Por: Ana Muñoz Padrós / J. Marcos. 13/04/2024
Las ayudas públicas han espoleado la creación de comunidades de energía, pensadas para descentralizar de forma colectiva el sector eléctrico. Los municipios navarros de Jaurrieta y Abaurrea Alta reflejan dos modelos opuestos de esa transición energética; mientras el primero crece al amparo de la red Toda Navarra I, gestionada por Edinor-Repsol, el compromiso social sostiene al segundo.
Apenas siete kilómetros separan Jaurrieta de Abaurrea Alta, dos pequeños municipios en la antesala de los Pirineos navarros. Es inverno y hace frío, mucho frío. Ni rastro del centenar escaso de habitantes habituales, cifra que se duplica los fines de semana. Un poco de agricultura, otra pizca de ganadería y servicios varios, algunos enfocados al turismo que genera la selva de Irati. Así resisten el paso del tiempo Jaurrieta y Abaurrea Alta. Acostumbrados a evolucionar de la mano, desde hace unos años recorren su particular transición energética por la misma senda, pero en dirección opuesta. Dos modelos, dos procesos, dos espejos que ejemplifican una tendencia al alza: las comunidades de energía.
Para comprender las diferencias hay que acercarse primero a lo que es una comunidad energética. La aproximación más sencilla remite al propio concepto, es decir, al conjunto de personas que aúnan fuerzas, tiempos y saberes para cuestiones relacionadas con la energía. La cooperación en esta materia ha existido siempre, pero ahora se hace bajo el marco de la Unión Europea, que en 2018 y en 2019 aprobó dos directivas que ponen la transición energética en las manos de la gente: las Comunidades de Energía Renovable (CER) y las Comunidades Ciudadanas de Energía (CCE), respectivamente. Los dos conceptos proponen que la ciudadanía produzca, consuma, almacene, comparta y venda energía de forma colectiva y descentralizada, rompiendo así con la posición de dominio que ostentan las grandes compañías.
El alcalde de Jaurrieta va a demorarse unos minutos, la oportunidad perfecta para pasear por el pueblo. Desde uno de los altos se ven los dos paneles de placas solares instalados en la parte superior del frontón techado. La solar fotovoltaica es la fuente mayoritaria en las comunidades de energía, que también pueden acoger otras fórmulas locales renovables como la eólica, la biomasa o la minihidráulica.
Jaurrieta se ramifica en retorcidas callejuelas por las que surgen casones de paredes blancas y tejados a dos y cuatro aguas. Las casas rurales están cerradas, pero uno de los alojamientos abre la puerta y la dueña no tarda en abordar el motivo de la visita.
—Hubo una reunión informativa del Ayuntamiento, pero no hemos vuelto a saber nada. Y eso que nosotros seríamos de los que más electricidad consumiríamos por el negocio. La verdad, tampoco me he metido mucho.
La NA-140 discurre salpicada por montículos de hielo a ambos lados del asfalto. Apenas siete kilómetros hacia el oeste, en Abaurrea Alta el frío es el mismo pero el discurso es otro. Edurne Bidondo y Blanca Carballo esperan abrigadas en los bajos de la casa consistorial, aunque enseguida la conversación se traslada al interior de la sociedad gastronómica.
Durante dos horas, lo técnico da paso a lo jurídico, la participación a la formación; Bidondo y Carballo describen un camino “largo” y “duro” por momentos, “mucho tiempo con este runrún”; no eluden las cuestiones fiscales, se extienden en unas gráficas de consumo con picos, saben qué es el reparto de excedentes, y recomiendan buenas prácticas en el hogar (“hay que aprender a consumir”, coinciden), y desmenuzan qué hay detrás de la subida de la luz, y…
—¡Madre mía!, quién iba a pensar que llegaríamos a este punto. Más de una vez me he preguntado qué hacía yo metida en esto, cuando todos son más jóvenes.
—Lo entiendo ahora y aún hay cosas en las que me pierdo.
Tejer pueblo con un sector en pocas manos
El negocio de la electricidad en España está dividido en cuatro secciones: la generación y la comercialización, que están liberalizados y por tanto cuentan con la participación de muchas entidades, además del transporte y la distribución, que siguen regulados. El transporte, a modo de monopolio natural, pertenece a Red Eléctrica de España, una privada que cotiza en bolsa. En la distribución figuran las cuatro firmas que controlan el sector, en una situación que puede calificarse de oligopolio por zonas: Endesa, Iberdrola, Naturgy y EDP.
El rol de las comunidades de energía se ciñe a la generación y, en mucha menor medida porque muy pocas han dado el salto, a la comercialización. En vez ganar dinero, la finalidad última es generar beneficios ambientales, sociales y económicos para las personas asociadas y para su entorno. Salirse del control de las compañías tradicionales no es fácil. “Puede haber una comunidad energética supertransformadora, pero va a tener que pasar por la gran distribuidora de turno”, alerta por videollamada Mònica Guiteras, de Enginyeria Sense Fronteres y la Xarxa per la Sobirania Energética.
En el interior del consistorio, José Manuel Narvaiz desgrana qué traerá la comunidad de energía a Jaurrieta. Habla en futuro porque unas goteras han retrasado la puesta en funcionamiento de los 24 kilovatios de potencia que los paneles prometen a 36 hogares y pequeños comercios. El ahorro medio en la factura eléctrica oscilará entre el 20 y el 25 por ciento porque una negociación mancomunada permite alcanzar mejores precios en el mercado. El regidor repite durante su explicación varios adjetivos: fácil, rápido, cómodo; fácil, rápido, cómodo; fácil…: “Hay mucha gente mayor y van al consumo, a que se pague menos; no van al medio ambiente ni están mirando qué es más más eficiente”.
Edurne Carballo es masajista. Blanca Bidondo es maestra jubilada. Estas dos expertas en energía son parte del Consejo rector de Goiargi, la cooperativa energética de Abaurrea Alta. “Ninguno de los cuatro integrantes del consejo venimos del ámbito energético”, aclaran por si las dudas. Narran su travesía con la comunidad desde la sociedad gastronómica, precisamente al calor que generan las placas de la comunidad energética que funciona en el pueblo, instaladas con unas subvenciones del Gobierno autonómico.
—Al principio todos miramos la factura, pero nuestro modelo es mucho más amplio. El objetivo es ser cada vez más autosuficientes.
—Nosotros lo de hacer pueblo lo tenemos incorporado de antes.
La primera vez que en Abaurrea Alta escucharon hablar de la creación de una comunidad de energía fue en septiembre de 2021, cuando su Ayuntamiento organizó una charla informativa en el pueblo. Por allí estaban Carballo y Bidondo, también su vecina Oihana Lorea junto a Idoia Zulet y Esther Muñoz, las tres promotoras de Ko-energia, una plataforma que desde 2019 ha acompañado desde una perspectiva ecofeminista la formación de una veintena de comunidades energéticas. “Todo lo hemos trabajado en colectivo”, recalcan, al referirse a la creación del grupo motor, al proceso de formación, a las deliberaciones y las decisiones. Y en ese todo hay que incluir el establecimiento de una cooperativa con sus correspondientes estatutos. Abaurrea Alta es además una de las excepciones navarras en cuanto a la distribuidora se refiere, pues están “con una pequeñica” llamada Electra Saltea.
La primera vez que Jaurrieta, al otro lado del valle, abrazó la idea de conformar una comunidad energética fue unos meses después, tras una sesión informativa organizada por la Cámara de Comercio de Navarra y dirigida a las alcaldías de la región. El alcalde se desplazó a Pamplona, a poco más de una hora de camino y allí le esperaban, entre otros, representantes de Edinor, la filial dedicada a las renovables del Grupo Petronor, a su vez perteneciente a Repsol. “Me convencieron. Lo llevé a pleno y entramos”, indica Narvaiz. Desde entonces, Jaurrieta forma parte de la red CEL [Comunidad Energética Local] Toda Navarra I, conformada por 26 ayuntamientos, es decir, 26 “unidades territoriales” forman una sola comunidad de energía, establecida como una asociación sin ánimo de lucro. A cambio, cada municipio cede la cubierta de un edificio público durante 15 años prorrogables hasta 25 para colocar las placas, propiedad de la asociación. Es decir, se prestan espacios públicos a cambio de una bajada en la factura de la luz. Jaurrieta cederá el frontón y un espacio de vial público donde ubicar un cargador para vehículos eléctricos que posteriormente conectará Iberdrola, la principal distribuidora de la zona.
Fondos públicos en manos privadas
El Estado español todavía no ha implementado las directivas europeas aprobadas en 2018 y 2019, algo que debería haberse realizado hace más de dos años. “Es una cuestión política al cien por cien”, asevera el abogado Jorge Andrey, quien subraya que, con cada normativa, “hay quien gana y hay quien pierde. Cuando las cosas no cambian, se benefician los que ya tenían privilegios y estaban en una posición favorable. El statu quo”.
Pese a que la trasposición del derecho europeo está pendiente, el Ejecutivo ha otorgado diferentes subvenciones destinadas a la creación de comunidades de energía. Dada la ausencia de cuadro legislativo, la definición concreta, y por extensión oficial, de esta nueva figura queda perfilada por los criterios y baremos que establecen estas convocatorias públicas. El Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía (IDAE), adscrito al Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico (MITECO), ha concedido las ayudas más importantes: las cuatro ediciones del programa CE-Implementa financiado por los fondos Next Generation de la Unión Europea. En total, 80 millones de euros, destinados a la creación de 151 propuestas de comunidades energéticas piloto.
La web del IDAE destaca el espíritu de las dos directivas europeas, recordando que mediante las comunidades de energía “se evita la dependencia sobre las compañías eléctricas convencionales y se aumenta la competitividad en la industria”. El requisito principal es que sus integrantes sean pymes [pequeñas y medianas empresas], entidades locales o personas físicas y “que el control efectivo lo ejerzan estos colectivos; es decir, actores que en ningún caso son grandes empresas energéticas”, indican por escrito.
“Creemos en lo comunitario, en lo pequeño, en generar redes desde donde estamos. Y desde ahí trabajamos”
La CEL Toda Navarra I, gestionada por Edinor-Repsol y a la que pertenece Jaurrieta, es el segundo proyecto que más dinero ha recibido en la segunda convocatoria de subvenciones: más de dos millones y medio de euros, de los 30 repartidos. Además, CaixaBank ha respaldado a esta red con un crédito que completa los más de cuatro millones y medio de euros presupuestados.
“Los promotores son los propios ayuntamientos y la Cámara, mientras que nosotros prestamos soporte técnico, jurídico y de gestión del autoconsumo”, aclaran por correo electrónico desde Edinor. “Como entidad pública, lo único que hacemos es presentar a todos y luego ya será la CEL la que decida con qué socio va a seguir”, completa por videollamada el coordinador de proyectos en el territorio de la Cámara de Comercio de Navarra, Pachi Yanguas, quien explica que se fijaron en el “modelo de éxito” que Repsol ya tenía desarrollado en el País Vasco.
Esta receta, que en lugar de surgir de la ciudadanía surge de una entidad empresarial e implica a grandes compañías, se ha extendido por la Comunidad Foral de Navarra. Ya existe la CEL Toda Navarra II, que engloba 37 entidades locales entre ayuntamientos y concejos y que recibió un millón y medio de euros en la cuarta convocatoria de las CE-Implementa. El modelo se ha exportado: en esa misma resolución, la CEL Toda Sevilla se llevó cerca de tres millones y, fruto de la relación entre las Cámaras de Comercio, se han constituido 55 CEL que agrupan a 284 localidades de todo el Estado.
Frente a ese modelo, la veintena de iniciativas que acompaña Ko-energia tiene acento navarro. “No es casual. Creemos en lo comunitario, en lo pequeño, en generar redes desde donde estamos. Y desde ahí trabajamos. No podemos ni queremos sistematizar”, subraya la trabajadora social Oihana Lorea, que acompaña el proyecto de Abaurrea Alta desde de Ko-energia. “Y ya Navarra es enorme, no bajamos nunca a la zona de La Ribera porque nos pilla muy lejos”, completa la ingeniera Esther Muñoz.
Comunidades, ¿con perspectiva de género?
A la hora de definir Toda Energía, partidarios y detractores coinciden en describir el modelo con la etiqueta “llave en mano”. Para Oihana Lorea es un “Spotify de la energía”. Especializada en participación y en desarrollo comunitario, Lorea defiende que la gran diferencia entre el modelo de Jaurrieta (Toda Energía) y el de Abaurrea Alta reside en la gobernanza comunitaria: “Una cosa es participar y tomar decisiones sobre un modelo establecido, y otra muy distinta es acompañar procesos, poner siempre el colectivo por encima de lo individual y al pueblo por encima del grupo”. Y añade: “Generar una comunidad energética es superfácil, el problema es cómo vas a sostenerla. Si no lo haces desde la base y con lo que ya hay en el lugar, es muy difícil. Y aun así para la gente es un esfuerzo brutal. Estamos hablando de meter a individuos en el mercado eléctrico, que es un ámbito hostil para la ciudadanía”.
Sobre una calificación máxima de 100, los criterios de valoración del IDAE reservan casi la mitad de los puntos (45) para el componente social, de ellos 20 son por el “impacto social y de género”. ¿Qué sucede en estos casos? Según la Cámara de Comercio de Navarra, las cuestiones de igualdad dependen de los vecinos, están reguladas en los estatutos y destacan el hecho de que la presidenta de la CEL Toda I sea una mujer y de la CEL Toda II un hombre. Esta versión contrasta con las palabras de Esther Muñoz, para quien “lo más rompedor” de su modelo de acompañamiento no es que sean tres mujeres, sino que su apuesta “va desde las personas a las personas, desde la base. Eso es lo feminista. Es lo contrario al modelo instalado. En los grupos que acompañamos hay mayoritariamente hombres porque el sector energético es así. Los hombres vienen más desde lo técnico y las mujeres desde lo comunitario”.
Esta perspectiva se repite en Europa. Heleen Schockaert, gestora de proyectos de Rescoop, la Federación internacional de cooperativas de energía, observa que hay muchas más mujeres participando en comunidades de energía que en los actores tradicionales del mercado eléctrico. “Las mujeres están muy presentes en la defensa del derecho a la energía y de los suministros básicos pero, cuando pasamos a iniciativas de constitución, vemos muchos grupos impulsores en los que hay una mayoría de hombres”, lamenta la socióloga ecofeminista Mònica Guiteras quien, al igual que organizaciones como Amigos de la Tierra, reclaman una mayor participación de personas viejas, migrantes y con diversidad funcional en las comunidades de energía.
Edurne Bidondo y Blanca Carballo vuelven a ponerse los abrigos y acompañan hasta la entrada del pueblo. Al igual que sucedía en Jaurrieta, por dentro Abaurrea Alta parece encogida sobre sí misma, quizá para soportar las cifras negativas de los termómetros. Sobre la cubierta de un antiguo almacén de patata, revertido al Ayuntamiento, aparecen los paneles solares. Ellas pasean con su runrún a cuestas.
—En agosto toca cambio en el consejo rector. Pero seguiremos vinculadas.
—Lo bueno es que somos pequeños, nos conocemos todos y todos estamos dentro.
—Hay que hacer pueblo.
Este reportaje forma parte de una investigación desarrollada con el apoyo de JournalismFund Europe
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Fotografía: Pikara magazine. J. Marcos. Edurne Bidondo y Blanca Carballo (de izda. a dcha.) delante del almacén que alberga las placas.