Por: Egbert Méndez Serrano. 02/04/2025.
“¿Vamos a esperar a que llegue más gente?”, pregunta uno de los organizadores a otro. Este le responde, “Ya vamos a empezar porque los tiempos están justos”. Son las 5:10 pm del sábado 29 de marzo y la primera banda tiene que abrir, se trata de Dinosaurios formidables —somos apenas unas veinte personas, mismo número que convertido en minutos revira después: el Espacio Multicultural Independiente Punto Ciego se llena—. The H.O.G.S, la segunda banda programada, pasa media hora de estrés: es su turno y el guitarrista “El bomba” no llega; se relajan cuando se enteran que el plato fuerte, Los Cogelones, vienen retrasados. Al llegar “El bomba” comienzan, dejan el escenario caliente con consignas que reivindican la periferia.
Los Cogelones son una banda nacida en Ciudad Nezahualcóyotl, Estado de México, provienen de abajo, de la clase trabajadora, obrera, campesina, migrante. Está conformada por los cinco hermanos Sandoval García, Marco, Víctor, Beto, Adrián y Gabo; son orgullosos nahuablantes por parte de su padre, que tiene lazos familiares en Atzala, Puebla. Del lado materno provienen de Tayata, Tlaxiaco, Oaxaca.
Acaecida la noche, Punto Ciego les da la bienvenida con la presencia de alrededor de cien personas. Eligieron “Misteria” para empezar, del espectacular disco Hijos del Sol, que data de 2020. El hermano mayor y baterista, Marco, refiere que “fueron 11 años de trabajo, de búsqueda de sonido” en el que se encontraron a ellos mismos. Aquella búsqueda comenzó en 2009 sin un plan definido, “todo fue fortuito, carnal. Por lo mismo de que somos gente trabajadora, pues obviamente que no hay un plan. El plan se va haciendo sobre la marcha: como caminas, como llegan los instrumentos, como llega la vida, como llegan los maestros”.
Continúan con “Cascabel”, de su reciente EP Cosmos (2024) que próximamente saldrá en físico con nueve canciones más que están grabando, convirtiéndose en LP. Siguieron con “Cosmos”, “¿A dónde quieres llegar?”, “1, 2, 3, 4” (de Titán). Entre los diversos instrumentos que emplean, llama la atención el sonido de la trompeta, sobre todo cuando tocan “Mexica”. Hay una explicación, Los Cogelones no se formaron en una academia de música (los maestros llegaron después), el baterista recuerda que de niños estuvieron en la banda de guerra, “y la banda de guerra nos enseñó a marchar y a tener conciencia del ritmo y del tempo, y luego la guitarra nos enseñó a cantar, pero ya teníamos ritmo y tempo, y luego pues llegó la batería. Realmente nosotros somos autodidactas.”
Marco Sandoval, con quién pude hablar un par de días después, nos dice que el grupo se forjó desde la exclusión, la discriminación, la pobreza, “Nosotros hemos logrado aprender a hacer de la adversidad arte”. No se formaron como en una película gringa, en un garaje, “¡Ay! Vamos a hacer una banda”, sino en la periferia, dentro del desgarramiento social, ahí donde emerge el espíritu del pueblo buscando representarse. Su participación en el evento que se llamó ULTRA RUIDO, la pensaban cerrar con dos tremendas canciones, “500 años” y “Danza del Sol”, pero los asistentes no los dejamos partir, al ritmo ensordecedor de “¡Cogelones!, ¡Cogelones!, ¡Cogelones!, otra, otra, otra”, tocaron dos temas más: “Nubes grises” e “Hijos de puta”.
En cuanto a la posterior entrevista, la concluí con una pregunta provocadora, de carácter político. A inicios de siglo, cuando estaba emergiendo Panteón Rococó, me acuerdo que sacaron su disco A la izquierda de la tierra, defendían el zapatismo. Apenas hace unos días, el EZLN sacó un comunicado dirigido a la comunidad artística por la situación de las desapariciones forzadas. Que yo sepa, La Maldita, Café Tacuba, el mismo Panteón Rococó, no he escuchado que se involucren en estos temas políticos recientes. Me intriga, así que le pregunto al mayor de los Sandoval, ¿qué está pasando en la escena? ¿Nos está arrastrando la narcocultura y la gentrificación? Festivales como el Vive Latino son carísimos ¿qué está pasando con el rock?
Lo que pasa es que ya nos tomaron, carnal. Ya nos tomaron la medida, güey. Y no digo de que estén domados ¿me entiendes? Pero, pues ya cuando tienes un confort, carnal, tú sabes que la lucha se acaba. Porque hay ese confort. Está uno en la lucha mientras uno la está sufriendo. Cuando uno llega a un determinado confort, la piensa más, porque puedes perder ciertos privilegios, ciertos espacios.
No puedo hablar del pop, del norteño, de narco corridos o esas cosas, porque no estoy ahí. Pero el rock, pues sí está tomado, carnal, por ciertas personas a las que si no les caes bien y no piensas como ellos y no haces lo que ellos dicen, pues sencillamente no subes a un Vive Latino, a un Tecate Pa’l Norte. Se ha vuelto algo mucho de palanca, no de idea, no de sentimiento, no de concepto. Es de “qué palanca tienes” y “cuántos seguidores tienes en Instagram, en Facebook y en Spotify”. En eso se basa ahora saber qué banda debe de abrir, qué banda debe de cerrar, qué banda debe de estar y no estar. Y si eres una banda que obviamente responde, contesta y se pone al pedo, pues obviamente que a ellos no les gusta y pues no te van a llamar, no te van a invitar.
Por eso estamos haciendo este trabajo de descentralizar, porque no nos gusta que nos estén diciendo cómo pensar. Y si hay que salirse de ahí para ser más libres, pues nos salimos y volvemos a empezar, como dice la canción de Los Cogelones, “Olvida todo y vuelve a empezar”, no hay problema.
ULTRA RUIDO concluye con tres bandas más: The Wicked, Tiburón cabeza y Bloody Marys. Vienen picando piedra, preparándose, dando la cara del rock mexicano, que tiene grandes raíces en la periferia, ahí donde la blanquitud tiktokera y youtubera solo ve despreciable gente morena. Es la blanquitud con cuello blanco, ropa de marca y estrecho cerebro, la que ha dinamitado el tejido social con su racismo, clasismo, modo de producción, distribución y consumo.
“Tenemos que echarle más ganas y unirnos más, seguir gritando y seguir denunciando, seguir trabajando y uniendo y haciendo el tejido social porque yo me podría ir a la Condesa, güey, en la Roma me iría chingón, carnal. Pero nosotros decidimos, Los Cogelones, quedarnos a trabajar en el barrio […] vamos a volver, pero ahora, esta vez, de la mano de nuestra gente, de nuestro barrio, de nuestra calle, de nuestros niños, de nuestras niñas, adolescentes, señoritas, jóvenes, señoras, señores, abuelos, abuelas y nuestros difuntos. Vamos con ellos esta vez”
Fotografía: cortesía de Daniela Calderón