Por: Yhoban Camilo Hernandez Cifuentes. IPC. Colombia. 28/08/2016
La firma de un acuerdo definitivo de paz entre el Gobierno colombiano y la guerrilla de las FARC posiblemente incrementará las movilizaciones sociales en Colombia; con reclamos por una mayor apertura democrática y por la solución a problemas históricos que han afectado al país. En ese contexto, el movimiento de economía social y solidaria tiene el reto de hacer más visibles sus reclamaciones y propuestas en la agenda de negociaciones de La Habana o, por lo menos, en la agenda social que tomará fuerza en el periodo de posacuerdo.
Eso piensa Mauricio Archila Neira, profesor titular del Departamento de Historia de la Universidad Nacional de Colombia e investigador asociado del Cinep, quien participó en el XII Seminario Otra Economía es Posible, realizado el 28 de julio en Medellín por la Red de Economía Solidaria —Redesol.
El propósito del evento fue analizar los retos que tendrá ese movimiento en el posacuerdo y en la construcción de paz. En ese escenario, anotó el académico, hay que pensar “el tema de otra economía distinta, más solidaria, menos competitiva, con formas de intercambio que no necesariamente impliquen la competencia y, sobre todo, la expropiación”.
Pero parte del desafío para posicionar esa apuesta económica, es “tener en cuenta que los mercados existen, que ya no se puede pensar en una economía autárquica”, agregó Archila Neira, quien fue entrevistado por la Agencia de Prensa IPC.
Mauricio, usted ha investigado a profundidad el tema de los movimientos sociales en Colombia. En ese campo, ¿dónde se ubican los movimientos sociales que están ligados al tema de la economía social y solidaria?
Es muy buena pregunta en el sentido de que no es fácil ubicarlos, están en muchas partes, o sea, no hay un actor. Uno sabe que el movimiento cooperativo existe y que ahí hay un sector que es importante. Está el sindicalismo, está el cooperativismo, la economía solidaria. Es decir, si no encontramos el movimiento de economía solidaria en el mundo del trabajo, lo encontramos en el mundo rural, incluso aún en los pequeños y medianos trabajadores independientes, aun en los gremios, etc. Entonces creo que es más bien como una expresión de unas tendencias que se dan en varios movimientos y actores sociales, más que concretarlo en uno.
En el mundo rural hay formas asociativas, incluso se podría decir que el origen de las acciones comunales eran esas formas asociativas, las cooperativas, pero muchas veces incluso las organizaciones rurales: ANUC (campesinos), CRIC (indígenas), PCN (afros), etc., han estado muy vinculados con el movimiento cooperativo y con propuestas de economía solidaria, sin que ese sea el único foco.
¿De qué manera los cambios económicos que ha sufrido el país —la cultura económica, los tratados de libre comercio—, han venido afectando estas otras economías o estas iniciativas del campo solidario?
Hay mucha literatura sobre el impacto en el mundo laboral y todo lo que se llama la desregulación del mundo del trabajo, que de alguna manera termina impactando también al mundo rural, porque hay mucha agroindustria que se quiebra o que termina reemplazando mano de obra, entonces van quedando trabajadores cesantes, por ejemplo de los ingenios azucareros, de las bananeras, que se van a las cabeceras municipales. Un problema.
En el caso de la economía agraria, eso también ha afectado mucho porque se produce una competencia desleal; el campesinado aquí tiene que producir a altos costos, digamos sus insumos, a veces tiene problemas de transporte, todo eso eleva los costos, y cuando van a salir al mercado los precios no se compadecen porque el comercio ha dejado entrar productos como huevos, gallinas o leche de Ecuador —antes entraba mucho de Venezuela, Brasil y Estados Unidos— Entonces el campesinado se encuentra con que no es rentable esa economía.
Otra cosa, por ejemplo, es que los TLC impulsaron el control de las semillas autóctonas. Entonces esto que se habla de la soberanía alimentaria tendría que comenzar desde una soberanía en el manejo de las semillas. Y también está el problema de los transgénicos que son muy rentables para las grandes multinacionales pero, por supuesto, el campesinado ahí no puede competir.
Entonces hay toda una situación económica que se une a los déficit de representación política, de reconocimiento político y también, si se quiere, a los problemas de violencia que vive el campo.
Mauricio, la pregunta central de este seminario es por los desafíos del movimiento social, en el campo de la economía solidaria, en un escenario de pos acuerdo. ¿Dónde los ubica y eso cómo se relaciona con el punto de desarrollo rural integral que se acordó en el proceso de paz en La Habana?
Ahí —en el acuerdo sobre desarrollo rural e integral logrado entre el Gobierno colombiano y las FARC— están las zonas de reserva campesina, por ejemplo, que es una iniciativa que se articula con esto. Y hay otros temas allí, incluso se habla de soberanía alimentaria, se habla de economía agraria sostenible, una serie de cosas que son muy bonitas que el problema será llevarlas a la práctica.
Creo que en términos generales esto tiene que ver con todo el espíritu de los acuerdos de La Habana. Yo creo que se va a poder respirar un poco más de paz, no la paz total, pero si algo, porque no puede haber paz total si seguimos teniendo los altos niveles de concentración de la tierra que tenemos, si el campesino aún no tiene acceso a la tierra, o no tiene acceso a recursos para hacer su economía sostenible.
Ahora, esto está muy referido al campo, pero yo creo que también en las ciudades los habitantes tienen sus formas solidarias: cooperativas, mercados más justos, que de alguna manera también tienen que irse posicionando allí, o mejor, tienen que ser más visibles en la agenda de La Habana, y si no es así, por lo menos en toda la agenda social que se va a venir para aclimatar la paz.
¿Qué relación hay entre las economías de enclave y la movilización social?
Al lado de actores tradicionales de la protesta —obreros, campesinos, estudiantado—hay una lógica de protesta que tiene que ver mucho con la apertura de nuevas fuentes de riqueza, si se quiere de economías de enclave, que producen todos unos círculos viciosos, ausencia del Estado, presencia militar, ausencia del Estado institucional, presencia militar, paramilitares, a veces guerrilla, sindicatos, empresas, multinacionales… Eso termina produciendo una espiral de violencia, protesta, discriminación, que es digamos lo que ocurre en muchas zonas de enclave del país, que son las zonas más violentas y las zonas generalmente donde más protesta hubo hasta cierto punto.
Mauricio, por último, hay momentos en los que hay más movilizaciones y otros en los que hay menos movilizaciones, ¿es posible que después de la firma de los acuerdos de paz, haya un aumento de la protesta social?
Sí, es previsible. Es decir, a no ser que haya un infortunado despliegue paramilitar o le vaya mal al SÍ en el plebiscito para refrendar los acuerdos de paz, y que Uribe coja mucho vuelo —escenarios que espero no sean posibles o no sean reales—; salvo eso, realmente la protesta se va a desarrollar mucho. Y no es por mala voluntad o porque quieren, o como diría Uribe porque Santos es muy débil, sino porque la gente ve la oportunidad, pero no en términos oportunistas sino diciendo: oiga, bueno, vamos a entrar en paz, pero cómo así, cuál es el problema de la tierra, solucionemos ese problema. O sea, si es previsible que haya un incremento de la protesta y me parece que en general muy sano, porque es posicionar temas que de pronto ni las FARC ni el gobierno pueden haberlos recogido, que están fuera de esa agenda pero que la gente los está sintiendo en carne y hueso.
Fuente: http://www.ipc.org.co/agenciadeprensa/index.php/2016/08/01/movimiento-de-economia-solidaria-debera-posicionarse-en-el-posacuerdo/
Fotografía: ipc