Por: Amador Fernández-Savater. 18/08/2023
El mercado manda, la izquierda apenas contiene y el enfado se derechiza porque la izquierda no sabe qué hacer con él
[Esta carta fue enviada a la comunidad de CTXT el sábado 26 de mayo]
Querida comunidad contextataria:
me toca escribirles en vísperas de jornada electoral, maldigo mi suerte. Lo que pasa en el ámbito de la política profesional me interpela muy poco al pensamiento en los últimos tiempos, pero tampoco quiero escurrir el bulto.
Así que les propongo una reflexión política no electoralista. ¿Cómo se hace eso? Muy sencillo: no pretendiendo convencer a nadie de nada, sino dejarnos (a ustedes y a mí) pensando. Es decir, proponiendo una reflexión con final abierto.
Ahí va. Les pido que mediten esto: ¿qué político (qué gestión política) ha tenido en su vida la décima parte del impacto del teléfono móvil? En los funcionamientos más cotidianos: el vínculo con los seres queridos, las modalidades de trabajo, la percepción de sí mismo, el acceso a la actualidad, la propia memoria, los gestos más simples del cuerpo. ¿Qué político (qué gestión política) ha transformado su vida como lo ha hecho el móvil?
Lo que quiero plantearles es lo siguiente: la conexión entre mercado y tecnología (llamémosle ME+TEC) configura hoy en día la realidad, lleva toda la iniciativa en la construcción de mundo. ¿Cómo nos movemos? Uber. ¿Cómo ligamos? Tinder. ¿Cómo cambian nuestras ciudades? Airbnb. ¿Cómo nos relacionamos? Facebook e Instagram. METEC transforma radicalmente nuestra percepción, nuestro deseo, nuestros lazos, nuestra manera de movernos, nuestro conocimiento, nuestras imágenes del pasado.
¿Y la política? Es hoy puramente reactiva, va detrás. En el peor de los casos, se reduce a dar soporte a ME+TEC. Gestiona lo público de modo que el mercado pueda moverse a gusto y con libertad (ese es el concepto de libertad que maneja): privatiza recursos, socializa pérdidas, desregula o legisla a su favor, acondiciona los territorios, reprime a quienes protestan.
En el menos malo de los casos, simplemente trata de contener. A través de leyes, de normas o de impuestos, trata de frenar, de limitar o de retrasar la extensión del poder omnímodo de ME+TEC. Es lo que llamamos la “izquierda social”. No la crean cuando en período electoral usa la palabra “transformación”, a lo más que aspira es a una pizca de contención. Y por ello tendrá mi voto mañana, como siempre. Eso no es problema.
El problema de verdad es pensar a fondo si la contención contiene algo. Y mi respuesta es que no, o que muy poco. Las ciudades, la alimentación, los transportes, las energías, la información, siguen siendo definidas y diseñadas por la combinación de mercado y tecnología. Las desigualdades no se revierten, la pobreza no disminuye significativamente, la exclusión persiste, la vida se encarece, la precarización se intensifica, la turistificación sigue devorando nuestros entornos de vida. Estoy tratando de pensar todo esto con mi amigo Ernesto García López y pronto podrán leerlo en CTXT.
¿Y quién canaliza el malestar que produce el mundo ME+TEC? Cada vez más, la extrema derecha. Con su tono agresivo, su señalamiento de chivos expiatorios, su interpelación a la experiencia cotidiana de la humillación, su promesa de revancha y venganza, la extrema derecha interpreta y sintoniza con el malestar social. La gente de izquierda se lo regala en bandeja al pensar que “no hay que debilitar a los gobiernos progresistas”.
Esta es la trampa en la que estamos: el mercado manda, la izquierda apenas contiene y el enfado se derechiza porque la izquierda no sabe qué hacer con él. “No hay que darle razones a la derecha”.
Pero la moderación convence hoy en día cada vez menos y nuestros progresistas se pueden llevar muchas sorpresas. Porque el malestar existe. Existe la pobreza, existe la desigualdad, existe la exclusión, existe la precariedad, existe la explotación, existe el agobio de vivir, el cansancio, la depresión. La izquierda no mira de frente esa desafección, esa desesperación, ese cabreo. Para ello tendría que hacer mucha autocrítica y asumir que su contención no contiene, pero las culturas políticas actuales están sin excepción abonadas a la propaganda.
Este es el nudo que les planteo: el mercado hace y deshace el mundo, la izquierda se limita a contener y no lo consigue, el malestar social se politiza por la derecha. Votemos mañana a quien haya que votar, pero no dejemos de pensar este nudo. O terminará por estrangularnos.
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Fotografía: CTXT