Por: Andrés Lund Medina. 28/09/2021
“La división internacional del trabajo consiste en que unos países se
especializan en ganar y otros en perder. Nuestra comarca del mundo,
que hoy llamamos América Latina, fue precoz: se especializó en perder
desde los remotos tiempos en que los europeos del Renacimiento se
abalanzaron a través del mar y le hundieron los dientes en la garganta.
Pasaron los siglos y América Latina perfeccionó sus funciones. Este ya
no es el reino de las maravillas donde la realidad derrota a la fábula y la
imaginación era humillada por los trofeos de la conquista, los
yacimientos de oro y las montañas de plata. Pero la región sigue
trabajando de sirvienta. Continúa existiendo al servicio de las
necesidades ajenas, como fuente de reservas del petróleo y el hierro, el
cobre y la carne, las frutas y el café, las materias primas y los alimentos
con destino a los países ricos que ganan consumiéndolos, mucho más
de lo que América Latina gana produciéndolos.” -Eduardo Galeano, Las
venas abiertas de América Latina.
Introducción
- El extractivismo no sólo ha sido parte de la historia de América Latina desde
su caída en la Modernidad capitalista (con la Conquista y la colonización) sino
que determina la inserción de estos territorios en la naciente división capitalista
internacional como colonizados y sometidos al imperialismo europeo (señalado
por Marx cuando se refiere a la acumulación originaria del Capital),
sometimiento que se mantiene incluso cuando se instituyen naciones
formalmente independientes y que se prolonga en el Nuevo Imperialismo
descrito por el geógrafo marxista David Harvey, cuyo eje fundamental es la
acumulación por desposesión.
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Fotografía: Fundación Heinrich Böll