Por: Lucía Rivera Ferreiro, Roberto González Villarreal, Marcelino Guerra Mendoza. Columna: CORTOCIRCUITOS. 07/03/2024
Cada año, a medida que se aproxima el día internacional de la mujer, se multiplican aquí y allá las convocatorias a conferencias, presentaciones de libros, marchas, llamados a luchar, a participar en conversaciones, grupos de reflexión, actividades artísticas, etc. Este día es motivo incluso – ¡faltaba más! – de comercialización, no hay que olvidar que el capital, como el patriarcado, no descansa nunca, intenta siempre convertir en mercancía las demandas de las resistencias.
En este concierto diverso de debates, convocatorias y propuestas de movilización rumbo al 8M, la presencia y expresión de las mujeres maestras es más bien marginal; en redes sociales son pocos los grupos de maestras que expresan abiertamente su adhesión al feminismo, plantean o solicitan propuestas pedagógicas para desarrollarlas en el aula con motivo de la efeméride o lanzan convocatorias de organización para salir a las calles y participar en las múltiples marchas que cada año reúnen a miles de mujeres.
No deja de sorprendernos, pues como decimos en el Cuaderno de Batalla n° 5 La super explotación del trabajo docente, en la pasmosa cotidianidad docente, conocida pero no reconocida, las maestras la tienen muy difícil, más si son madres y jefas de familia, pues además de realizar un sinfín de actividades como parte de su trabajo remunerado, se hacen cargo del trabajo doméstico y de cuidados, ése que todos necesitamos y a todos nos beneficia, pero no es reconocido ni valorado socialmente, mucho menos económicamente.
¿A qué se debe este aparente silencio? ¿Las maestras calladitas se ven más bonitas? ¿Mientras menos politizadas mejor realizarán su trabajo? En tanto mujeres, ¿están en desacuerdo con las demandas centrales de los movimientos feministas sobre el trabajo, la salud, la maternidad, el aborto? ¿Es desacuerdo o más bien un silenciamiento histórico? Las posibles respuestas son varias, no pretendemos agotarlas, pero sí, al menos, llamar la atención sobre algunas posibles lecturas.
- El “silencio” choca con los datos
En la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE), correspondiente al primer trimestre de 2021, el INEGI reporta la cantidad de 1,646,051 docentes de educación básica; de esta cantidad, 69% son mujeres. Desmenuzando un poco esta cifra por nivel educativo, tenemos que en preescolar, la proporción es de 92 mujeres por cada 100 docentes, en primaria, el dato es similar. En secundaria, la proporción baja a 57[1].
Otros datos reportados por la misma fuente sugieren que a pesar de ser mayoría, existen desigualdades en la contratación. El 88.9% de docentes hombres tiene un contrato de base, planta o tiempo indefinido; solo el 79.3 de las mujeres se encuentran en esta situación, pese a que el nivel de estudios es similar: 88.7% de docentes hombres y el 88.6 de las docentes mujeres, cuentan con estudios de educación superior (licenciatura, maestría o doctorado).
De igual manera, las jornadas de trabajo son diferenciadas: el 53.9% de los docentes hombres trabajan entre 15 y 34 horas a la semana y el 50.3% de las docentes mujeres trabajan este número de horas; únicamente 4 de cada 10 maestras laboran más de 34 horas a la semana.
De los salarios es difícil hablar, es poco lo que se sabe; en un reporte del extinto INEE publicado en 2015[2], las cifras muestran claramente una desigualdad interna, las mujeres maestras ganan menos que los hombres maestros por la realización del mismo tipo de trabajo; las educadoras se encuentran en una situación aún más desigual. Otra fuente más reciente[3], ratifica que los maestros ganan más que las maestras: por cada 100 pesos que gana un profesor, una maestra gana 83 pesos.
- La investigación sobre las maestras
La mayor parte de las investigaciones publicadas sobre el tema son de corte histórico, se sitúan dos siglos atrás, abordan el tema en determinadas épocas, contextos y entidades, se enfocan en las dificultades enfrentadas por las mujeres para acceder a instituciones formadoras de docentes o incorporarse a la docencia como una opción laboral, aventurándose a recorrer caminos y sierras para cumplir con su labor, que va desde “hacer escuela” hasta curar enfermos[4], actividades que a la fecha se espera o exige continuar haciendo “porque la vocación”, aunque hoy día las condiciones, sobre todo de seguridad, son muy diferentes.
Otras investigaciones[5] analizan lo que ya dejan en claro los datos presentados en el punto anterior: la feminización de la docencia en los primeros niveles educativos es una de las características del magisterio mexicano que ha prevalecido a lo largo de los siglos y se mantiene vigente.
De la mano de la feminización, persiste la idea de que ser maestra es una actividad apropiada para las mujeres, poseen atributos que las distinguen de los hombres, son sensibles, tiernas, sumisas. Se espera que acaten unas reglas que no están hechas en función de ellas, pero deben obedecerlas, “primero acatas, después te inconformas”.
Para Oresta López[6], las investigaciones con mayor influencia en la definición de políticas educativas han pasado por alto la composición mayoritariamente femenina del sector magisterial, contribuyendo a invisibilizar a las maestras. Considera esta omisión como expresión del fenómeno de discriminación social más amplio al que las maestras no escapan.
Y así se contribuye a perpetuar el silenciamiento de este sector a través de los siglos, hasta nuestros días. Hace apenas un par de semanas, una maestra que se atrevió a lanzar un encendido discurso en una ceremonia por el día de la bandera (Maestra da contundente mensaje en el día de la andera), fue cuestionada por un edutuber debido a que “no era el lugar, no era el momento”. Enseguida invitó a sus seguidores a juzgar la acción, como queriendo confirmar su propio juicio.
Salirse del camino que otros han trazado para las mujeres maestras es motivo de censura, críticas, señalamientos, sanciones e incluso amenazas.
- Romper el silencio y el aislamiento.
El hecho de que la investigación educativa no visibilice a las maestras o que los datos no den cuenta de las luchas y acciones cotidianas de miles y miles de maestras, no quiere decir que éstas no existan.
Las maestras que dejan atrás el muro de las lamentaciones y deciden actuar, protestar, expresar su desacuerdo frente a imposiciones absurdas, aquéllas que se atreven a decir NO a los mandatos patriarcales, las que se rebelan contra la autoridad, las que conocen y reclaman sus derechos, so pena de ser aisladas y juzgadas por propios y extraños, señaladas de inmediato por directivos, autoridades y criticadas incluso por sus pares, ¡ESAS SON LAS IMPRESCINDIBLES!, diría Bertolt Brech. Son las que abren los caminos por las que otras transitarán más tarde, ésa es quizá una de las lecciones más importantes que nos han dejado los feminismos.
Las maestras que cuidan en sentido amplio, es decir acogen, acompañan, comparten, escuchan, están en todas partes. Desde abajo, día con día, enseñan mucho más que contenidos académicos; no son indiferentes al desamparo, la pobreza ni al maltrato que padecen sus alumnas, no toleran el acoso sexual ni los abusos de ningún tipo.
Desde abajo y sin esperar reconocimiento de la USICAMM, luchan por sus derechos y los de las infancias, la preservación de los ecosistemas y contra las injusticias, desde las aulas y en las escuelas; protestan en las calles, se enfrentan a los compañeros, a las autoridades e incluso a las dirigencias sindicales que reivindican la emancipación y en su casa son auténticos tiranos.
La magisteria revoltosa piensa por sí misma y reclama ser escuchada. Quizá no aparecerá nunca en las efemérides, tampoco será reconocida como un semillero de heroínas ni aparecerá en la historia escrita por académicos hombres sobre las maestras.
Si no es este 8 de marzo, será el próximo o el que sigue. Tarde o temprano, poco a poco, la magisteria revoltosa, como le hemos llamado a estas maestras, se encontrarán para escucharse, descubrirse, apoyarse, acompañarse. Entonces se darán cuenta de su enorme capacidad de agencia para definir y conseguir objetivos comunes, perseguir propósitos, descubrir y elegir caminos, tomar decisiones para movilizar deseos y perseguir sueños.
Rescatar sus historias, pero también propiciar el encuentro entre ellas, puede ser de gran trascendencia en las transformaciones pedagógicas y políticas necesarias para construir otro mundo, o cuando menos, para evitar que se acabe el que tenemos.
[1] INEGI (2021) Estadísticas a propósito del día del maestro. Comunicado de prensa n° 278/21. En: https://www.inegi.org.mx/contenidos/saladeprensa/aproposito/2021/EAP_MAESTRO21.pdf
[2] INEE (2015) Los docentes en México. En www.inee.edu.mx/wp-content/uploads/2018/12/P1I240.pdf
[3] IMCO (11 de mayo de 2022) Día del maestro: atender los retos de la docencia para mejorar la educación. En: https://imco.org.mx/dia-del-maestro-atender-los-retos-de-la-docencia-para-mejorar-la-educacion/
[4] Vega Martínez, Blanca Susana, Ramos Escobar Norma (2017) Relatos de viajes: maestras, escuelas y caminos rurales en el México del siglo XX, Revista de Historia e Historiografia de la Educación. En: http://revistas.ufpr.br/rhhe/issue/view/2269/showToc
[5] González Jiménez, Rosa María (2009) De cómo y por qué las maestras llegaron a ser mayoría en las escuelas primarias de México, Distrito Federal (finales del siglo XIX y principios del XX): un estudio de género. En https://www.scielo.org.mx/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1405-66662009000300005 /
[6] López Oresta (2006). Las maestras en la historia de la educación en México: contribuciones para hacerlas visibles. En: https://www.redalyc.org/articulo.oa?id=99815917002
Fotografía: pabaksarkar