Por: Jorge Meléndez Preciado. Contralínea. 12/01/2016
¡Por discursos no paramos! Casi todos los días –ya que el inquilino de Los Pinos es viajero frecuente y lo será más con el próximo avión que no ha llegado porque no tenemos hangar disponible (otro dislate sexenal)– se hacen elogios de lo bien que vamos aquí y lo mal de otros países. Somos, al decir de la propaganda oficial, privilegiados y ni siquiera le damos las gracias a san Enrique y compañía. Ingratos mexicanos.
Pero la realidad es otra. A fines de 2015, la famosa Comisión Nacional de Salarios Mínimos, a cargo de Basilio González Núñez desde 1991, un economista de 72 añejos, decretó que el aumento a las percepciones más bajas sería de 2 pesos con 94 centavos. El funcionario afirmó que la elevación es de 4.2 por ciento, en tanto la inflación, según el Banco de México (sic que no va a mercados), será únicamente del 2 por ciento, lo que hará que los sueldos se eleven.
En síntesis, el minisalario se situará en 73 pesos con 4 centavos diarios. Una cantidad que no cubre lo que determina el artículo 123, fracción sexta, el cual señala la necesidad de que el trabajador reciba lo suficiente para dar a su familia alimentación, educación, salud y recreación, entre otros rubros.
Es decir, no solamente estamos matando de hambre a los que crean la riqueza, sino incumpliendo desde la década de 1980 con el tan claro y rotundo precepto constitucional. Algo que tiene, por cierto, sin cuidado a los gobernantes, los legisladores y el Poder Judicial. Nadie, de este trío, ha reclamado al respecto. Al contrario, el secretario del Trabajo y Previsión Social, Alfonso Navarrete Prida, elogió la medida y señaló algo que se ha repetido hace más de 3 décadas: esperamos mejorías en cuanto aumente la productividad (sic que no entiende de esfuerzos).
Hay, cuando menos, 7 millones de trabajadores que obtienen el multicitado salario. Tres millones tienen empleos regulares, pero los otros 4, no. Por eso, seguramente en serio y no con ironía, Basilio, el senil, dijo que era mejor tener un trabajo que carecer del mismo. Algo que debería ser un llamado de atención al gobierno y los empresarios, y no un aviso a los informales y los mal llamados ninis.
Pero no. Los que manejan el país están imperturbables. No importa que con ese ingreso en 1988 se adquirieran 17 litros de leche, mientras que en la actualidad sólo alcance para 4.7 litros. Y que el fabuloso aumento no permita comprar más que un cuarto de kilo de tortillas o un bolillo en algunas panaderías, no en todas.
Claro, ello no le importa al tal Basilio, quien cobra mensualmente más de 173 mil pesos, más bonos, comidas, chofer, teléfonos celulares y demás prestaciones que recibe desde hace casi un cuarto de siglo.
Por cierto, a fines de diciembre supimos que los aguinaldos de los gobernadores fueron de 30 millones de pesos. Arturo Núñez, de Tabasco, recibió 486 mil; Miguel Márquez, de Guanajuato, 310 mil; Egidio Cantú, de Tamaulipas, 252 mil, y Carlos Lozano, de Aguascalientes, 240 mil. Ellos llegaron por el Partido de la Revolución Democrática, el Partido Acción Nacional (PAN) y el Partido Revolucionario Institucional. Una muestra de la unificación de los grillos a favor de unos cuantos (El Universal, 14 de diciembre de 2015).
“A fines de 2015, la Comisión Nacional de Salarios Mínimos decretó que el aumento a las percepciones más bajas sería sólo de 2 pesos con 94 centavos”
Además, sabemos que el Congreso de la Unión derrochó 8 mil millones de pesos, de 2012 a 2015, en asesores para los diputados (Reforma, 14 de diciembre).
Hay dinero, pues, aunque pésimamente repartido, según apunta la agrupación Oxfam, de Gerardo Esquivel.
Para el analista Carlos Fernández Vega, la pérdida del salario mínimo es de 80 por ciento de 37 años a la fecha (La Jornada, 14 de diciembre de 2015).
Por eso, Miguel Ángel Mancera propuso que el mínimo fuera cuando menos de 86 pesos, lo que aceptaron algunos funcionarios gubernamentales, pero no cumplieron. Mientras que el PAN señala que debe ser de 140 pesos, aunque no mueve un dedo ni manda una iniciativa para lograrlo. Y la Universidad Nacional Autónoma de México lo sitúa en 192 pesos con el fin de que logre aliviar las carencias familiares.
Para la Comisión Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social, en 2010 había casi 60 millones de compatriotas debajo de la línea de bienestar, y 4 años después, esos miserables aumentaron en 4 millones, es decir, llegaron a 64 millones.
En la citada Comisión se dio el caso que el representante sindical (sic que elogia a Gamboa Pascoe), José Luis Carazo, votó a favor del empresarial para que se estancaran los sueldos (Alberto Barranco, El Universal, 15 de diciembre de 2015). ¡Para Ripley!
México tiene los salarios más bajos de toda Latinoamérica y es donde menos han crecido en los últimos años.
Tiene razón el investigador universitario Alfonso Bouzas (Radio Educación, 15 de diciembre de 2015): sólo una movilización popular hará que el trágico estado de cosas se modifique; de no ser así, el Fondo Monetario Internacional, quien decide en estos asuntos, continuará sangrando a los trabajadores para que las empresas ganen millonadas diariamente.
Jorge Meléndez Preciado*
*Periodista
Fuente: http://contralinea.com.mx/archivo-revista/index.php/2016/01/10/bofeton-a-los-trabajadores/
Fotografía: milenio.