Por: RAPHAEL PORTEILLA. Investig’Action. 29/07/2018
El interés de este libro es poner en perspectiva nociones tan fundamentadas como el revisionismo histórico y el negacionista en el prisma de la historia occidental en busca de un enemigo.
El libro de R. Charvin es una verdadera invitación a reflexionar sobre el estado del derecho internacional y las relaciones internacionales tal como se presenta y se justifica por el discurso dominante a partir de un prisma sin duda un poco provocador, pero asumido, Rusia. El autor se encarga de indicar claramente que se puede o no estar de acuerdo con las políticas y posiciones de V. Putin, que lo que importa aquí es la historia tal y como la ordenan los occidentales y los entresijos en torno a la demonización de una nación y las lógicas subyacentes que permiten construir un enemigo potencial.
El autor del prólogo se pregunta ¿quién recuerda que Rusia perdió 22 millones de personas durante la Segunda Guerra Mundial y que al salir de ella, según una encuesta realizada en mayo, el 45’57% de los franceses encuestados respondieron la Unión Soviética a la pregunta: ¿quién contribuyó en mayor medida a la derrota de Alemania? Y sólo el 20%, los EE.UU. En 2004, con la misma pregunta, los porcentajes se invirtieron. ¿Cómo se explica este cambio?
Teniendo en cuenta este hecho y la sentencia dictada por aquellos que no estarían posiblemente allí en el 2016 sin su ayuda (“Rusia no es Europa”), R. Charvin todavía se emplea muy bien y con un estilo claro en desmantelar el proceso de propaganda que se ha construido para legitimar el hecho de que Rusia no es tolerada por las fuerzas occidentales sólo en tanto sirva a sus intereses.
Organizado en tres capítulos siempre muy documentados aún si se hubiera deseado que ciertos datos y hechos descritos fueran mejor referenciados, este libro ofrece una notable crítica del derecho internacional y de la historia de las relaciones internacionales construidas por los occidentales, lo que el autor denomina “el robo de la historia” para el provecho de un Occidente en crisis multiforme y que está buscando un nuevo enemigo, predibujando una nueva guerra fría.
En el primer capítulo (Rusia vista por Occidente) se lee como una contribución a la construcción de la figura del enemigo a través de los ojos de los historiadores, el ojo de los juristas y los usos políticos del pasado. El conjunto está diseñado, según el autor, para producir una sensación de miedo (al estilo de Chomsky en la fabricación del consentimiento) que será después utilizada para facilitar la demonización que en gran medida es alimentada por los medios de comunicación.
En el segundo capítulo (El juicio hecho a la Resistencia), R. Charvin profundiza su análisis concretamente a través del mal conocido “Plan Ost” elaborado por el régimen nazi para colonizar Rusia y reducir su población. La resistencia rusa que se desarrolló posteriormente fue poco o en absoluto integrada en la historia oficial reduciendo el papel de ese pueblo y, más ampliamente toda la resistencia en el Este. Por contra, varias páginas se dedican a subrayar cómo la colaboración en Europa occidental o central seguía siendo muy discreta, en los diferentes análisis académicos participantes en la construcción de esta historia incompleta, aunque valorando siempre a un único ganador reconocido: EE.UU. Por otra parte, para R. Charvin la Guerra Fría tuvo también como objetivo privar a los rusos de su victoria favoreciendo la banalización de los fascismos y del nazismo. Para el autor esta supresión progresiva -pero no completa- tiende al rechazo del mundo occidental bajo la dirección estadounidense de cualquier compartición del poder y los recursos en un contexto de globalización liberal.
En fin, en el tercer tiempo de la obra (El caso Vasily Kononov), R. Charvin lleva a cabo un análisis detallado de la manera cómo Letonia ha condenado a una antiguo resistente por crímenes de guerra cuando sus actos eran defendiendo a su patria contra los nazis. Sobre la base de este ejemplo, poco conocido en efecto, R. Charvin demuestra cómo se asimilaron los actos de resistencia, en poco menos de 50 años, a un acto criminal, haciendo de Kononov el chivo expiatorio de una política anti-rusa casi racista. Esta justicia política es responsable en última instancia no sólo de juzgar un antiguo resistente sino también la justicia de Nuremberg, lo que el Tribunal Europeo de Derechos Humanos ha confirmado, relativizando el contexto histórico de la época, para conservar solamente la dimensión “derecho-del-homista”, que para el autor es la manera actual de olvidar y falsificar la historia.
Ahí estriba todo el interés de este libro, poner en perspectiva nociones tan fundamentadas como el revisionismo histórico y el negacionista en el prisma de la historia occidental en busca de un enemigo. Así, para el autor, la principal preocupación de la política exterior de Estados Unidos es la de mantener la desintegración de la ex Unión Soviética, acentuarla si es posible. Para hacerlo, se trataría de relegar a Rusia a los márgenes de la historia de la Segunda Guerra Mundial.
La conclusión afronta el anticipar preguntándose si finalmente esta construcción (negación de hechos históricos trivialización del nazismo, demonización) no se lleva a cabo para justificar una nueva Guerra Fría por venir…
Sin duda un poco pesimista, este libro también es realista y lúcido; en cualquier caso, será difícil decir: “no sabíamos…”
Traducido por Carles Acózar Gómez para Investig’Action.
Fuente : Recherches Internationales
Rusofobia, ¿Hacia una nueva guerra fría?
En su nuevo libro Rusofobia. ¿Hacia una nueva guerra fría? el profesor emérito de derecho Robert Charvin señala cómo los poderes fácticos están iniciando un proceso similar al de la Guerra Fría, en el que los europeos tenemos poco que ganar y mucho que perder.
.Nacido en 1938, Robert Charvin es profesor emérito de Derecho (especializado en Relaciones Internacionales) en la Universidad de Niza Sophia-Antipolis. Es Decano honorario de la Facultad de Derecho y Ciencias Económicas de Niza y Consultante en Derecho Internacional y Derecho de las Relaciones Internacionales.
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Fotografía: Investig’Action