Por: Isaac Torres Cruz. Crónica. 06/09/2016
Durante la elaboración y planeación de la reforma educativa, los profesores no fueron considerados como un actor, sino un insumo. Los maestros, principalmente aquellos con vocación y mayores capacidades para enseñar, se quedaron sin voz en el nuevo modelo educativo, señaló Manuel Gil Antón, investigador de El Colegio de México.
“Los profesores han sido considerados infantes —que etimológicamente significa ‘sin voz’— y desde la concepción de la reforma educativa han sido tratados como un objeto a cambiar, material e insumo del proceso”, añadió. El especialista refirió que la reforma educativa es necesaria, así como la evaluación, pero deben ser integrales y considerar el ejercicio en las aulas y otras aptitudes de los docentes que un examen es incapaz de medir con efectividad.
Gil Antón, especialista en sociología de la educación, participó en el encuentro “Conversaciones a Fondo”, realizado por el Fondo de Cultura Económica (FCE) con motivo de la presentación del libro Enseñanza y aprendizaje en el siglo XXI. Metas, políticas educativas y currículo en seis países, coordinado por Fernando M. Reimers, catedrático de la Universidad de Harvard.
Al encuentro asistieron diversos académicos, funcionarios y especialistas en educación, así como el profesor Reimers y el titular del FCE, José Carreño. Durante el conversatorio fue ineludible hacer referencia al nuevo modelo educativo y la reforma educativa del país, así como a la evaluación docente, la cual ha dividido a la opinión pública.
De acuerdo con Reimers, una de las conclusiones del libro presentado ayer en el Centro Cultural Bella Época, y que forma parte de un estudio más amplio y enmarcado en la Iniciativa Global de Innovación en Educación de Harvard, es que se requiere formar cada vez mejores profesores. Bajo esta premisa, añadió que se necesitan personas talentosas, con una buena formación inicial y una educación continua. Esto, bajo condiciones de empoderamiento de los docentes, con buenos ingresos y eliminando las relaciones corporativas que pueden afectar su trabajo, es viable de evaluar para conocer su desempeño.
“La evaluación es una herramienta de gestión que debe permear a todo el personal del sistema educativo”. Añadió que en México se ha logrado un paso importante al buscar evaluar a los docentes, pero es un instrumento que deberá mejorarse. “La medición no es en sí misma perversa, aunque puede ofrecer una visión incompleta de la realidad. Sin embargo, es una herramienta que induce procesos de mejoramiento para saber si lo que estamos haciendo es relevante”.
REQUISITO LABORAL. Gil Antón matiza y enfatiza la importancia de hacer consideraciones sobre el contexto nacional en el que se busca evaluar a los profesores de educación básica del país. “Hay un problema que acompaña al proceso educativo: el impacto de la desigualdad, impunidad y corrupción. Necesitamos una reforma educativa y estamos ante la necesidad y posibilidad de hacerlo como una transformación mayúscula en el país, que es imprescindible.
“La observación crítica a aspectos de la reforma educativa no se reduce a estar a favor de la venta de plazas, es absurdo limitar a ello la oposición a la reforma, por otra parte, debe considerar la valoración de capacidades de las personas para lo cual se necesitan mecanismos adecuados de evaluación”.
El académico recordó que un examen es insuficiente para medir el desempeño de años de experiencia de los profesores, que se enfrentan a grupos heterogéneos de alumnos y cuyas cualidades y aptitudes en el entorno generado en las aulas es importante.
El nuevo modelo educativo, dijo, propone que la solución al problema de la educación pase por una evaluación, que si no se relaciona con la práctica cotidiana de los profesores, sólo se convertirá en un requisito para que conserven sus empleos. “Si no podemos medir lo que es valioso sólo valoraremos lo que es medible y en el proceso educativo, como en la vida, hay muchas cosas que no son susceptibles de medirse en un examen”.
El profesor del Colmex acotó además que la discusión sobre la reforma educativa debe evitar también el tratamiento maniqueo de la figura del maestro, así como los juicios generalizados. “No todos son rateros e incapaces herederos de sus plazas, como tampoco son apóstoles menesterosos, quien no trabaje no debe permanecer en el servicio público”.
Son dos extremos. Sí, existió la venta y herencia de plazas como si fuera un patrimonio privado, añadió, pero también hay muchos profesores que obtuvieron su empleo de manera rigurosa. “Es inaceptable que haya quienes tengan una plaza como maestro o algún otro puesto público por contubernio con la autoridad y cúpulas sindicales, pero tampoco es así en todos los casos, hay mucho talento en el magisterio que hay que recoger. También es inaceptable que la evaluación de su trabajo dependa del contexto de desigualdad, impunidad y corrupción que vivimos”.
Fuente: http://www.cronica.com.mx/notas/2016/982545.html
Fotografía: cronica