Por: Marcelino Guerra Mendoza. Docente de la UPN-Ajusco. 10/01/2022
Corría el año de 1998, como diría el legendario cronista deportivo Pedro Septién Orozco el Mago, cuando narraba para los aficionados, jugada a jugada, las nueve entradas de los partidos de beisbol sin seguir la transmisión radiofónica por falta de señal. Allá por ese año, los CORTOCIRCUITOS estábamos al frente de la delegación sindical D-II-UP3 de la Universidad Pedagógica Nacional, unidad Ajusco; entre la secretaría general, la cartera de orientación ideológica y la comisión de prensa, nos divertíamos bastante ideando, pensando y definiendo la estrategia para enfrentar al rector de aquel entonces, Jesus Liceaga Angeles, enviado por el secretario de educación Miguel Limón Rojas a desprestigiar y desaparecer la UPN en un abrir y cerrar de ojos.
Aparte de los CORTOCIRCUITOS, había también otres querides amigues con quienes compartíamos posiciones políticas e institucionales, pero sobre todo afectos; gracias a eso era posible sostener la lucha por la DIGNIDAD ACADÉMICA DE LA UNIDAD AJUSCO; esa era nuestra demanda y bandera de lucha, así nos movíamos en todas las esferas, dentro y fuera de la institución. Esperamos pronto poder contar esa etapa de nuestra historia, porque ése 1998 fue un año de lucha que nunca imaginamos nos llevaría, años después, a padecer situaciones como las que vivimos actualmente.
Hoy nos hacen falta -aparte de aquel puñado de amigues- la alegría y felicidad para pensar las estrategias y ponerlas en práctica con gusto y placer frente al panorama regresivo en que nos encontramos. Y para eso sirve recordar…
Una mañana calurosa de aquel verano de 1998, cuando se jugaba el mundial de Francia, nos encontrábamos los CORTOCIRCUITOS en el local sindical; mi Brother Roberto González Villarreal a todo pulmón, nos incitó: “¡Vamos a ver el partido de México contra Holanda!”. Ni tardo y menos perezoso, prendí los bastones y llamamos a la Dra. Lucía Rivera Ferreiro para jalar, junto con les demás amigues, al Sanborns de Cuicuilco a ver el partido que terminó empatando México. Al llegar nos pusieron sillas frente a la pantalla, pedimos viandas para alegrar y disfrutar el triunfo mexica. En ése entonces éramos muches amigues, siempre andábamos para todos lados; pero como suele suceder, todo fue cambiando, incluyendo el gusto por el futbol.
Después de 24 años, viendo el resultado de Marruecos contra España en el pasado mundial de fútbol, tomó renovado sentido lo comentado por mi bro Roberto González Villarreal en el programa de Agenda MX. En su disertación sobre la experiencia vivida en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, Jal. nos mostró cómo la distribución de los espacios para la presentación de libros va de arriba hacia abajo. Arriba las elites políticas, académicas, literarias, artísticas y demás estirpe de esa naturaleza que dictan las agendas a seguir y abajo los de a pie, a ras de tierra, los que caminando tienen que cambiar todo con su crítica irreverente, investigando, rastreando, siguiendo pistas para documentar y argumentar frente al ejercicio del poder, sin importar quien lo detente, apegándose a los hechos, las evidencias, las situaciones que configuran la realidad, mostrándolas a la mayor audiencia posible, andando senderos diferentes y a la vez comunes, reflexionando y analizando, trazando rumbos que nos permitan vivir con mayor alegría y felicidad.
Terminó el mundial, lo ganó Argentina frente a Francia en un juego dictado por los de arriba, aspirando a alcanzar a la élite del dinero, porque el fútbol no es cosa de los de abajo, como antaño. Ahora es comercio, negocio de grandes empresarios que predisponen y disponen del gusto de la gente, organizando mundiales para llenar aún más sus bolsillos de las más preciadas riquezas y monedas mundiales.
Para que esto les resulte y reditúe, la mejor forma es haciendo sentir, pensar y creer a las clases medias que pueden asistir a la gran fiesta futbolera, estar en los escenarios reales; mientras tanto, para los de más abajo está la internet, televisión o radio como opciones para seguir los diferentes partidos que disputan 36 equipos, de los cuales llegan solamente dos a disputar la final. La gente se pone la camiseta de su país para jugar fuera del estadio; es su propio dinero el que paga el triunfo de los dueños del balón que comercializan lo mismo símbolos nacionales que marcas deportivas, jugadores, imágenes de racismos, discriminaciones, agresiones sexuales, homofobias, violencia cultural y segregación social. Lo que importa es que la gente se apropie de un deporte que en realidad no es suyo, no lo es desde hace mucho. El fútbol pasó de ser un deporte popular de los de abajo, a un espectáculo vacío que genera amplios márgenes de ganancia para los de arriba.
Recuperar lo que es de abajo y no de las elites es complejo y complicado, hay que librar una lucha permanente para no ceder y perder el gusto por lo que llena a los barrios y campos llaneros que hacen vivir la emoción de sus habitantes.
En todos lados, lo de abajo tiene que tirar a lo de arriba para crear nuevas edificaciones subterráneas, a ras del suelo, de manera horizontal y circular, para que todos podamos vernos de frente.
Ha iniciado el 2023, aparecen las señales que harán y dotarán de ánimo para la lucha permanente de abajo hacia arriba. Que estas señales vengan cargadas de la mayor energía posible para seguir juntos durante este andar y rodar por tan diferentes senderos.
Besos y abrazos querida banda.