Por: Beatriz Plaza Escrivà. El Salto. 22/11/2017
No solamente la tierra tiembla en México: las palabras de las voces que han sido acalladas durante muchos años la acompañan. La tierra dice “basta” y las personas indígenas y no indígenas, las nadie de Galeano, van tomando la palabra y cada vez están más presentes en el escenario político mexicano. En octubre de 2016, durante la celebración del veinte aniversario del Congreso Nacional Indígena (CNI), se planteó la conformación de un Concejo Indígena de Gobierno (CIG). La propuesta fue adelante y María de Jesús Patricio Martínez, cariñosamente llamada Marichuy, mujer indígena nahua, fue elegida vocera.
Con esta propuesta se inicia una nueva etapa en la que tanto la forma de organización como las prácticas de los tradicionales partidos y coaliciones se ven desafiadas frente a otra propuesta de hacer política, la de “mandar obedeciendo”. Bajo este mandato recorren las 32 entidades federativas que conforman las geografía mexicana, escuchando, asimilando y conociendo las problemáticas de las zonas rurales y urbanas, con la misma metodología con la que se impulsó La Otra Campaña. Se trata de llegar allá adónde nadie llega, adónde las problemáticas están directamente arraigadas a la tierra. Es cuestión de escuchar compartiendo con las personas que sufren directamente en sus vidas y comunidades la oleada de transnacionales que expropian recursos y expolian el territorio para el establecimiento de sus megaproyectos. En definitiva, es otra forma de hacer política, recuperar el verdadero sentido de la política, generar un verdadero proyecto que emane de las voces de los pueblos.
El pasado mes de octubre se inició, con toda esta carga ideológica, la recogida de firmas para la postulación institucional de la candidatura en el estado de Chiapas. El recorrido por los diferentes caracoles zapatistas, así como eventos, reuniones y encuentros en lugares clave con organizaciones de base y comunidades, marcó y marcará estos próximos meses el accionar político. Si la campaña sale bien, podrán presentarse como partido político a las elecciones de 2018.
COLECTIVIZAR LAS VOCES Y VISIBILIZAR LO REPRIMIDO
Del 14 al 20 de octubre se realizaron actos políticos en los cinco caracoles zapatistas y en los municipios de Palenque y San Cristóbal de las Casas. La dinámica siempre fue la misma: dar voz a quienes están en resistencia y lucha, reconocer los dolores, escuchar atentamente todas sus demandas, invitar a la resistencia y la construcción de otra forma de vida, visibilizar la lucha de las organizaciones que denuncian las desapariciones (con especial atención a las Madres y Padres de Ayotzinapa, que acompañan la gira) y recoger las firmas necesarias para la candidatura del CIG.
No es casual que la gira del CIG se inicie en el estado de Chiapas, ya que la rebelión que desde el 1994 mantiene a las comunidades en resistencia frente al sistema capitalista ha sido y es ejemplo de lucha tanto en América Latina como en el resto del mundo. Trece fueron las demandas que impulsaron el alzamiento del EZLN: tierra, trabajo, salud, educación, vivienda, paz, libertad, justicia, democracia, información, independencia, cultura y alimentación. Siguen siendo las mismas.
En 1996, fruto del trabajo de articulación que venían realizando los pueblos indígenas, se conforma el Congreso Nacional Indígena (CNI) para defender sus propios derechos, defender el territorio y, sobre todo, construir su alternativa. A partir de ese año, las y los zapatistas organizan sus gobiernos autónomos a través de cargos rotativos, sin contar con partidos políticos, y crean un sistema autónomo basado en la producción, la economía, la salud, la educación, la justicia y la seguridad.
Veinte años después se propone, tras consultar a todos los pueblos ya organizados, el CIG como forma independiente de partidos políticos para formar un gobierno propio. En mayo del 2017 se nombran las asambleas de concejalas y concejales de cada lengua en cada región indígena del país y se crea la estructura de funcionamiento del Concejo Indígena de Gobierno. El CIG se rige por los siete principios del CNI: obedecer y no mandar, representar y no suplantar, servir y no servirse, convencer y no vencer, bajar y no subir, proponer y no imponer, construir y no destruir.
El CIG es una forma de gobierno colectiva. Se nombra a una vocera como representante, no como cargo individual sino como colectivización de todas las voces. En esta primera ocasión la vocera es una mujer médica tradicional, una indígena de la comunidad nahua de Tuxpan (Jalisco), pues se ha querido hacer visible lo que el sistema capitalista heteropatriarcal ha invisibilizado, reprimido, sometido, y violentado. La elección de Marichuy como vocera es en sí misma una respuesta al sometimiento y una resistencia digna a la violencia que el sistema quiere imponer, pero, sobre todo, un acto de visibilización.
La figura de vocera no tiene como objetivo principal ganar la presidencia. A través de la candidata se pretende difundir toda la propuesta para otra forma de organización fuera de los malos gobiernos, es un pretexto que permite el encuentro para hablar y organizar a la gente que está siendo explotada en todo México, con la que contar para echar a andar otras formas de organización autónomas no capitalistas ni heteropatriarcales.
EL ACCIONAR DEL CIG EN CHIAPAS
Uno de los ejemplos que marcaron el paso del CIG por Chiapas fue el encuentro con el Movimiento de Mujeres en Defensa de la Tierra y el Territorio y por el Derecho a Decidir, así como con varias organizaciones feministas y de mujeres de base y de la sociedad civil. El evento, en el que participaron 17 organizaciones, se realizó el 20 de octubre en las instalaciones del Centro de Estudios Superiores de México y Centroamérica (CESMECA), de la Universidad de Ciencias y Artes de Chiapas (UNICACH).
La celebración de un altar maya en los jardines de las instalaciones dio inicio al acto. Las participantes quisieron recibir de forma espiritual a Marichuy y al resto de concejalas que ese día la acompañaban. Posteriormente, en el auditorio, una a una las representantes de todas las organizaciones fueron exponiendo al CIG las demandas que colectivamente habían trabajado. Brotaron los ejemplos sobre las violencias cotidianas que viven en sus comunidades, ilustrando las cuestiones que las mujeres chapanecas vienen reivindicando desde hace años: matrimonios tempranos, trabajos forzados de niñas y jóvenes, discriminación laboral hacia mujeres periodistas, persecución a defensoras de Derechos Humanos, aumento de feminicidios, acaparamiento de tierras y contaminación de agua por parte de transnacionales agrícolas y mineras, debilitamiento y división del tejido comunitario, violencias intracomunitarias e intrafamiliares, desigualdades salariales e impedimentos para la tenencia de la tierra, entre las evidencias más repetidas.
Entre las demandas presentadas destaca la entrega de una propuesta de tenencia familiar que permita a las mujeres ser titulares de derechos agrarios, propuesta que desde hace tres años viene elaborando el Movimiento de Mujeres en Defensa de la Tierra y el Territorio y por el Derecho a Decidir. Cinco principios articulan esta demanda: que las mujeres sean reconocidas como integrantes de los colectivos ejidales y comunales en igualdad de derechos; que las asambleas comunitarias reconozcan que las parcelas son de toda la familia; que ejidos y comunidades reconozcan que las mujeres tienen derecho y obligación de participar en todas las decisiones comunitarias; que los pueblos reconozcan que la participación de las mujeres duplicará la fuerza de las luchas en defensa de la tierra y el territorio frente a proyectos extractivistas y de privatización, y que la lucha por el reconocimiento de las mujeres es para fortalecer la vida en colectivo.
Como cierre del evento, y después de haber recibido la sistematización de las demandas y la propuesta de tenencia familiar, intervinieron las concejalas y la vocera Marichuy, quien remarcó la necesidad de fortalecer la organización comunitaria para enfrentar el capitalismo. De los diferentes principios que acompañan la gira de Marichuy por todo el territorio mexicano me gustaría resaltar el de mandar obedeciendo al pueblo. Es así cómo se debería regir la política.
El trabajo de Marichuy y todo el CIG en Chiapas demuestra que de nuevo emergen de un continente otros modos de escuchar al pueblo, de caminar conjuntamente, de atender y visibilizar a las personas que el capitalismo ha querido hacer invisibles, exterminar y someter. Continúan naciendo ejemplos de resistencia y lucha que muestran el amor incondicional a la tierra y a las personas y que reivindican la necesidad de la organización comunitaria y el acompasar internacionalista.
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Fotografía: elsaltodiario