manipuladas: el POP obtuvo 394 escaños y el Partido Agrario/PSL de Mikolajczyk 28 escaños. Mikolajczyk, disgustado, abandonó Polonia. [[18]]
El físico del Proyecto Manhattan Leo Szilard (1894-1964), el amigo de Einstein, cuenta que cuando él y otros dos científicos del Proyecto se reunieron con James Byrnes el 28 de mayo de 1945: “El Sr. Byrnes no argumentó que había que utilizar la bomba atómica contra ciudades japonesas para ganar la guerra. Él sabía entonces, y todo el gobierno lo sabía entonces, que Japón estaba esencialmente derrotado y que podíamos ganar la guerra en seis meses. En aquella época, el Sr. Byrnes estaba muy preocupado por la expansión de la influencia rusa en Europa; (…) el Sr. Byrnes pensaba que nuestra posesión de la bomba y su demostración harían a Rusia ‘más manejable’ en Europa. “[[19]]
Szilard regresó a Chicago asustado y alarmó a sus colegas del Proyecto Manhattan. En junio de 1945, cinco de los más eminentes firmaron el llamado Informe Franck, un llamamiento dirigido a Truman que debe su nombre al físico James Franck (1882-1964), Premio Nobel en 1925 y primer firmante. Este llamamiento a Truman fue respaldado en julio por una petición firmada por 70 científicos del “Laboratorio Metalúrgico” de la Universidad de Chicago y de Oak Ridge.[[20]] Pedían que la bomba se mostrara al mundo sobre una zona deshabitada, se declaraban en contra de un uso por sorpresa contra Japón, pero exigían que se diera tiempo a éste para pensar en capitular, y que se permitiera a las Naciones Unidas organizar el control mundial de la energía nuclear para evitar una carrera armamentística.
Este movimiento dentro de una empresa ultra-secreta no era nada fácil de organizar. El llamamiento nunca llegó a Truman porque el general Groves, en lugar de transmitirlo, lo clasificó como “secreto” y lo encerró en un cajón. [[21]]
James Byrnes estaba obsesionado por lo que había vivido en Yalta: la imposibilidad de conseguir que Stalin renunciara a la absorción de los países de Europa del Este. James Byrnes personificaba una actitud más dura y amenazadora hacia la URSS, que rompía con el enfoque conciliador de Roosevelt, una política que pretendía utilizar la bomba atómica como medio “diplomático” para intimidar a la URSS y obligarla a hacer concesiones, en primer lugar sobre la cuestión de Polonia, y más en general sobre la cuestión de la Europa del Este ocupada por el Ejército Rojo.
Operación Impensable
Churchill, por su parte, previó una manera más directa de resolver el mismo problema: hacer retroceder al Ejército Rojo hacia el este de Polonia con la ayuda de unidades del ejército alemán removilizadas. Fue en 1998 cuando el Archivo Nacional Británico reveló su Operación Impensable: el 28 de mayo de 1945, tres semanas después de la rendición de Alemania, Churchill ordenó al jefe del Estado Mayor General, el mariscal de campo Alan Brooke, que elaborara un plan para que el ejército británico atacara Alemania, a partir del 1 de julio de 1945, utilizando unidades del ejército alemán removilizadas. Debía orientarse en dos ejes: uno en el norte, desde Stettin hacia Bydgoszcz y otro, más al sur, desde Leipzig hacia Wroclaw/Breslau. Se sabía que en la zona de ocupación británica, las fuerzas armadas alemanas no se desmovilizaron durante varias semanas, sino sólo se desarmaron y se mantuvieron en cuarteles, mientras el almirante Dönitz, sucesor designado de Hitler, y su Estado Mayor, continuaban de servicio.
El Gabinete y el Estado Mayor británicos se horrorizaron, y Brooke recordó que se sabe cuándo y dónde empieza una guerra, pero no cuándo y dónde termina. Los estadounidenses pusieron fin inmediatamente a esa diablura, mientras que los soviéticos, que se habían enterado de algo, gritaban al cielo. [[22]]
Japón quiere rendirse
Hubo que esperar hasta 1955 para saber que, desde 1923, los servicios estadounidenses leían todos los mensajes cifrados japoneses, de las fuerzas armadas, la armada, el Estado Mayor, el gobierno y el Ministerio de Asuntos Exteriores. Se trataba del programa MAGIC. Sus archivos no se hicieron públicos, y sólo parcialmente, hasta 1978: [[23]]
El 22 de junio de 1945, en una reunión del Consejo Supremo para la Dirección de la Guerra, el emperador Hirohito declaró que “también era necesario disponer de un plan para poner fin a la guerra inmediatamente “.
Y el 13 de julio, un telegrama del ministro japonés de Asuntos Exteriores Togo al embajador Sato en Moscú: “Su Majestad el Emperador, preocupado porque la presente guerra está infligiendo cada día mayores desgracias y sacrificios a los pueblos de todas las potencias beligerantes, desea de todo corazón que se le ponga fin rápidamente.(…) mientras Inglaterra y los Estados Unidos insistan en la capitulación incondicional, el Imperio japonés no tiene otra alternativa que luchar con todas sus fuerzas por el honor y la existencia de la patria.“[[24]]
También el 13 de julio, Allen Dulles, agente de la OSS en Berna y futuro Director de la CIA, informó: “A Per Jacobson, súbdito sueco, le han dicho que el Imperio japonés no tenía otra opción que la lucha con todas sus fuerzas por el honor y la existencia de la patria. Per Jacobson, súbdito sueco y asesor económico del Banco de Pagos Internacionales de Basilea, ha sido abordado por Kojiro Kitamura, uno de los directores del Banco, representante del Yokohama Cash Bank y antiguo agregado financiero en Berlín. Kitamura le dijo a Jacobson que estaba ansioso por establecer contacto inmediato con representantes de Estados Unidos y sugirió que la única condición en la que Japón insistiría en caso de rendición sería alguna consideración para la familia imperial japonesa.”[[25]]
Y el 16 de julio, el superior de Dulles, el coronel Donovan, envió al presidente Truman el informe completo de Dulles: “En todas las conversaciones con Jacobson, los oficiales japoneses subrayaron sólo dos puntos: (a) la preservación del Emperador, y (b) la posibilidad de un retorno a la Constitución de 1889.”[[26]]
Esto era tres días antes de la primera prueba de la bomba atómica y casi un mes antes de que las bombas fueran lanzadas sobre Japón. Aquí se les había echado un cable. Pero Washington no lo aprovechó. De hecho, Japón había estado tratando de rendirse desde mucho tiempo:
El 24 de septiembre de 1944, el embajador sueco en Tokio, Wilder Bagge, ya había informado al Foreign Office en Londres: “Me entero por una fuente muy fiable de que en importantes círculos civiles japoneses se discute el problema de la paz con creciente ansiedad. Se espera un rápido colapso de Alemania y se cree que entonces Japón será incapaz de continuar la guerra.”[ [27]]
El 11 de mayo de 1945, el ministro estadounidense en Estocolmo, Herschel V. Johnson, informó de que el general Makoto Onodera, agregado militar, que parecía ser el jefe de la inteligencia japonesa para toda Europa, y que estaba en contacto con la familia real sueca, y a través del príncipe Carl Bernadotte, con la legación estadounidense en Estocolmo: “Se da cuenta de que Japón no puede ganar y que la mejor solución posible sería evitar la destrucción de ciudades y lugares culturales. Dijo que estaba autorizado para disponer que un miembro de la familia real sueca se dirigiera a los Aliados para llegar a un acuerdo.” [[28]]
El 12 de mayo, el coronel Donovan informo a Truman: “Una fuente habló el 11 de mayo con el embajador japonés en Suiza, Shunichi Kase. Informa de que el embajador expresó su deseo de ayudar a organizar un cese de hostilidades entre los japoneses y los aliados. El embajador considera preferibles las conversaciones directas con estadounidenses y británicos a las negociaciones a través de la URSS, ya que esto aumentaría tanto el prestigio de los soviéticos que todo el Extremo Oriente se volvería comunista.“ [[29]]
El 4 de junio, otro informe de Suiza: “Esta fuente está en contacto con Yoshiró Fujimura, de quien se dice que es uno de los principales representantes de la Armada japonesa en Europa… Fujimura ha indicado que los círculos navales que ahora controlan el Gobierno japonés estarían dispuestos a capitular, pero desean, si es posible, salvar un poco las apariencias en el actual naufragio. Estos círculos navales, declara, hacen especial hincapié en la necesidad de preservar al Emperador para evitar el comunismo y el caos.“ [[30]]
Cuántas oportunidades se dieron y no se aprovecharon.
Capitulación incondicional
Tras el sorpresivo ataque japonés a la base naval estadounidense de Pearl Harbour, en Hawái, el 6 de diciembre de 1941, Washington declaró la guerra a Alemania y Japón. Winston Churchill y su Estado Mayor permanecieron unos días en Washington desde el 22 de diciembre de 1941 para hablar sobre su alianza y sus planes de guerra.
Roosevelt y sus colegas sorprendieron a los británicos al imponer que se lucharía contra el enemigo hasta su capitulación incondicional. Stalin y sus colegas quedaron igualmente sorprendidos. ¿Por qué prolongar una guerra privándose de la posibilidad de negociar antes un armisticio? La capitulación incondicional significa que se combate al enemigo hasta su colapso total, hasta la ocupación total de su territorio, cuando su territorio y su Estado estén a disposición absoluta del vencedor.
La capitulación incondicional fue heredada de la guerra civil estadounidense, cuando se exigió a los Estados del Sur, y se obtuvo, poniendo fin en 1865 a la Guerra de Secesión. Los Estados del Sur devastados por los ejércitos de la Unión fueron ocupados por el ejército federal y administrados durante unos años por gobernadores militares. Pero los Estados del Sur tenían asegurado implícitamente su regreso a la Unión.
La capitulación incondicional fue también la lección que sacó la burguesía occidental de la Primera Guerra Mundial, cuando se negoció un armisticio el 11 de septiembre de 1918 a pesar de que el ejército alemán aún no había sido completamente derrotado en Francia y Alemania nunca sería ocupada. Si se hubiera logrado una rendición incondicional mediante la invasión planeada en 1919 y toda Alemania hubiera sido ocupada por los aliados, el terrible temblor de la Revolución Alemana, que amenazó con derrocar el orden capitalista, podría haber sido evitado o quizás reprimido rápidamente por ejércitos de ocupación aliados.
El gobierno japonés en guerra entendía la rendición incondicional que se le exigía como el anuncio del derrocamiento de su Emperador. ¿Acaso la derrota alemana de 1918 no había provocado la caída de la monarquía imperial cuando los aliados exigían la abdicación de Guillermo II?
En la administración demócrata del presidente Roosevelt, y en los medios de comunicación de Estados Unidos, había cierta izquierda que quería juzgar al emperador Hirohito como criminal de guerra por haber participado, desde la toma del poder por los militares en 1936, en el desarrollo de los planes de conquista del imperialismo japonés, empezando por China en 1937. [[31]]
Tanto para los japoneses como para los aliados, la amenaza del derrocamiento del emperador Hirohito significaba que las fuerzas armadas japonesas, y gran parte de la población, lucharían con la energía de la desesperación y nunca se rendirían .Como habían escrito los planificadores del Estado Mayor combinado en abril de 1945: “ A menos que se pueda dar una definición de la rendición incondicional que sea aceptable para los Japoneses, no hay alternativa a la aniquilación ni esperanza de que la amenaza de una derrota absoluta provoque la rendición.” [[32]]
Cuando Harry Truman asumió la presidencia el 12 de abril de 1945, todos los responsables de Washington y Londres tenían claro que Japón estaba completamente agotado. Sobre todo porque los submarinos estadounidenses habían destruido toda su flota mercante. Japón ya no podía transportar nada por barco entre sus cuatro islas metropolitanas y ya no podía reabastecer o repatriar a sus ejércitos de Indochina y China. Tampoco a su ejército más poderoso, aquel de Manchuria, que hacía frente al Ejército Rojo, ambos inmóviles desde que el general Georgui Zhukov había derrotado a los Japoneses en la batalla de Khalkin Gol en 1939.
En la Conferencia de Yalta de febrero de 1945, Stalin prometió declarar la guerra a Japón tres meses después de la capitulación de Alemania. Esto ocurriría el 7 de agosto de 1945.
En Londres y Washington, todos los responsables pensaban que Japón capitularía muy pronto. En primer lugar, por la conmoción del ataque del Ejército Rojo en Manchuria. Y en segundo lugar, si la exigencia de rendición incondicional se completaba juiciosamente con la garantía de que el emperador Hirohito permanecería en su trono.
Además, esto era necesario por razones militares, ya que sólo la autoridad del Emperador podía garantizar el mantenimiento del orden en Japón, tanto mientras se esperaba la llegada de las tropas de ocupación estadounidenses como después de su instalación. Y sólo una orden por radio de Hirohito podría hacer deponer las armas a las innumerables guarniciones japonesas dispersas por las islas del Pacífico, Filipinas, Indochina y China.
El General George Marshall, Jefe del Estado Mayor General estadounidense, lo dejó muy claro, por ejemplo, el 18 de julio en la reunión de los Jefes de Estado Mayor de los tres ejércitos: “ El General Marshall cree que el shock de una declaración de guerra rusa podría “apalancar ” Japón para que capitulara (…) El General Marshall advirtió contra cualquier movimiento para destronar al Emperador ya que esto llevaría a una desesperada defensa japonesa…” (Charles H. Donnely, Secretario del Estado Mayor Combinado, 18 de julio de 1945.)”[ [33]]
Además, en el momento de la rendición de Italia en agosto-septiembre de 1943, se había llegado a un apaño similar con la capitulación incondicional, manteniendo al rey Víctor-Emmanuel III en el trono con el mariscal Pietro Badoglio como jefe de gobierno.
La declaración en la Conferencia de Potsdam
Estaba acordado que los Tres Grandes: Truman, Churchill y Stalin se reunirían a finales de junio de 1945 en Potsdam, a las afueras de Berlín.
Junto con Churchill y Chiang Kai-shek, la administración estadounidense planeaba enviar desde Potsdam una Declaración solemne última a Japón instándole a rendirse.
Truman y Byrnes iban a Potsdam para recibir la confirmación de Stalin de que cumpliría su promesa de declarar la guerra a Japón el 7 de agosto.Truman solicitó y obtuvo un aplazamiento de la Conferencia de Potsdam hasta el 17 de julio. Así pues, se celebró del 17 de julio al 2 de agosto de 1945 en el castillo de Cecilienhof, en Potsdam.
Truman invocó el final del año fiscal de 1944 como motivo del aplazamiento. En realidad, ahora sabemos que la razón fue que la prueba de la primera bomba atómica Trinity en el desierto de Nuevo México no podía tener lugar antes del 16 de julio como muy pronto. Truman y Byrnes querían tener la bomba en el bolsillo para poder reunirse con Stalin. O saber si había fallado antes de reunirse con él.
Gar Alperovitz y su equipo encontraron no menos de catorce llamamientos a Truman para exigir que el matiz tranquilizador sobre el Emperador se incluyese en la Declaración prevista. Constituía el punto 12 del texto preparado por el Departamento de Estado:
1-Del Secretario de Estado en funciones Joseph C. Grew el 28 de mayo de 1945. [[34]]
2-Por el ex-Presidente Herbert Hoover en una carta fechada el 30 de mayo.
3-Por Grew de nuevo el 13 de junio.
4-Por el Consejero del Presidente Samuel I. Rosemann el 17 de junio.
5-Por Grew de nuevo.
6-Por el Subsecretario de Guerra McCloy el 18 de junio.
7-Por el Almirante Leahy el 18 de junio.
8-Por el Colegio del Departamento de Estado en una resolución oficial del 30 de junio.
9-Por el Subsecretario de Marina Ralph Bard el 1 de julio de 1945.
10-Por el Secretario de Guerra Henry Stimson, firmado conjuntamente por Grew y el Secretario de Marina James V. Forrestal, el 2 de julio.
11-De nuevo por Stimson, el 16 de julio.
12-Por el Primer Ministro británico Winston Churchill en Potsdam, el 18 de julio. 13-Por los Jefes del Estado Mayor Combinado, el 18 de julio de 1945.
14- Por Stimson de nuevo, el 24 de julio de 1945 en Potsdam.
Gar Alperovitz concluye: “Los funcionarios estadounidenses más importantes sabían que la condición crítica para la rendición de Japón era la seguridad de que el trono sería preservado. Así que la pregunta es: ¿Por qué Truman y Byrnes decidieron dar marcha atrás en el desarrollo de la política consensuada y eliminar de la Declaración el tipo de garantía específica para el Emperador recomendada por todas las figuras significativas implicadas?”[ [35]]
Cuando Japón se rindió finalmente el 11 de agosto de 1945, la posición del Emperador fue de hecho, bien preservada. “También es preciso recordar que una razón importante por la que Grew y Stimson presionaron para que la fórmula de rendición se publicara con mucha antelación fue para que el partido de la paz tuviera tiempo de organizar el apoyo a una oferta de rendición y así estar en mejor posición para reaccionar ante sus detractores. “[[36]]
En Potsdam, Byrnes y Truman hicieron suprimir este punto 12 y la declaración quedó marcada por su banalidad, que no aportaba nada nuevo.
La bomba atómica en la Conferencia de Potsdam
En vísperas de la reunión de los Tres Grandes en Potsdam, el 17 de julio de 1945, Truman y Byrnes recibieron la noticia de la exitosa explosión de Trinity en Alamogordo.
El 21 de julio, Truman recibió el informe detallado del general Groves y se lo hizo leer a Churchill. El diario de Stimson recoge lo que Churchill le dijo entonces: “Me dijo que había notado ayer en la reunión de los Tres que Truman estaba obviamente muy fortalecido por algo que había sucedido y que se enfrentó a los rusos de una manera más enfática y decisiva, diciéndoles que absolutamente no podían tener lo que exigían y que Estados Unidos estaba totalmente en contra de ellos. Me dijo, ahora sé lo que le pasó ayer a Truman. No podía entenderlo. Cuando llegó a la reunión después de leer ese informe, era un hombre cambiado. Puso a los rusos en su sitio y en general acaudilló la reunión. Churchill me dijo que ahora comprendía cómo se había producido este inflamiento de su personalidad y que él sentía lo mismo. Toda su actitud lo confirmaba“.[[37]]
Sin estar seguros de que Trinity funcionaría, Truman y Byrnes fueron a Potsdam para conseguir que la URSS entrara en guerra contra Japón. Pero como Trinity había funcionado, ya no había necesidad de que la URSS entrara en guerra contra Japón, y por tanto, no había necesidad de dejarles Manchuria, Corea, y quizás incluso la participación en la invasión de Japón. La bomba atómica podía hacer que Japón capitulara rápidamente para quitarle la alfombra bajo los pies a Rusia.
Ahora la entrada de la URSS en la guerra debía retrasarse si era posible. Stalin, que acababa de reunirse con Mao Tse-tung, quería que se resolvieran las cuestiones chinas antes de entrar en Manchuria. Hasta entonces, Byrnes había estado instando al ministro chino de Asuntos Exteriores, Soong Tzu-Wen, entonces en Moscú, a acelerar sus conversaciones con los soviéticos. Ahora le telegrafió para que las demorara.
Y acelerar el lanzamiento de la bomba. Para precipitar la capitulación de Japón.
1949, la bomba atómica soviética
En Potsdam, Truman decidió informar a Stalin de la bomba atómica y de su exitosa explosión en Alamogordo el 16 de julio. El 24 de julio, Truman y su traductor, Charles Bohlen, se acercaron a Stalin y le dirigieron unas palabras. Los testigos vieron a Stalin contestar muy brevemente. Truman dijo que Stalin le había dicho “Ya veo. Hacen buen uso de ello contra Japón.”[ [38]]
Byrnes estaba convencido de que Estados Unidos tenía una ventaja de más de diez años, quizás incluso un monopolio absoluto. Los científicos del Proyecto Manhattan, que habían conocido a científicos atómicos soviéticos antes de la guerra, no estaban tan seguros. El programa estadounidense utilizaba uranio procedente del Congo belga y después, de Canadá. Byrnes intentó en vano monopolizar todos los yacimientos de uranio del mundo.
La fisión del átomo de uranio 235 había sido descubierta en diciembre de 1938 por Otto Hahn, Fritz Strassmann y Lise Meitner. En 1941, los científicos atómicos soviéticos se dieron cuenta de que el tema de la fisión nuclear había desaparecido por completo de las revistas científicas occidentales. Adivinaron que había programas secretos en marcha en Alemania, Gran Bretaña y Estados Unidos. El programa soviético se puso en marcha en 1942, utilizando uranio de Tayikistán. La primera bomba atómica soviética explotó el 29 de agosto de 1949 en Kazajstán. La detección de productos de fisión en la alta atmósfera alertó inmediatamente a los científicos atómicos occidentales. En los círculos científicos y gubernamentales de Estados Unidos cundió la paranoia.
Eisenhower y MacArthur estaban en contra
“A menudo sorprende a los no especialistas saber que muchos expertos y personalidades juzgaban que las bombas eran, de hecho, casi con toda seguridad innecesarias – y que una rendición probablemente habría tenido lugar en cualquier caso antes de noviembre. Ya hemos señalado: 1) el resumen de Walker del consenso de expertos en la literatura moderna; 2) la conclusión del Strategic Bombing Survey; 3) la conclusión del estudio de 1946 de la División de Inteligencia Militar del Departamento de Guerra; 4) las vehementes declaraciones del general Eisenhower y del almirante Leahy; 5) las pruebas de que Arnold, Spaatz, LeMay, Nimitz, King, Halsey, MacArthur, Strauss, Bard, McCloy,[[39]]y muchos otros conocedores creían que la guerra habría terminado casi con toda seguridad sin el uso de bombas atómicas“. [[40]] (Arnold, Spaatz y LeMay son generales de las Fuerzas Aéreas estadounidenses; Nimitz, King y Halsey son almirantes; MacArthur es el Comandante en jefe de las tropas en el Pacífico).
El almirante Leahy se comprometió especialmente para evitar el uso de la bomba atómica. El almirante de la flota William D. Leahy (1875-1959) era amigo de Roosevelt y su jefe de gabinete desde 1942. Conservó este cargo con Truman, pero no gozaba de su confianza. Había sido, entre otras cosas, Comandante de la Flota de Batalla de 1936 a 1937 y Director de Operaciones Navales de 1938 a 1939, y un desafortunado embajador en Vichy de 1940 a 1942. Hanson Baldwin, el comentarista militar del New York Times, recordó que en una entrevista de historia oral, Leahy “pensaba que este asunto de reconocer la continuación del Emperador era un detalle que debería haberse resuelto fácilmente.” La secretaria de Leahy, Dorothy Ringquist, recordaba vívidamente que el día que Hiroshima fue bombardeada, él me dijo: “Dorothy, lamentaremos ese día. Estados Unidos sufrirá porque la guerra no debe librarse contra mujeres y niños.” Y en 1949, el biógrafo de Truman recordó a Leahy quejándose amargamente: “Truman me dijo que habíamos acordado que sólo la utilizarían para atacar objetivos militares, ya que los militares decían que salvaría muchas vidas estadounidenses al acortar la guerra. Pero, siguieron adelante y mataron a tantas mujeres y niños como pudieron, que era justo lo que siempre habían querido.” [[41]]
Los historiadores han establecido que el otro almirante de la flota, Ernest J. King (1878-1956), comandante en jefe de la US Navy durante la guerra y Director de Operaciones Navales, compartía los mismos sentimientos: “.a finales de junio, King había llegado a las mismas conclusiones que Leahy: que la guerra podría haber terminado mucho antes de una invasión en noviembre y que, por lo tanto, el uso de la bomba atómica era “innecesario e inmoral”. Así, el vicejefe de Estado Mayor de King, el contralmirante Bernhard H. Bieri, recordó en una entrevista oral en 1969 que a finales de la primavera de 1945 él y sus colegas tenían muy claro que no habría invasión: “Algunos de nosotros (en el Estado Mayor de King) pensábamos que una invasión nunca se iba a llevar a cabo ni iba a ser necesaria… “[[42]]
El Comité de Blancos
En sus declaraciones públicas y en sus Memorias, Truman escribe que las bombas atómicas se lanzaron sobre objetivos militares. Esto es totalmente falso. Hiroshima tenía pocas fábricas de defensa y estaban situadas en los suburbios. El objetivo fue el centro de la ciudad.
Los objetivos de las dos bombas atómicas fueron elegidos muy pronto, en mayo de 1945, por el Comité de Blancos, formado por el físico británico William Penney (1909-1991), el matemático húngaro John von Neumann (1903-1957) y el general Leslie Groves.
De una lista inicial de ciudades japonesas, Henry Stimson ya había hecho eliminar en marzo a Kioto, la favorita de Groves. Stimson había señalado acertadamente su especial importancia histórica, cultural y religiosa, y añadido que había estado allí en su luna de miel en 1893. [[43]]
Se eligió Hiroshima porque era una ciudad que nunca había sido bombardeada por la aviación estadounidense y no iba a serlo. Las montañas amplificarían el efecto de la bomba, regulada para explotar a 500 metros de altura. El objetivo era golpear con fuerza a la población y precipitar la capitulación.
Dado que los documentos reunidos hasta la fecha demuestran que Hiroshima no era un objetivo militar prioritario, que no era un puerto de actividad significativa y que se eligió específicamente para evitar importantes instalaciones militares, debemos examinar una vez más el particular lenguaje de la declaración pública de Truman del 9 de agosto: que se eligió Hiroshima para evitar matar civiles.
Pero, por supuesto, precisamente lo contrario fue la recomendación del Comité Interino[[44]]– y el principal objetivo del Comité de Blancos. Aunque el 31 de mayo de 1945 el Comité Interino sugirió que “no podemos concentrarnos en una zona civil”, el objetivo que recomendó era, de hecho,“ una fábrica de armamento vital que emplea a un gran número de trabajadores y está estrechamente rodeada por las casas de los trabajadores.” La idea central no cambió al sustituir una instalación militar por una fábrica de armamento. No cabe duda de que el interés primordial y constante de los Comités Interino y de Blancos, tanto antes como después de la enmienda del 21 de junio, era causar el mayor impacto psicológico posible, un objetivo muy diferente, por ejemplo, de destruir una instalación militar (o, como había propuesto Marshall el 29 de mayo, destruir una instalación naval). Significaba apuntar a un gran número de civiles. “[[45]]
La bomba de uranio 235 (“Little Boy “) había sido probada en Hiroshima, y la otra, la bomba de plutonio 244 (“ Fat Man “), por supuesto tenía que ser probada también. Pero Nagasaki no era el primer objetivo del vuelo que transportaba la segunda bomba, la de plutonio, el 9 de agosto. El objetivo era el gran arsenal militar de Kokura, rodeado de barracones y casas de trabajadores. ¿Por qué un segundo lanzamiento sólo tres días después? Porque había que hacerlo rápidamente y demostrar que esta nueva bomba atómica no era algo experimental sino una nueva serie de bombas operativas. Lo que no era cierto porque no había una tercera bomba lista por el momento.
Pero el 9 de agosto de 1945, había nubes sobre Kokura y el objetivo alternativo era la ciudad de Nagasaki. [[46]]
Gar Alperovitz concluye su libro de la siguiente manera: “Mi propia visión de las cosas ha cambiado algo en los últimos años. A principios de la década de 1960, estaba claro que la Conferencia de Potsdam se había pospuesto para poder probar la bomba antes de las negociaciones con Stalin. También estaba claro en el diario de Stimson que incluso el 16 de mayo el propio Truman pensaba que EE.UU. tendría ‘mejores cartas en la mano más tarde que ahora’- y que el 6 de junio el Presidente había pospuesto (la reunión de los Tres Grandes)… a propósito para darnos más tiempo. Cuando Stimson había informado por primera vez (el 24 de abril de 1945) al presidente Truman sobre la bomba atómica, fue por su relación con la crisis polaca.
Es más, después de discutir ‘muy confidencialmente’ con Harriman la relación de la bomba atómica con los problemas con Rusia en Europa, Stimson también comentó unos días más tarde que ‘tenemos un arma única que va a entrar en acción’y argumentó que EE.UU. debería ‘dejar que sean nuestras acciones las que hablen en lugar de las palabras..’ Las cuestiones europeas, por supuesto, eran también los principales asuntos que los ministros de Asuntos Exteriores tendrían que tratar inmediatamente después de Hiroshima; fue en este momento cuando Stimson ‘encontró a Byrnes muy firmemente opuesto a cualquier intento de cooperar con Rusia’. Su mente está llena de problemas con la próxima reunión de Ministros de Asuntos Exteriores y contempla la posibilidad de tener la bomba en el bolsillo, por así decirlo, como una gran arma para resolver el problema.”
A principios de la década de 1980 me impresionó la investigación de Robert Messer sobre las preocupaciones de Byrnes – en particular su demostración de que, habiendo sido enviado por Roosevelt para vender el acuerdo de Yalta al Senado y al público de EE.UU., Byrnes tenía un gran interés en lograr un acuerdo satisfactorio en Europa Oriental (…) Byrnes parece haber deseado sinceramente antes de mediados de julio que Rusia entrara en guerra con Japón. Casi con toda seguridad, la combinación de la noticia de la intervención del Emperador (13 de julio) con la noticia del éxito de la prueba inmediatamente después (16 de julio) cristalizó la decisión final: ahora la bomba podía poner fin a la guerra no sólo antes de una invasión, sino también antes de que el Ejército Rojo avanzara en Manchuria.”[[47]]
Robert Lochhead
[[1]] Gar Alperovitz, The Decision to Use the Atomic Bomb, Vintage Books, Random House, Nueva York, 1996, páginas 437 y 438.
[[2]] Gar Alperovitz, op. cit., paginas 127 y 444.
[[3]] Gar Alperovitz, op.cit. página 334.
[[4]]Gar Alperovitz, op.cit. página 439.
[[5]]Gar Alperovitz, op.cit. página 440.
[[6]]Gar Alperovitz, op.cit. página 441.
[[7]] Patrick M.S. Blackett, Fear, War, and the Bomb: The Military and Political Consequences of Atomic Energy, Turnstile Press, Londres, 1948. Gar Alperovitz, op. cit. cita a Blackett en la página 128.
En la película Oppenheimer, Blackett es el profesor cuyo alumno Robert Oppenheimer intenta envenenar con una manzana.
[[8]] Gar Alperovitz, op.cit. página 449.
[[9]] McGeorge Bundy sera consejero de Seguridad Nacional de los presidentes Kennedy y Johnson de 1961 a 1966. Impulsó el bombardeo de Vietnam y organizó el derrocamiento del presidente survietnamita Ngô Din Diêm en octubre de 1963.
[[10]] Henry L. Stimson,”The Decision to Use the Atomic Bomb », Harper’s Magazine 194, febrero de 1947, pp. 97-107.
[[11]] Gar Alperovitz, op. cit, página 460.
[[12]] Gar Alperovitz, op. cit, páginas 466-467.
[[13]] Barton J. Bernstein (Ed.), The Atomic Bomb: The Critical Issues, Little Brown, Boston, 1976.
[[14]] Gar Alperovitz, Hiroshima.Die Entscheidung für den Abwurf der Bombe, Hamburger Edition, 1995.
[[15]] Kristine Phillips, The Washington Post, 17 de julio de 2018.
[[16]] Gar Alperovitz, op.cit. página 203.
[[17]] Gar Alperovitz, op.cit. página 213.
[[18]] François Fejtö, Histoire des Démocraties populaires, 1.L’ère de Staline, Points Histoire, Le Seuil, París, 1952-1969.
[[19]] Gar Alperovitz, op.cit. página 147.
Leo Szilard,”A Personal History of the Atomic Bomb “, Mesa redonda 601 de la Universidad de Chicago, 25 de septiembre de 1949.
[[20]] En Oak Ridge, Tennessee, se ha edificado en 1943 un gigantescaplanta ultra-secreta de enriquecimiento del uranio empleando más de 50’000 personas yconsumiendo la corriente de la Tennessee Valley Authority, la agencia federal de navegación e hydroelectricidad delrío Tennessee creada en 1933 en el marco delNew Deal.
[[21]] Gar Alperovitz, op. cit, página 191 y páginas 603-608.
[[22]]Max Hastings, Finest Years, Churchill as Warlord 1940-1945, HarperPress, Londres, 2009, páginas 572-576.
[[23]] Gar Alperovitz, op. cit, página 29.
[[24]] Gar Alperovitz, op. cit. páginas 232-233.
[[25]] Gar Alperovitz, op. cit, página 27.
[[26]] Gar Alperovitz, op. cit, página 27.
[[27]] Gar Alperovitz, op. cit., página 295.
[[28]] Gar Alperovitz, op. cit., página 296.
[[29]] Gar Alperovitz, op. cit., página 26.
[[30]] Gar Alperovitz, op. cit. páginas 26-27.
[[31]] Gar Alperovitz no ignora los crímenes del imperialismo japonés:
“El pueblo japonés tiene mucha historia fea que afrontar – incluyendo no sólo Pearl Harbor sino también los bombardeos de Shanghai, la masacre de Nankín, la prostitución forzada de mujeres coreanas, los experimentos humanos de la infame Unidad 731, el horror de la marcha de la muerte de Bataan y la tortura y asesinato sistemáticos de prisioneros de guerra.
Pero aun así, la cuestión de Hiroshima sigue en pie.” (página 628)
A esto podemos añadir la feroz represión del movimiento obrero, del Partido Socialista y del Partido Comunista Japonés, especialmente desde 1926 y 1932, y el terrible trato que recibieron las colonias de Japón: Corea, Taiwán, China, Birmania, Filipinas, Indonesia e Indochina.
[[32]]Gar Alperovitz, op. cit., Página 648.
[[33]] Gar Alperovitz, op. Cit., Páginas 292 y 644.
[[34]] Oficialmente Byrnes sólo prestó juramento como Secretario d’Estado el3 de julio.
Joseph C. Grew (1880-1965) había sido embajador en Tokio de 1932 a 1941(!). Ya había sido sub-secretario d’Estado de 1924 a 1927 bajo el Presidente Coolidge, después de haber sido embajador en Berna de 1921 a 1924.
[[35]] Gar Alperovitz, op. cit, páginas 300-301.
[[36]] Gar Alperovitz, op. cit, página 653.
[[37]] Gar Alperovitz, op. cit. página 260.
[[38]]Gar Alperovitz, op. cit. páginas 386-387. Charles E. Bohlen (1904-1974) estuvo destinado en la embajada estadounidense en Moscú de 1934 a 1940 y fue embajador en la URSS de 1953 a 1957.
[[39]] Arnold, Spaatz y LeMay eran generales de las Fuerzas Aéreas estadounidenses; Nimitz, King y Halsey eran almirantes; MacArthur era comandante en jefe de las tropas en el Pacífico; Strauss era almirante adjunto al Secretario de Marina, asociado al Proyecto Manhattan; Ralph A. Bard era subsecretario de Marina y John McCloy era subsecretario de Guerra y será pronto Alto Comisionado en Alemania. El almirante Lewis Strauss (1896-1974) es uno de los protagonistas de la película Oppenheimer.
[[40]]Gar Alperovitz, op. cit, página 644.
[[41]] Gar Alperovitz, op. cit. página 326.
[[42]] Gar Alperovitz, op. cit. página 327.
[[43]] Gar Alperovitz, op. cit., página 531.
[[44]] El Comité Interino estaba formado por Henry Stimson, James Conant, Vannevar Bush, el físico Karl Compton, William L. Clayton, subsecretario de Estado, y Ralph A. Bard, subsecretario de Marina. (página 156)
[[45]]Gar Alperovitz, op. cit, páginas 527-528.
[[46]]Gar Alperovitz, op. cit., página 534.
[[47]]Gar Alperovitz, op. cit., pages 667-668.
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Fotografía: Viento sur. Tripulación del B-29 “Enola Gay” que con la bomba nuclear llamada “Litte Boy” bombardeó Hiiroshima el 6 de agosto de 1945 (KEYSTONE/AP Foto/U.S. Air Force)