Por Güris J. Fry. ECO’s Rock. 3 de diciembre de 2022
Insiang (Lino Brocka, 1976)
Drama familiar -cuasi tragedia clásica- que con una pasmosa naturalidad recrea la realidad social del entorno con más carestías de Filipinas. Aquí, el lienzo de Lino Brocka más se asemeja a un espejo fiel de una de las aristas más reacias de la condición humana: la necesidad prevista desde la exigencia. Y dichas pretensiones se encaminan en todas direcciones pues una insuficiencia se concatena con el resto; si bien la materialidad de la solvencia económica entra en un juego predominante, el trasfondo emocional y de subsistencia de igual forma con un peso que se entremezcla con gran precisión. Estamos, pues, ante el hecho de la conveniencia personal, de la búsqueda por el regocijo individual olvidando el campo de la comunión, de la avenencia y compresión tanto humanitaria como sentimental. El terreno es amoral, sí, el escenario en que se juega esta partida es hosco, crudo y, obviamente, aniquilante.
Bajo una economía narrativa fundamental, Brocka hace un ejercicio de esencias. No se complica en giros intrincados de la trama, sino que distiende un encadenado elemental; simple y llano que va directo a los hechos, que con gran tacto presenta y desarrolla las motivaciones de sus personajes; la naturaleza de estos y ese mundo tangencial en el que nos atrapa y sostiene dentro de la batalla cotidiana de la supervivencia. Los objetivos caen por su propio peso, sin necesidad de explicaciones mayores que la propia implicación del espectador. Inteligentemente la película juega con el conocimiento básico que cada uno de los espectadores tiene a través de las experiencias en el roce social. Resulta evidente que la indagación que da génesis a esta obra es un decantamiento por la observación concienzuda y pormenorizada del desvalido territorio filipino. Claro que sus límites van más allá, no tienen fronteras; el desheredado andar por el que nos guía cada acción se puede trasladar a toda nación y a todo tiempo. El quid se revela en el hostigamiento vivencial; la vida como un campo de pelea; áspero y encarnizado en el que estamos solos a pesar de los códigos morales. Es un espacio/circunstancia constituida por el hombre, pero reclamado por las fuerzas de la trivialidad y la insignificancia.
El panorama es rotundo, ininterrumpido y directo. Insiang, nuestra joven y bella protagonista, es el eje del drama: el punto en el que las fuerzas del atropello, la vejación y la violencia se ensañan. En el que muestran sus más oscuras prácticas. Una alegoría del Job bíblico pero con los anhelos y las metas en oposición; Insiang vive sacrificando su bienestar individual en pos de algo que ella ignora, que la vida no gusta de mostrarle debido a su inexistencia pero que de igual forma sigue las reglas de un juego mordaz y mortal. No trata de ganar pues no le corresponde; entiende su rol y lo acepta con humildad. Claro que habrá de aprender que quizá salir victorioso en este laberinto de intenciones no implica vencer sino hacer que los demás caigan. No es llegar alto y sino generarse con dolo un lugar más alto que los derrotados. Con solvencia, gran mano y sutileza, el encadenado no oculta su sazón sino que la desnuda y muestra sin tapujos; nos arroja sus garras y nos deja vivir en los duros rincones de la cotidianeidad. No cae en la trampa del melodrama, sino que se mantiene firme en la constitución genérica elegida.
Siendo el primer filme filipino de de la historia en proyectarse en el festival de cine de Cannes, Insiang y su realizador Lino Brocka dan muestra, aún a pesar de los años del hecho, que la frescura de la pantalla cinematográfica siempre se encuentra de manera más portentosa lejos de los estadios habituales. El escrutinio pertenece a cada esquina donde el proceso humano se dé paso; la exhortación y la insinuación es un ejercicio global, que nos ayuda a entender y fortalecer nuestras diferencias pero que de igual forma tiende puentes en pos de los puntos comunes de nuestro devenir humanitario. Insiang es acaso una muestra de ello, un pequeño renglón de un texto inacabado que en el silencio impuesto por la mecánica industrial grita por una potestad. Abraza intenciones y que al igual que su personaje central, ha de encontrar de manera cauta los elementos necesarios para que aquello y aquellos que no han permitido el progreso, reciban a bien no su merecido sino la dosis de daño, estafa y engaño que todos hemos de pagar y estamos pagando.

Insiang de Lino Brocka
Calificación: 3 de 5 (Buena).
Fuente:
Fotografía: IMDB