Por: Gilberto Dorantes Álvarez. 05/09/2016
Hasta hace unos lustros atrás, cuando se escuchaba hablar de un secuestro, era un acontecimiento que causaba revuelo convirtiéndose en ocasiones en noticia nacional.
Hoy en día a diario escuchamos o leemos palabras y frases como: asesinatos, robos, descuartizados, narcotráfico, desaparecidos, fosas clandestinas, tráfico de influencias, impunidad, corrupción, sicarios, injusticia, inseguridad, lágrimas, deudas, hambre, dolor y muchas otras más que demuestran la desfachatez del gobierno y que no causan asombro ni es necesario ir a un diccionario para saber sus significados, son tan familiares que ya son de uso común en todos los niveles sociales y lo peor; en el lenguaje usado en los “nuevos juegos” a diario por los infantes.
La pobreza económica extrema, aunada a la pobreza cultural de un gran sector de nuestra sociedad, nos está llevando a la destrucción de la humanidad, pues esta pobreza que a diario aumenta en condiciones infrahumanas, hace que cada despertar de muchas familias tengan que salir a mendigar o delinquir para satisfacer la necesidad primordial del ser humano que es la alimentación. Este es un problema que empieza a carcomer a nuestro pueblo, pero nuestro sistema político nacional no lo acepta de manera pública y solo administra paliativos a este mal que aqueja a muchas familias, fomentándose de manera alarmante el número de delitos ocasionados por una mala planeación y distribución de los recursos que tenemos en nuestro país.
En cada administración, los jefes en turno echan a andar sus programas de abatimiento a la pobreza, otorgándoles cierta cantidad de dinero a cada jefe de familia, a sabiendas que esto no es una solución, sino que solo agravan el problema, porque continúan engrasando la fábrica de holgazanes que terminan siendo los delincuentes que infringen a cada rato las leyes, porque no se les enseñó a trabajar. La educación que reciben estos sectores por parte del gobierno, no es una educación de calidad, debido a que de esta manera jamás acabarán con la pobreza. Se necesita un cambio de raíz, en el cual se involucre el sector empresarial y en México se den las oportunidades de desarrollar el intelecto del mexicano, crear nuevas empresas, que sean sustentables para generar más empleos, haciéndolas crecer año con año, hacer partícipe al pueblo de su desarrollo sin tener que vender nuestro territorio a empresas trasnacionales que solo están buscando la mano de obra “regalada” para enriquecimiento de los dueños que se llevan las ganancias a sus países sin invertir en territorio mexicano, mucho menos compartir con quienes les han hecho ganar enormes fortunas en base al consumo de nuestros compatriotas.
México es poseedor de mentes brillantes, pero no existe por parte del gobierno el interés por permitir que estas personas puedan crear el México que nos merecemos, no hay programa alguno en el cual los genios mexicanos puedan desarrollarse y las potencias económicas mundiales saben de esta potencialidad y cuando alguien es descubierto, se los llevan a sus países, supuestamente para darles la oportunidad de superarse, pero lo que en realidad están haciendo, es que estos genios no se queden en México porque después sería muy difícil poder apoderarse del trabajo de investigación y descubrimientos que estos pudieran hacer. Así aseguran las patentes para sus empresas acaparando los mercados mundiales, explotando aún más a la humanidad. Mientras no despertemos del letargo en que nos mantienen desde hace varias décadas, no podremos vislumbrar un México mejor y continuaremos sumándole más palabras a nuestro triste vocabulario, ¿Regresará la capacidad de asombro? ¿Continuaremos con mayor insensibilidad e indiferencia antes los hechos grotescos sucedidos a nuestros conciudadanos? Reflexionemos mientras llega el próximo café.
Fotografía: Facebook. Sin Autor visible.