Por: Violeta Bataller. 07/09/2021
La situación de emergencia humanitaria que se está viviendo en la actualidad en todo el mundo implica graves consecuencias en la educación de millones de niños y niñas. 1 de cada 4 menores en edad escolar del mundo vive en países afectados por crisis. Esta situación hace a este colectivo más susceptible de sufrir adversidades y violencia como el trabajo infantil, el matrimonio infantil, la explotación, la pobreza, el reclutamiento en grupos armados o la inseguridad alimentaria e hídrica.
Sin embargo, son numerosas las asociaciones y entidades que aúnan sus esfuerzos para combatir esta realidad. Ejemplo de ello son, ACNUR, la agencia de la ONU para los refugiados, que trabaja para garantizar los derechos y mejorar las vidas de las persona refugiadas o la red global Teach For All que gracias a Educación en emergencias contribuye, desde un enfoque holístico y a través de distintas organizaciones asociadas, a garantizar la educación de las personas más vulnerables.
En este sentido, resulta esperanzadora la reciente alianza entre ambas asociaciones, ya que ofrece una vía para que la población estudiantil refugiada se inserte en el mercado laboral. El principal objetivo es apoyar la creación de empleos para las personas refugiadas que cuenten con un grado académico. Sin embargo, a nivel mundial, apenas el 3% de la juventud refugiada se encuentra inscrita en instituciones de educación superior. Estos datos visibilizan muy bien las desigualdades en cuanto a las oportunidades de inserción laboral que existen en todo el mundo. Así pues, a través de distintos programas de becas para la enseñanza, la alianza apoyará la inclusión de las personas refugiadas en las comunidades de acogida y su acceso a instituciones públicas de educación superior alrededor del mundo. También permitirá que las organizaciones socias en países de acogida que integran la red de Teach for All incluyan a las personas refugiadas con grados académicos en sus cuerpos docentes para convertirlas en fuentes de inspiración en las aulas.
Esta interesante iniciativa evidencia el poder de la educación como motor de transformación de las desigualdades sociales y de prevención de la violencia. Además, son numerosas las investigaciones que confirman este hecho e inciden en las posibilidades de transformación en distintos contextos. Existen estudios sobre la superación de estereotipos o prevención de violencia a través de la participación de hombres de minorías o la inclusión de familias y estudiantes gitanos a través del aprendizaje dialógico.
En definitiva, aunque siga siendo un reto pendiente garantizar la igualdad de oportunidades de este colectivo y conseguir que todos y todas, independientemente de sus circunstancias, puedan desarrollar todo su potencial a través de la educación y acceder a un futuro mejor, son muchas las escuelas y asociaciones que alrededor del mundo están transformando la vida de muchos niños, niñas y jóvenes, acercándoles el sueño de la mejor educación.
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Fotografía: El diario feminista
