Por: Ignacio Irazuzta. 25/11/2021
Ayer cayó en mis ojos el artículo de Daniela Rea sobre Samuel y Mariana. Me encantó. El texto es caótico; largo, reiterativo y algo amorfo para las formas de la crónica periodística. Pero por todo ello es también fresco, sincero, transparente y muy reflexivo. Parece un diario de campo de esos que en algunas ciencias sociales usamos sin permiso de la antropología: es una crónica de la cocina de la investigación sobre los dos personajes, crónica en la que la autora se exhibe en su esfuerzo por contar algo que le repugna, esos dos personajes. El artículo se llama Tu puedes ser como nosotros y se inscribe -se dice allí- en un proyecto de investigación sobre las élites en México (¡qué bueno, esperamos más!). No sé si hay argumento en el texto; hay más bien la intención de entender una categoría, la de élite, y ver cómo Samuel y Mariana la ilustran, la iluminan, la llenan de contenido; a su modo, muy a su modo, porque lo que finalmente muestra el artículo de Daniela es un modo de ser y percibir la élite. Muestra el modo de Samuel y Mariana. Y hay allí de todos los episodios, formas y posturas que la autora, entre asqueada y asombrada, describe a detalle según lo va viendo en sus cuentas de Instagram o de Twitter. El modo en que Daniela Rea cuenta las cuentas de Instagram y Twitter se parece al modo en que yo lo contaría desde una sociología de esas cosas[1]. Y por eso me gusta.
Y por eso se lo mandé a amigos, a colegas y a estudiantes, de la misma forma en la que había llegado a mí por una colega. Mis estudiantes, colegas y amigas me comentaron básicamente dos cosas después de reconocer los méritos del artículo. Voy a abusar de la confianza de mis amigos para decir esas dos cosas en una sola: “es una visión chilanga que desconoce lo que es la élite local”. Claro, esos colegas amigos y algunos de esos estudiantes se dedican a estudiar esa élite que dicen que el texto desconoce y son eso que Daniela Rea no, regiomontanos y regiomontanas.

Entiendo que cuando mis amigos dicen que el texto ignora el significado local de la élite, de lo que significa ser de la élite, en su centro o en sus periferias (ese sentido aspiracional con el que el texto de Daniela Rea entiende de partida a la élite), tienen en mente una élite que aquí siempre se tiene en mente. Se le sabe su historia de apellidos y reproducciones, sus vidas en pormenores y mayores, que van desde sus pertenencias a los grandes corporativos empresariales hasta sus consumos y vicios más conspicuos. Se saben incluso cosas del carácter regiomontano, como lo vimos antes aquí en este blog a propósito del mismo Samuel. Saben de sus cambios y adaptaciones a los diferentes vaivenes del capitalismo; o del régimen político mexicano a lo largo de su historia. Cómo no…[2].
Saben además una cualidad de la élite que se sabe desde los tiempos de los teóricos de las élites. Saben que las élites son élites porque saben. Y lo que saben las élites es organizarse, dice Gaetano Mosca.
Bien, aquí mi comentario para abonar a lo de las élites, Samuel y Mariana. Efectivamente, Samuel y Mariana no son de LA ÉLITE, o, como bien se dice y analiza en Tu puedes ser como nosotros, lo son aspiracionalmente, en las periferias. Pero participan de ese saber sobre y de las élites. “Sobre” porque, como decía, todos saben sobre las élites, por eso son aspiracionales como en el texto se dice. “De” -y esto se dice en el artículo, pero muy al pasar- porque son partícipes de esa forma de producción y reproducción del saber que produce y reproduce a la élite.
Cuando digo “saber”, no lo digo en su condición ontológica, como quien es sabio, o culto, y por eso goza de prestigio social. No. Cuando digo saber es porque lo estoy entiendo aquí y ahora como ideología, como saber en función de poder y como poder entendido en sentido positivo que diría Foucault, es decir, el poder siempre como un querer hacer, y hacer el bien, con independencia de sus consecuencias o resultados, aunque queriéndolos benévolos. “Saber organizarse”, de Mosca a Gramsci, es lo que construye hegemonía en un terreno de lucha ideológica.
Bien, Samuel más que Mariana (y eso por simple distribución sexual de los méritos; él con dos doctorados ¡y va para un tercero!; ella Secretaria del amor), pertenece a la élite en ese sentido “de” saber. Es operario de su hegemonía, abnegado acumulador de títulos de doctor cultivados en las propias factorías de producción ideológica de la élite en las que se ha ido cultivando también el otro componente de la fórmula Samuel y Mariana desde que son gobierno: la sociedad civil[3].

Algunos de mis amigos, una amiga, en concreto, dice que en Nuevo León nunca ha habido un gobierno estatal con tan altísima presencia de activistas de la sociedad civil. Y a la vez reconocen que nunca ha habido en el estado, si acaso, un gobierno tan empresarial. Es que el poder de la élite local, logrado con su esforzado trabajo de reproducirse y hacerse hegemónica, ha consistido durante estos últimos años en producir sociedad civil. Desde sus empresas y desde su ideología, la élite ha ido oenegizando la sociedad -nunca total, ni exclusivamente, claro, pero sí de forma mayoritaria. Así, su gobierno está hoy hecho de esa sociedad civil organizada que pretende y propende a la generación de una sociedad a su medida, es decir, con aspiraciones a ser como la élite que la gobierna. La sociedad civil es lo que termina de consagrar ese poder de la élite, como si lo hiciera al mismo tiempo con el amor entre Samuel y Mariana, “amor” que ni siquiera el INE ha logrado socavar.
Es que me parece que esa otra idea de la que parte el texto de Daniela Rea, esa de que hay diferentes élites, económicas, políticas, culturales, en Nuevo León no aplica. Aquí la élite está en todos esos lados y a la vez. También, cómo no, en el gobierno. Especialmente en los últimos tiempos, desde El Bronco, digamos, en que los algoritmos le han ganado la partida a los partidos políticos como maquinarias de producción de políticos y con capacidad de demostrada de hacer clase política. Ahora la élite es también clase política: Samuel, Mariana y la sociedad civil la encarnan.
Como sea, con sus aciertos y sus “desconocimientos”, agradezco y valoro el texto de Daniela Rea. Ojalá sirva para abrir el debate y seguir discutiendo sobre las figuras y estructuras que nos gobiernan. Ojalá se animen mis amiguis, colegas y estudiantes a señalar más aciertos y desconocimientos sobre la sabida -mejor por otros que por mí- élite regiomontana.
9 de noviembre de 2021
[1] Y eso me hace pensar en las cercanías entre la sociología y la crónica periodística. Al fin y al cabo, la sociología es una ciencia de las representaciones sociales de la sociedad; algo especular hay en al menos algunas de sus formas de ser sociología. Algo de eso hay el periodismo, entiendo. En el buen periodismo, habré de decir yo desde la sociología; ése cada vez más visible, afortunadamente.
[2] Aquí, mis amigos, colegas y estudiantes sabrán hacer lo que yo no, poner copiosas referencias en cada uno de estos saberes; incluso agregarse ellos y ellas entre esas bibliografías.
[3] «Y su comunidad virtual», me apunta otra amiga. Cierto. La sociedad civil de Samuel y Mariana puede ser vista también como su comunidad virtual, hecha a pulso de likes y luego de votos, como dice el el texto que reseño. Sin embargo, la sociedad civil a la que aquí me refiero es esa de organizaciones, la «sociedad civil organizada», que le llaman y que conforma el gabinete del gobierno de Samuel.
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Fotografía: Academicxsmty43