Por: Gilberto Dorantes Álvarez. 02/10/2016
México, país multicultural con enorme diversidad de ideologías, familias multimillonarias y un pueblo sumido en la miseria, producto de ambiciones desmedidas, es todo un panorama desolador para quienes tenemos que vivir y trabajar aquí. Pensar en un cambio radical, es sólo un sueño, porque al estudiar su historia nos damos cuenta que la idiosincrasia de nuestro pueblo la han ido forjando no el pueblo mismo, sino sus dirigentes con mentes perversas, ávidas de poder económico y político que para conseguir sus propósitos se han valido de todo sin importarles las formas y ellos son quienes marcan las directrices que el pueblo debe seguir.
Hace no mucho tiempo, la Secretaría de Salud envió señales de alerta en lo referente a las posibles enfermedades ocasionadas en los infantes por el excesivo consumo de alimentos chatarras. La Secretaría de Educación conminó a todos los actores bajo su tutela para combatir la obesidad y el sobrepeso en los alumnos, instruyendo a todo el personal para abatir el consumo de chatarra y en las cooperativas escolares se prohibió la venta de productos causantes de obesidad, la cual puede ser una enfermedad detonante de otras enfermedades como la presión arterial (hipertensión), aumento de colesterol, triglicéridos, aumento de glucosa en la sangre (Diabetes), problemas respiratorios, hormonales, problemas ortopédicos, entre otras.
En su momento las autoridades educativas iniciaron la ofensiva en contra de la obesidad infantil, se impartieron pláticas a padres de familia aconsejándoles los hábitos del buen comer, se les dio a conocer la importancia de la ingesta diaria de agua natural y sus beneficios, así como también el daño que origina el excesivo consumo de bebidas azucaradas, principal factor al que se le atribuyen un sinfín de problemas de salud y las funestas consecuencias que conlleva el mal hábito alimenticio. En la actualidad se le da seguimiento al programa, a los niños se les da a conocer el plato del buen comer, pero la realidad dista mucho entre la teoría y la práctica, pues el sedentarismo del niño mexicano va en aumento, el mal usos de las nuevas tecnologías los hace cautivos y en lugar de hacer ejercicios físicos sus juegos son a través de un ordenador portátil, el cual pueden obtener con las facilidades que dan las tiendas departamentales.
Todo apunta a que este programa sea un completo fracaso, pues mientras en la escuela se continúa reforzando los conocimientos fundamentales sobre los problemas de obesidad, al llegar a su hogar los estudiantes tiran la mochila con los útiles escolares y dentro de ésta las recomendaciones dadas por el mentor, pues por lo regular llegan a consumir alimentos ricos en grasas acompañándolas con el refresco embotellado de su preferencia.
A diario vemos como salen los camiones repartidores de gaseosas repletos de su mortal carga, sin que exista una verdadera y apropiada regulación para la venta de estos productos. Mientras en las escuelas se prohibió la venta de golosinas y bebidas azucaradas, en la tiendita de la esquina se pueden conseguir todos los productos nocivos para la salud, y están al alcance de todos nuestros niños, mientras en la televisión siguen enviando mensajes subliminales para continuar consumiendo alimentos chatarra.
Aquí es donde existe una gran incongruencia por parte del gobierno, porque si de verdad quiere un pueblo con menos niños obesos y problemas de sobrepeso, no debería sólo darle información al pueblo, sino prohibir la venta de los productos nocivos para la salud, así como lo hace con todas aquellas substancias tóxicas que crean adicción en nuestra población. ¡Claro! la prohibición de la comercialización de alimentos chatarra nunca la va a realizar, porque los dueños de estas empresas, son quienes en su momento apuntalan las campañas de los candidatos a gobernantes en diferentes niveles. La corrupción es demasiado grande y el pueblo tendrá que seguir una lucha en la cual será derrotado, pues luchar en contra de la publicidad que se le hacen a todos esos productos, será una pérdida de tiempo. Las ganancias económicas son enormes y sólo eso interesa al gobierno. Y la salud de los niños sólo será un tema para las campañas publicitarias de los políticos porque la obesidad llego para quedarse. Reflexionemos mientras llega el próximo café.
Fotografía: regeneración