Por: Serapio Mucha Yaros. Centro Transdisciplinario para el Humanismo Económico A. C.
En las relaciones y las interacciones cotidianas, las recomendaciones personales e institucionales, consisten en no generar y acontecer los roces, los enfrentamientos, los choques y los desencuentros. Se busca que la concordia, el consenso y la civilidad prevalezcan en todos los espacios y los momentos. La convivencia democrática, la coexistencia amistosa y la cohabitación fraterna son las reglas prevalecientes. En este proceder se presume se encuentran el estado de derecho, el respeto, la seguridad y la protección.
La realidad histórica es machacante: en todos los espacios y los tiempos la humanidad enfrenta los estallidos, los enfrentamientos, las guerras, los desacuerdos, las separaciones y las destrucciones. Con justa razón, los
pensadores antiguos y actuales, afirman que no hay la tranquilidad, la paz y el consenso en el mundo. Dentro de cada país y en cada lugar en el Planeta, el ser social que se afirma es racional y posee una moral, desata una multiplicad de actos que enemistan, fragmentan y polarizan. La multiplicad, la pluralidad y la diversidad existencial asimila, genera y acontece la diferenciación y la unicidad.
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Fotografía: Facebook/sinautorvisible