Por: ERIKA GONZÁLEZ. 10/12/2023
El pasado 14 de septiembre, en Estrasburgo, el Parlamento Europeo aprobó la Ley de Materias Primas Fundamentales que tiene como objetivo incrementar y facilitar el acceso de las corporaciones transnacionales a los minerales clave para el desarrollo del capitalismo verde y digital. Dicho de otro modo, persigue expandir las fronteras extractivas de la minería tanto fuera de las fronteras europeas como en su interior. Un día después, en Brasilia, se celebró una reunión entre los negociadores de Mercosur y la UE para avanzar con el acuerdo comercial entre ambas regiones. Se espera así potenciar el crecimiento de las importaciones de grano para la ganadería y de minerales críticos para la digitalización, electrificación y energías renovables. Sin olvidar que en los últimos tiempos dos de los principales bienes importados de Brasil por los países europeos fueron el petróleo y el gas. Conseguir la base material que le permitiría amenazar con ampliar la frontera agroindustrial y extractiva que está destruyendo territorios clave para la vida en el planeta, como es la Amazonía.
La versión verde y digital del capitalismo se imbrica con el fósil en esta etapa actual de capitaloceno. En el marco de una crisis ecológica de dimensiones planetarias, las élites económicas y políticas incorporan más piezas a la arquitectura política y jurídica que intenta mantener la lógica del crecimiento económico y de la acumulación de riqueza. Una lógica sostenida por un metabolismo material y energético que ha traspasado ya los límites biofísicos del planeta. No es posible continuar con la explotación ilimitada de los territorios, sus bienes, sus poblaciones, humanas y no humanas, en un planeta limitado. Las dos expresiones más visibles de esta translimitación son la emergencia climática y la dramática pérdida de biodiversidad que ya es calificada como la sexta extinción masiva de especies. Ambos procesos están necesariamente interrelacionados y se retroalimentan: el calentamiento global acelera la destrucción de biodiversidad y su pérdida profundiza los efectos del cambio climático. La destrucción de la Amazonía podría eliminar uno de los principales estabilizadores del clima y la descongelación de la tundra, además de la pérdida de hábitats de numerosas especies, supone una fuente de emisión de gases de efecto invernadero.
Con todo, en la agenda política y mediática internacional tiene más peso el cambio climático y las posibilidades de nuevos mercados que abre la expansión de energías renovables y la electrificación. La pérdida de ecosistemas, de sus especies, de las relaciones y procesos que posibilitan la vida no se percibe como la situación alarmante que es. Organizaciones internacionales y ambientalistas publican informes y cifras que no se conectan con el impacto en las vidas de las mayorías sociales. Pero lo cierto es que, también desde una perspectiva completamente antropocéntrica y eurocéntrica, es central transformar un modelo socioeconómico que ha causado la disminución media de 69% en las poblaciones analizadas de animales salvajes entre 1970 y 2018. En el caso de América Latina la caída llega al 94%. La pérdida de ecosistemas, poblaciones y especies va de la mano del mal funcionamiento de los procesos que están detrás de nuestra alimentación y del acceso al agua potable. De la biodiversidad depende que siga siendo posible el ciclo de nutrientes, el ciclo del agua, la formación y retención de suelo, la polinización, el control de plagas y de la contaminación.
En el Plural de este número hemos querido poner el foco en la emergencia ecológica que supone la pérdida de biodiversidad y cómo refleja a la perfección el conflicto capital-vida. El crecimiento y la acumulación constante están arraigados en la destrucción de todo lo que posibilita la vida. José Luis Fdez. Casadevante “Kois” abre el plural analizando cómo social y culturalmente se ha asentado la visión utilitarista y de dominio sobre la naturaleza hasta invisibilizar la ecodependencia. Muestra la contradicción que representa el hecho de que consideremos nuestra dependencia de los ecosistemas y de los procesos ecológicos como algo abstracto cuando nuestros mismos cuerpos son ejemplos de multitud de relaciones entre organismos vivos. Apuesta entonces por una transformación cultural a partir de la reconexión con la naturaleza para la reorganización de la economía y de los usos del territorio.
A continuación, Miguel Díaz-Carro plantea la situación actual como una extinción masiva que ocurre en espacios de tiempo más cortos y es capaz de eliminar miles de especies, cambiando completamente la dinámica y estructura de muchos ecosistemas. Apunta, finalmente, a la transformación y reparación de las relaciones de nuestras sociedades con los sistemas ecológicos en un ecologismo de la convivencia. Del análisis global de la crisis de la biodiversidad, pasamos a hablar con Marta Rivera-Ferré del desarrollo del sector industrial. En esta entrevista nos detenemos en uno de los sectores (la ganadería industrial) que más impacto está generando por la destrucción y contaminación de los ecosistemas en los que se asienta, los riesgos de salud pública que representa, la explotación laboral que viven sus trabajadores y trabajadoras y de su vínculo con la destrucción de la Amazonía, entre otros ecosistemas de gran valor ecológico.
Las principales líneas de intervención social y ecologista para defender la biodiversidad son desarrolladas por Jaume Grau, queplantea las respuestas de los gobiernos y la necesidad de impulsar una toma de conciencia ciudadana para transformar las sociedades hacia un nuevo paradigma de convivencia en armonía. Desde el cambio de valores y actitudes y el trabajo colectivo en organizaciones ecologistas y sociales hasta políticas concretas dirigidas a reducir la esfera económica a los límites biofísicos del planeta.
La relación entre biodiversidad, economía y empleo en las propuestas para una transición ecosocial es desarrollada por la autoría colectiva que elaboró el informe “Biodiversidad, economía y empleo en España. Análisis y perspectivas de futuro”. Las autoras y autores desarrollan los escenarios de empleo en España hasta 2028 y, con esos escenarios, proponen los marcos formativos y políticas públicas para la transición hacia una economía comprometida con la biodiversidad. Por último, Maritxu Ameigeiras plasma el conjunto de medidas que la Campaña Sin Biodiversidad No Hay Vida ha expresado en el informe “Convivir con la biodiversidad”. Desde la protección de la fauna urbana hasta la renaturalización de espacios litorales y tramos urbanos de ríos. Diferentes iniciativas muy concretas para hacer de las ciudades espacios con mayor calidad de vida humana y no humana.
Erika González forma parte del Consejo Asesor de viento sur
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Fotografía: Viento sur