Por: Ester Ruiz. TribunaFeminista. 02/01/2021
Se va. Se va un año en el que nos quedó claro que la culpa no era nuestra, ni dónde estábamos ni cómo vestíamos.
También quedó claro que el Estado es opresor, que jueces, fachas y presidentes son culpables de nuestras violaciones. Porque no sólo nos violan sexualmente, nos violan cada vez que se nos maltrata institucionalmente. Cada vez que nuestro salario es más bajo que el de un hombre o cada vez que nos desprecian y eligen un hombre aunque estemos más capacitadas, más preparadas y seamos mucho más responsables para el desempeño de un puesto de trabajo.
Nos violan cada vez que nos repudian por maternar, convirtiendo la maternidad en algo innecesario que utilizamos como poder por un lado y como queja por otro.
Este año también se lleva mujeres asesinadas y torturadas, familias desconsoladas y sin justicia restaurativa como le llaman ahora. Si ni siquiera tenemos justicia mucho menos restaurarán algo que no se percibe como injusto. Volveremos a poner el contador a cero, como si nuestros asesinatos desapareciesen. Hagan lo que hagan faltan más de 1000 mujeres, asesinadas con ensañamiento. Muchas de ellas madres que fueron asesinadas delante de sus hijos e hijas presenciando el horror más grande y que jamás olvidarán, le llamamos daño irreparable.
Atrás quedarán también los niños y niñas que fueron asesinadas por sus padres varones, causando a sus madres el mayor dolor inconsolable, no se persigue otro fin asesinando a los hijos e hijas que impedir reponerse y condenar a esas madres a una muerte lenta en vida, le llamamos TORTURA. Infancias sesgadas que sus madres intentaron proteger y les fue imposible porque no las creyeron. No se cuestiona la decisión violenta de obligar a revincular con presuntos maltratadores, se cuestiona otra vez a la madre, que mentía, que no supo trasladar adecuadamente el peligro real. El resultado son asesinatos que nos conmueven dos segundos a la sociedad y sin embargo una muerte en vida agonizante para las madres no creídas y cero sanciones con cero responsabilidades para quienes no evitaron ese horror. Así será imposible conseguir romper el ciclo de la violencia. Nuevamente…..TORTURA
Otro año más de reivindicaciones, de luchas, de entonar no nos callarán, mientras niegan la violencia machista como niegan los asesinatos del régimen franquista, los bebés robados de aquella época.
Hemos puesto resistencia a los vientres de alquiler, seguiremos peleando como seguimos peleando la abolición de la prostitución. No tan claro tenemos el tema de las diversidades sexuales que, aunque no me equivoco si afirmo que las diversidades están aceptadas por la amplia mayoría de la sociedad, es un error pretender confundirlas con la lucha de otros derechos, sobre todo de las mujeres.
Se va un año donde se consiguió permiso de paternidad que llamaron igualitario, con una frase que está ahora en pleno auge, poner la vida en el centro. Pero la vida en el centro no se coloca ignorando a las más vulnerables, en este caso las mujeres. En una sociedad donde a pasos agigantados partidos de ultraderecha se hacen hueco para gobernar, donde se siguen asesinando mujeres por ser mujeres, donde la precariedad laboral se ceba sobre todo con las mujeres, donde no existen programas reales para facilitar la conciliación laboral, donde las bajas por maternidad son mínimas, donde se sigue ejerciendo el cuidado de la familia por las mujeres. Es inaudito que no se haya legislado para conseguir un permiso de maternidad más amplio. No es cierto que es una medida para fomentar y mantener el empleo femenino, no es cierto que sea para igualar condiciones de hombres y mujeres, no es cierto que es una medida para equiparar e igualar a mujeres y hombres porque fundamentalmente mujeres y hombres no somos iguales y esto es así nos guste o no, NO SOMOS IGUALES.
la vida en el centro no se coloca ignorando a las más vulnerables, en este caso las mujeres.
Nos volvimos a equivocar a favor del patriarcado, como siempre, como es lo habitual, porque mientras nosotras, las mujeres, no nos demos el valor que tenemos a nosotras mismas, seguiremos cometiendo estos atropellos pensando que avanzamos.
Avanzaremos cuando seamos nosotras quienes nos aupemos, quienes nos valoremos, quienes nos consideremos parte fundamental de una sociedad que nos necesita. Avanzaremos cuando cambiemos la mirada sobre nosotras mismas viendo nuestras inmensas capacidades de hacer, de ver, dirigir y disfrutar de nuestro lugar. Entonces y sólo entonces estaremos poniendo la vida en el centro, pero la nuestra y no la que nos están imponiendo de forma sibilina pero autoritaria al fin y al cabo.
Sí, las mujeres en el centro, en el centro de las decisiones políticas, formativas, sanitarias, docentes, siendo parte de un todo, tomando esa mitad que nos corresponde y nos es negada. Fuertes, seguras, decididas, porque las mujeres somos éso, dadoras de vida, nada más y nada menos importante ni perfecto.
Sí, las mujeres en el centro, en el centro de las decisiones políticas, formativas, sanitarias, docentes, siendo parte de un todo, tomando esa mitad que nos corresponde y nos es negada.
Tengamos respeto y abramos paso porque nosotras las mujeres ya despertamos y ahora sí tenemos claro que la culpa no era nuestra ni de dónde estábamos ni cómo vestíamos como afortunadamente nos cantaron Las Tesis (Chile). Y esas mujeres que abren paso, que no se olviden de pensar, trabajar y ejercer con mente, cuerpo y alma de mujer, que no pretendan maravillar y agradar a los hombres que las rodean, porque entonces no habremos conseguido nada.
Se va, se va un año de pandemia, de una pandemia que nos confinó en las casas. Para según quienes lugares seguros, pero para otros y otras quienes, sus infiernos. Se corearon frases bonitas, positivas, se aplaudieron a los y las sanitarias que, por cierto, siempre están ahí, con o sin pandemias. Se hizo extensivo el aplauso al resto de fuerzas y cuerpos de seguridad, a los panaderos, a los barrenderos, a las cafeterías y restaurantes, en definitiva a toda una sociedad. Nos dimos cuenta que cada uno de nosotros cumplimos nuestro papel y todos somos necesarios.
Pero esta pandemia dejó muchas otras al descubierto que ya existían y nadie quería ver, la pobreza extrema, las personas sin hogar, la escasez de medios de transporte, los recortes sanitarios que llevaban realizándose hace años, la masificación en las aulas escolares por la falta de centros educativos y lo más importante y que parece que todos olvidamos y sacamos de las cajas como los adornos de Navidad, NUESTROS MAYORES, los abuelos y abuelas de los nietos y nietas que tantas veces fueron a buscarlos al colegio, que tantísimas veces les hicieron aquella sopa tan rica, que les llevaron al parque y empujaron el columpio. Esos padres y madres que se dejaron las manos en las tierras para pagar nuestras carreras, que guardaban en una caja de madera lo poco que sobraba para que el chico se comprara el coche y la chica pudiera ir a estudiar a la capital.
Con la mejor de nuestras intenciones les buscamos un lugar donde les cuidaran y atendieran mejor que nosotras mismas, que no les faltase de nada. Ibamos a verles cada tarde y a veces cada dos días. Otras familias iban menos, no todo el mundo tiene un horario que le permita ir tanto como quisiera, pero éso no significa abandono. Abandono es la desatención que han recibido, la que ya se denuciaba una y otra vez, maltratarles e ignorarles. Negligencia es no cumplir con sus revisiones médicas ni facilitarles su bienestar físico, emocional y mental que requieren. NO, SEÑORAS Y SEÑORES, NO HEMOS ABANDONADO A NUESTROS PADRES, MADRES, ABUELOS Y ABUELAS EN RESIDENCIAS. Ustedes han hecho un negocio de la necesidad de una sociedad que necesitaba un servicio social, como lo hacen con todos los servicios sociales. Ustedes han ganado millones y millones de euros dando una calidad de vida terrible a unas personas indefensas, eso merece una condena. Han estado machacando al personal que contrataban con sueldos miserables y si hablaban les mandaban a la calle.
Se va, sí, se va 2020. Puede ser que a alguien le deje algún buen recuerdo o alegría. A mí especialmente me deja desaliento, desesperanza. Me ha descubierto lo que no me hubiera gustado nunca descubrir. Sólo deseo que ya que se va se lleve todo lo malo y a partir de ahora venga todo lo bueno para todos y todas.
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Fotografía: Tribuna Feminista.