C.P. JOSÉ ANTONIO ROCHA FLORES. 28/02/2019
Ante la visión centralista gubernamental sobre la problemática productiva del sector rural en los últimos sexenios, acompañada de una actitud controladora y rectora del desarrollo, hoy en día (el Estado) se ha cargado de un sentir casi estrictamente asistencialista, con una mala visión productivista, discriminando al desarrollo, priorizando la cobertura de atención, haciendo a un lado la problemática rural en conjunto y casi olvidando la rentabilidad y sustentabilidad de las familias del campo. Este manejo institucional ha logrado que los sectores productivos centren más su atención al Presupuesto (para saber cuánto se destinará a su sector y cuánto podrían alcanzar) que en resolver su problemática. Con esta práctica, los indicadores de los presupuestos, van siendo los propios presupuestos, manejando como referencia cifras históricas sobre el mismo, pero dejando a un lado avances en la producción, calidad, mercados, innovación tecnológica, diversificación, sustentabilidad, rentabilidad, mitigación, índices de marginación, pobreza, migración, paz social y adaptación entre otros importantísimos indicadores.
Por ejemplo, el café, al ser un grano de consumo mundial regido por la oferta y la demanda nos hace competir en deventaja por el mercado, aun siendo los productores; que, dicho sea de paso, son más pobres que los países consumidores a quienes este “libre” mercado favorece siempre, ya que ellos procesan, industrializan, comercializan y hasta lo sirven al consumidor final. Incluso lo venden en los propios países productores, las naciones consumidoras han posicionado al café como una de las bebidas más importantes del mundo, con ganancias altamente significativas, lo que no sucede con los productores, quienes asumimos todos los riesgos naturales que producir café implica, además de que como en el ciclo pasado y el actual, los precios internacionales bajan tanto que no cubren los costos de producción, aunado al crecimiento mundial de la producción, que este año podría significar un poco más de 10 millones de sacos, café que corre el riesgo de que ni siquiera a precios bajos se logre vender.
Considerando la actual coyuntura (4º transformación) en la cual se asume una nueva visión basada en la premisa de que “con el pueblo todo y sin el pueblo nada”, me atrevo a proponer que seamos los productores quienes asumamos nuestra responsabilidad en el desarrollo y crecimiento de la cafeticultura de México, desestimando la dependencia de los subsidios y priorisando el trabajo y mejoramiento de nuestros cafetales, sin que esto signifique rechazar los recursos del presupuesto. Con estos (recursos) más bien debiéramos incidir en su reordenamiento y canalización hacia las necesidades reales, fortalecimiento de las acciones de mejora y desarrollo del sector. Además, sería importante desarrollar una reingeniería en el sector cafetalero, determinando, primero, a los actores, su importancia, derechos y responsabilidades. Desde esta clasificación construir la estructura que permita sentar las bases de una sólida política cafetalera de México, que sea el eje central del desarrollo de esta actividad, sin perder de vista los ejes transversales que inciden en la dinámica social de su ruralidad. Esa política tendría que ser el punto de partida para la definición de las metas y objetivos en el corto, mediano y largo plazo, poniendo al centro su rentabilidad, sustentabilidad, desarrollo, arraigo y paz social de las regiones cafetaleras.
La multifactorialidad del sector, su dispersión y gran diversidad, obligan a definir una política cafetalera nacional por medio de un modelo altamente incluyente, regionalizado y estratificado que permita identificar los factores que más apremian a cada región, estrato y eslabón de la cadena de valor. El consenso y la participación permitirá focalizar las necesidades, requerimientos tecnológicos, profesionales, financieros o de mercado encaminados a solucionar los problemas específicos, generando la trazabilidad y escalonamiento del desarrollo que pudiera ser por productor, comunidad, municipio, región estado, condición, genero grupo u organización. Todo ello creando una alianza del sector productor con los tres niveles de gobierno, las universidades, centros de investigaciones, ONGs y todos los eslabones de la cadena.
No se trata de desechar lo ya realizado, más bien es aprovechar lo que sirve y romper los malos paradigmas del desarrollo. Se busca contribuir con la nueva visión de desarrollo, rescatando la mística del productor y su orgullo de serlo, para rescatar y consolidar en México el orgullo de ser productor.
NOTA: Ante la propuesta gubernamental de construir una plataforma de información, debe advertirse que no es viable hacerlo sin objetivos definidos, sin modelos de capacitación y asistencia técnica sustentados, sin la construcción de indicadores basados en los resultados esperados, sin reglas de operación claras, sin un plan de desarrollo regional sustentable, participativo, incluyente y responsable, “No más, un Plan de Desarrollo para el Pueblo, sin el Pueblo”.