Por: Juan Alberto Flores Rosales. 12/12/2016
Desde hace años los trabajadores Veracruzanos advertimos en todos los tonos posibles, y denunciamos en foros diversos la escandalosa corrupción que una clase política mendaz, inepta y mediocre incubada en los cargos de decisión estatal, desde decenios atrás (por lo menos de 1990 a la fecha) venía cometiendo en agravio de la sociedad trabajadora, noble y generosa de nuestra entidad Veracruzana.
El Pueblo trabajador de Veracruz enteramos a la sociedad en su debido tiempo con meridiana claridad del contubernio entre la administración estatal y la federal, en un maridaje oprobioso y escandaloso en el que los recursos otorgados a la entidad jarocha fueron desviados y desaparecidos para engrosar las cuentas bancarias en el extranjero y la adquisición de numerosos inmuebles pero también para nutrir las campañas de partido revolucionario institucional (PRI) y sus rémoras que les sirvió a esa fauna nociva para mantenerse en el poder, a pesar de la exigencia popular de un cambio verdadero.
El régimen priista federal estuvo siempre enterado de las trapacerías, marrullerías, “tranzas”, maquinaciones y desvíos de dinero cometidos por la fauna política que en muy mala hora llegó al poder en nuestro solar veracruzano, por lo cual es inadmisible salir ahora con el cuento de que nada vieron, nada supieron, nada conocieron, de las andanzas de sus símiles priistas. El silencio presidencial en torno al brutal saqueo perpetrado en Veracruz en los últimos doce años, es sinónimo de complicidad siniestra, de encubrimiento criminal.
Hace unas horas, el flamante Gobernador Miguel Ángel Yunes Linares, ha anunciado a la sociedad Veracruzana que el Estado se encuentra en un estado de quiebra financiera y que esa virtual ruina de las finanzas estatales le impedirá cumplir los compromisos de la Institución que representa, es decir, el patrón Gobierno del Estado de Veracruz con los trabajadores veracruzanos que resultamos, al final de la Historia, los paganos de toda la conducta criminal de los priistas. Este desfalco brutal debe ser pagado por los saqueadores, no por los trabajadores.
Este enorme saqueo debe ser cubierto por los deshonestos, pero nunca por los asalariados que en este fin de año están condenados por la misma gleba que desfondó a Veracruz. ¿Cancelar unilateralmente las obligaciones económicas con el pueblo trabajador es la noticia que iba a cimbrar a México? ¿Hundir materialmente a los trabajadores que esperaban sus estipendios para cubrir sus adeudos anuales, es la sorpresa que nos tenía reservada el nuevo Gobernador? Por donde quiera que se le vea, parlar sobre lo saqueado, pero dejar en la impunidad a los delincuentes que cometieron el atraco, del nivel que sea, y cebarse en el adolorido lomo de los trabajadores veracruzanos que todo han soportado para equilibrar el alicaído tesoro veracruzano lejos de ser un acto de justicia es una infamia. Se tensa demasiado el ya deteriorado tejido social.
Hoy, habló el Gobernador, en vísperas del feriado de fin de año, creyendo que se aprovecha de la desmovilización laboral y del espíritu fraterno propio de las fechas, pero ha sembrado con su discurso los vientos que en 2017 serán tempestades de consecuencias imprevisibles.
Fotografía: revoluciontrespuntocero