Por: Danny Andrés Durán Allende. 25/05/2025
Al observar el panorama que viven las niñeces y adolescencias en la Región Metropolitana, las cifras dejan al descubierto nuevamente una realidad vulnerada. El número de niños, niñas y adolescentes (NNA) fallecidos producto del uso de armas de fuego arroja un total de 301 víctimas entre 2018 y 2024. Situación que se ha agudizado entre 2022 y 2024, concentrando solo en la Región Metropolitana un total de 82 homicidios sufridos por NNA, de acuerdo al Informe Anual de la Defensoría de la Niñez.
En San Bernardo, el informe de la Defensoría de la Niñez sobre “NNA víctimas de homicidios y lesiones por armas de fuego” revela que en 2023 la comuna alcanzó el segundo número más alto de NNA fallecidos por armas de fuego a nivel nacional, con 6 víctimas. A esto se suman 9 casos en 2024 de homicidios con víctimas menores de edad, según la Fiscalía Regional Metropolitana Occidente.
Este contexto se refleja en hechos cotidianos. Tal como la balacera del lunes 15 de mayo cerca de un liceo en pleno centro, evidenciando el estado de alerta respecto a los derechos de la niñez y adolescencia. Frente a esta realidad, urge preguntarse qué dicen los propios NNA sobre su diario vivir en San Bernardo. ¿Cómo perciben el ejercicio de sus derechos? ¿Identifican la violencia como un factor que transgrede su bienestar?
Las jornadas participativas del diagnóstico comunal 2024, elaborado por la extinta Oficina de Protección de Derechos (OPD) de San Bernardo, aportan información clave. A través de la participación directa de NNA, se expresa una preocupación clara por la violencia e inseguridad, manifestando un cuestionamiento al derecho a la protección contra la violencia, identificado como un factor que limita el uso del espacio público y afecta su bienestar integral.
Los testimonios muestran una estratificación territorial de la violencia:
“Hay mucha delincuencia, como por ejemplo de Gran Avenida para allá hay mucha gente, por así decirlo, peligrosa, como Balmaceda y Puerto Williams” (adolescente, 15 años, zona centro).
Mientras tanto, niños del sector nororiente relatan:
“Vi a dos personas con pistolas camino al colegio… solo quería llegar para sentirme más seguro” (niño, 10 años, zona nororiente).
“Una vez camino al colegio vi a dos personas con pistolas en las manos. Me quedé helado, solo quería llegar al colegio para sentirme más seguro” (niño, 9 años, zona nororiente).
“Donde vivo yo, también al lado mío venden droga en el barrio, y eso también perjudica a los niños porque los mandan a comprar o a vender por la calle” (niño, 9 años, zona nororiente).
Estos relatos evidencian que la percepción de inseguridad está estrechamente ligada a diferentes experiencias vividas en particulares sectores de la comuna. Además, esta situación ha llevado a que las niñeces y adolescencias se vean impedidos a utilizar espacios públicos para el juego y la recreación. Como señala s adolescentes del sector norponiente considerado como uno de los barrios industriales de la comuna y una adolescente del sector sur, que estudia en las cercanías del cementerio Jardín Sacramental. Esto impide el uso seguro de espacios públicos:
Es imperativo incorporar las opiniones de niños, niñas y adolescentes en las políticas comunales, no como un gesto simbólico, sino como una práctica ética, política y social
“Sí, hay varias plazas, pero también son inseguras, se juntan para drogarse, hay mucha basura, incluso animales muertos” (niño, 11 años, sector nororiente).
“Cuando hay personas drogándose en la calle, eso molesta porque no dejan que los niños puedan jugar” (niño, 12 años, Lo Herrera ).
O como también señala una niña del sector sur:
“Por acá pasan hartos camiones po, entonces muchas veces al no haber luminosidad, uno va pasando… ¿y qué pasa si a uno se le va el auto?, o sea en ese camino de allá en el semáforo por la esquina, muchas veces se les va el auto hacia los postes, curaos o que se yo” (niña, 12 años, sector sur ).
La sensación de inseguridad también se asocia a la falta de recursos, mantenimiento e infraestructura en espacios comunitarios como plazas, canchas, calles o centros vecinales. Esto refleja una desigualdad territorial en la gestión comunal, por lo que no es coincidencia que los sectores con mayor índice de vulneración de derechos, como el nororiente, coinciden con los territorios con mayor cantidad de espacios públicos en mal estado o en estado de abandono. Así lo expresa un niño de 11 años del denominado sector rojo y un niño de la zona rural de Lo Herrera.
Estos resultados permiten visibilizar y posicionar las necesidades y perspectivas de los NNA en el debate público comunal. Cuestionan no solo la falta de protección frente a la violencia, sino también el derecho a la recreación, participación cultural y bienestar integral.
Por ello, es imperativo incorporar sus opiniones y promover su participación activa, como lo exige la Ley N°21.430 sobre Garantías y Protección Integral de los Derechos de la Niñez y Adolescencia.
Además, se requiere una gestión municipal articulada, que supere el enfoque punitivo y promueva una mirada preventiva y socioeducativa con enfoque de derechos. Antes de aplicar sanciones en plazas o espacios públicos, es preferible realizar un catastro de recursos de recreación habilitados, con el propósito de abrir, recuperar y crear espacios, no llenarlos de restricciones
LEER EL ARTÍCULO ORIGINAL PULSANDO AQUÍ
Fotografía: El quinto poder