Por: Júlia Martí. Viento Sur. 14/07/2019
América Latina se encuentra ante un nuevo escenario, caracterizado por el auge de las nuevas derechas en varios países y el retorno del neoliberalismo más salvaje en un contexto de fuerte crisis económica y social. Los años de bonanza económica, marcados por los altos precios de las materias primas y la llegada de gobiernos progresistas en la gran mayoría de países de la región, parece que han quedado atrás. Y, hoy en día, el escenario es mucho más incierto y varía de país a país. La situación internacional tampoco es la misma de hace quince o veinte años: una crisis financiera global que no se ha llegado a superar, la aparición de nuevos competidores internacionales como China y un sistema capitalista que choca, cada vez con más fuerza, contra los límites del planeta dibujan un nuevo contexto internacional en el que todas las economías luchan por remontar.
En el continente latinoamericano, la vuelta de las derechas en varios países y especialmente la victoria de Bolsonaro en Brasil hacen pensar en el fin del ciclo progresista; a ello se suma la situación de Venezuela, donde se explicita con fuerza la crisis de la apuesta bolivariana, sumada al recrudecimiento del imperialismo. Aunque, como afirmaba Claudio Katz en viento sur, “mientras estos gobiernos estén [Venezuela, Bolivia, Cuba], la base del ciclo progresista permanece”. Además, otros acontecimientos electorales, como la victoria de López Obrador en México, después de décadas de gobiernos priistas, o la posibilidad de que Cristina Fernández de Kirchner vuelva al gobierno de Argentina en octubre, plantean la posibilidad de frenar –aunque sea solo en lo electoral– la oleada de derechas que amenaza el continente.
Sin embargo, para comprender el escenario latinoamericano en toda su profundidad, no podemos mirar solo el plano electoral; tenemos que poner el foco, también, en el resurgimiento de las resistencias populares, con grandes movilizaciones que definirán el futuro de este momento convulso. Se hace necesario, por tanto, hacer balance y extraer aprendizajes de la evolución de los gobiernos progresistas pero, sobre todo, rescatar las contratendencias y analizar estos movimientos de fondo, que hablan de una ola feminista que recorre el continente y de grandes movilizaciones en las calles dispuestas a frenar el proceso de involución. A pesar del viento en contra, una diversidad de pueblos, comunidades y movimientos sociales sigue empeñada en la construcción de poder popular para frenar al neoliberalismo y la derecha conservadora. Se trata de movimientos antiguos y nuevos que plantean nuevas lógicas y buscan la forma de reactivar las luchas populares en un contexto muy diferente al de los años 90 del pasado siglo.
Con este objetivo, en este Plural publicamos, en primer lugar, un análisis geopolítico en el que Decio Machado hace un balance político económico del ciclo progresista en América Latina y analiza la disputa actual. Para ello pone el foco en el proceso de reprimarización de las economías latinoamericanas impulsado por el boom de las commodities, así como en los límites del proceso de transformación económica empezado. En cuanto a la disputa geopolítica, remarca el papel crucial que juega el desembarco de capitales chinos en el continente, así como las nuevas estrategias imperialistas marcadas por Trump y el papel que juega Rusia en la contienda venezolana.
En segundo lugar, Raúl Zibechi describe el panorama actual de los movimientos sociales latinoamericanos. Reconociendo, en primer lugar, sus límites, marcados por la cooptación y la fragmentación, que los alejan de la potencia destituyente de los movimientos populares de los años 90. Así, plantea que se ha producido una institucionalización de los movimientos por la estrecha relación con los gobiernos progresistas, aunque esto no signifique un descenso de la conflictividad social, por la profundización de la desigualdad, la violencia y la militarización. En este contexto destaca la fuerte reacción popular que ha vivido Brasil contra Bolsonaro, así como las luchas indígenas, afro y campesinas en Colombia contra el gobierno de Duque. Por último, pone encima de la mesa el debate estratégico en el campo anticapitalista latinoamericano reconociendo que el contexto actual es mucho más complejo ya que, más allá de las apuestas por seguir peleando en la cancha grande y las propuestas estrictamente autonomistas, hay un movimiento popular de base que busca tejer y fortalecer resistencias arraigadas en los territorios y construir otras formas de relacionarse con la institución desde la autonomía.
En tercer lugar, Alba Carosio analiza la irrupción del movimiento feminista latinoamericano-caribeño, caracterizada tanto por su masividad y diversidad como por la capacidad de impugnación del sistema. Una de sus potencialidades sería, por tanto, su diversidad, tanto de agendas como de agentes. Se trata de un movimiento que engloba desde organizaciones populares hasta las ONG y sectores institucionales, además de ser un movimiento en el que las reivindicaciones identitarias toman protagonismo, tanto desde mujeres afro e indígenas como desde las disidencias sexuales.
Hoy en día conviven, por tanto, los feminismos decolonial, afro, indígena, popular, comunitario, autónomo…, pero más allá de las diferentes miradas, una característica común es su fuerte radicalidad, definida por su carácter antipatriarcal, anticapitalista, anticolonial y antirracista. Por otra parte, lo que diferenciaría la nueva ola feminista respecto a movimientos anteriores sería su capacidad movilizadora, que dista de un feminismo más institucionalizado de décadas pasadas. Una masividad que tomó fuerza, en un primer lugar, como respuesta a la violencia y los asesinatos machistas. Y que se posiciona, hoy en día, como una fuerza imprescindible para hacer frente a los intentos de restauración fundamentalista.
Por último, Patricia Ardón, Carme Clavel y Marusia López reflexionan sobre el papel de las mujeres defensoras de derechos humanos en Mesoamérica y las estrategias de visibilización y protección en un contexto muy hostil. Ponen encima de la mesa una realidad que se expande por todo el continente, que es la de la violencia y la criminalización que sufren las personas que se oponen al extractivismo y a los megaproyectos. Además, la mirada feminista a esta realidad permite visibilizar y reconocer el protagonismo de las mujeres en la defensa del territorio, así como analizar de qué forma intersectan la violencia corporativa y la violencia machista en las vidas de las mujeres. A partir de este análisis, plantean la necesidad de procesos de protección colectiva que tengan en cuenta los saberes y experiencias de las mujeres.
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Fotografía: Viento Sur