Por: Egbert Méndez Serrano. 16/03/2025.
1. La desaparición forzada en México se visibilizó porque las familias reclamaron a sus desaparecidos, es decir, se volvió un problema de la polis, estos es, un problema político.
2. La lucha política contra la desaparición forzada en el país tiene su nexo directo con la lucha anticapitalista, ya que la primera onda larga de desapariciones, de 1969 a 1990 —periodo incluido en la Guerra Sucia—, fue principalmente contra la guerrilla rural y urbana, es decir, contra organizaciones del Movimiento Armado Socialista Mexicano; familiares, militantes y activistas empezaron a formar colectividades para encontrar a los suyos y denunciar al Estado mexicano como el responsable. Tiene antecedentes conocidos, como la lucha del Comité ¡Eureka! que fundó Rosario Ibarra de Piedra.
3. Con la segunda onda larga de desapariciones forzadas, de 1990 hasta nuestros días, las colectividades de búsqueda aumentaron, porque el problema escaló de la represión contra la guerrilla a la rentabilidad de la industria criminal, que se enlaza a otros sectores de la economía legal, ejemplo emblemático de ello son los megaproyectos de distinto tipo. Ahora, un sinfín de factores hacen posible la desaparición de cualquiera de nosotros; la búsqueda de un mejor empleo ante la pobreza y precarización laboral en la que vivimos es ya un factor de riesgo, como lo prueban los horrores ocurridos en el Rancho Izaguirre, ubicado en el municipio de Teuchitlán, Jalisco, que entre sus funciones estaba el adiestramiento forzado, el reclutamiento ilegal de mano de obra para disposición de la industria del crimen organizado.
4. En México, al 16 de marzo de 2025, el Registro Nacional de Personas Desaparecidas y No Localizadas reconoce 124 mil 266 personas desaparecidas y no localizadas. Este número es un signo, que sin embargo no puede medir el dolor, refiere a las colectividades, familias y activistas que rompieron el silencio y están impidiendo que se consume la desaparición forzada. Pero faltan más. Según el profesor Roberto González Villareal en su libro La desaparición forzada en México (PAX, 2022)[1], hay un subregistro aterrador, si tomamos en cuenta la Encuesta Nacional de Victimización y Percepción sobre Seguridad Pública del INEGI, la cifra de desapariciones podría alcanzar más de un millón de personas, pues en su reporte de septiembre de 2024 dice, “92.9 % [de 31.1 millones de delito ocurridos, e.m.] no se denunció o la autoridad no inició una carpeta de investigación”. Si nueve de cada diez desapariciones no se están denunciando, alcanzaríamos la cifra referida.

[El colectivo Huellas de La Memoria y La Red de Familias Migrantes convocó este sábado 15 de marzo a realizar la jornada de Vigilia y al Luto Nacional. Se ponen zapatos de los desaparecidos, para que su huella no se pierda.]
5. Si en la primera onda larga, la lucha contra la desaparición forzada fue abanderada por familiares, militantes y activistas, fundando organizaciones vinculadas directamente a las luchas de izquierda y anticapitalistas —no olvidemos que en 1982, Rosario Ibarra de Piedra fue candidata a la Presidencia de la República por el Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT), de orientación trotskista—; la segunda onda larga tiene como punto de partida organizativo al clero progresista, que suele ser invisibilizado en su política. Si consideramos al clero desde ese aspecto, el progresista y no su ala reaccionaria, la religión cumple la función de representar al espíritu de un pueblo. Es en los rituales y el símbolo que busca el sentido de comunidad, el perdón y la reconciliación de una sociedad desgarrada, como la mexicana.
6. Como se ve, la lucha contra la desaparición forzada es, por definición, una lucha política. Pretender despolitizarla es una contradicción en los términos. La cuestión a debate es el tipo de política, sus definiciones y conceptos.
7. Ayer, en la jornada de Vigilia y al Luto Nacional que se realizó en el Zócalo capitalino se escucharon consignas, aunque marginalmente, en la lógica de la agenda norteamericana (de acusar al gobierno mexicano de tener una alianza con grupos del narcotráfico), en sintonía, en X-Twitter se posicionaron las tendencias #NarcoExPresidenteAMLO y #NarcoPresidentaClaudia. Pero ¿se puede reducir el entrelazamiento de la industria del crimen organizado a dos gobiernos de MORENA, el de López Obrador y el actual de Claudia Sheinbaum? Una mínima reflexión muestra que ese entrelazamiento se viene constituyendo desde los gobiernos del PRI y sobre todo del PAN con Felipe Calderón. El problema es estructural, alcanza la formación del Estado capitalista mexicano en la etapa postrevolucionaria: un ejemplo de ello lo tenemos en la familia Cuén de Badiraguato; terratenientes y caciques del opio en la década de los 1940’s, que alcanzaron dicho estatus por vínculos políticos cuya consolidación nos remite hasta el carrancismo. Lo que ocurre es que a los grupos económicos que se disputan la representación política de ese Estado, unos agrupados en MORENA y otros agrupados en el bloque del PAN-PRI, les es redituable reducir retóricamente los graves problemas sociales a la dicotomía 4T vs derecha; con esa reducción pretenden esquivar los problemas del capitalismo dependiente mexicano y lo que se puede denominar necroacumulación de capital. La manera en que se desarrolla la acumulación de capital en México vincula directamente militarización, paramilitarización, narcotráfico, trata de personas, tráfico de órganos, desapariciones forzadas, megaproyectos, minería, despojo, homicidios, feminicidios, trabajo precarizado, etc.
8. Las colectividades que buscan a sus desaparecidos y desaparecidas saben que hay grupos que quieren montarse en su justa lucha, también saben que no es un gobierno ni un partido el responsable, sino toda la estructura del Estado que abarca desde el aparato policiaco-militar hasta el circuito burocrático-político estrechado con el narcotráfico. Su denuncia no deja lugar a dudas: “En silencio es como nos quiere el Estado, quiere que olvidemos”, pero no están dispuestas a ceder:
“Por todas las personas desaparecidas en México. Presentes, ahora y siempre.”
Fotografías: Norberto Soto Sánchez
[1] Texto del cual obtuvimos varios elementos para este artículo, entre ellos la periodización de la desaparición forzada en México en dos ondas largas.