Por: Antonio Salgado Borge. Aristegui Noticias. 01/05/2023
La interrupción de la última gira del Presidente por motivos de salud puso a temblar a buena parte de los integrantes de su partido –y a festejar a los del campo de enfrente–. No es para menos. Andrés Manuel López Obrador es indispensable para Morena y para la Cuarta Transformación tal como existen actualmente.
Sirva lo ocurrido como un recordatorio de la posibilidad que, por incómoda y delicada, rara vez suele discutirse abiertamente: la posibilidad de que AMLO, un hombre que ronda los 70 años y que, como tantas personas en ese rango de edad ha tenido problemas de salud, fallezca en el corto o mediano plazo.
En un nivel muy rudimentario –el de la grilla– esta posibilidad claramente atañe a los grupos políticos al interior de Morena. Eventualmente, tendrán que seguir su camino de disputas sin la presencia y poder del Presidente.
En otro nivel de análisis, uno mucho más trascendental e interesante, la eventual ausencia de AMLO obligará a Morena a decidir si preserva el molde labrado por el Presidente.
Pero estas líneas de defensa se sostienen apenas unos segundos. Para ver por qué, es necesario considerar que en la teoría política contemporánea ‘populismo’ no significa ‘estar cerca del pueblo’, sino una visión de la sociedad como dos grupos enfrentados: “la gente pura”, por un lado, y “la élite corrupta”, por el otro.
Es fácil ver que el molde que ha labrado AMLO satisface cuando menos los cinco elementos asociados con el populismo contemporáneo revisados arriba. Decir que este molde no tiene algo de populista o jugar con las distintas formas en que este término ha sido entendido a lo largo de la historia equivale a querer tapar el sol con un dedo. En consecuencia, la única defensa intelectualmente honesta que puede proponerse desde la mal llamada “izquierda radical” para el molde populista es que éste ha sido electoralmente exitoso y que el fin justifica los medios (o, por ponerlo en los términos favoritos de un deplorable personaje, “haiga sido como haiga sido”).
Pero existe otra hoja de ruta que este movimiento podría adoptar cuando falte el Presidente. Morena bien podría rechazar el molde populista y adoptar un enfoque liberal de izquierda.
Soy consciente de que muchos de quienes defienden la ruta populista suelen simplonamente identificar el término ‘liberal’ con el término ‘derecha’ o con una versión no suficientemente radical de izquierda.
Pero a ello se debe responder que la identificación de ‘liberal’ y ‘derecha’ no tiene pies ni cabeza. La idea de que la izquierda no puede ser liberal carece de soporte histórico y conceptual, así que no me detendré en ello. Tampoco tiene sentido afirmar que una izquierda liberal no puede ser suficientemente transformadora o radical. En realidad, este enfoque podría llevar a Morena a cumplir buena parte de lo que ha quedado a deber durante el actual gobierno.
Es así cómo podríamos tener, de una buena vez y por todas, una reforma fiscal progresiva que permita redistribuir más recursos entre quienes más los necesitan, una reforma educativa que permita la formación de seres humanos emancipados y una verdadera procuración de justicia sin distinciones.
Abriéndose al liberalismo, Morena también podría abrazar, sin olvidar a los más pobres, causas que conciernen a las clases medias y que son bloqueadas por el anti-intelectualismo populista. Ejemplos de éstas son la defensa del medio ambiente, la movilidad social o el desarrollo de la cultura y de la ciencia.
Finalmente, dejando atrás el modelo populista, el principal partido de izquierda de México también podría hacer espacio a causas de izquierda que la concepción del ‘pueblo’ como masa homogénea ha excluido hasta el momento; por ejemplo, el derecho de las mujeres a decidir sobre sus cuerpos, los derechos de pueblos indígenas, los derechos de la comunidad LGBTI+.