Por: Marta Luengo. Rebelión. 02/07/2019
Facebook presentó este martes su ambicioso proyecto para una nueva moneda global: la Libra. Mientras los estadounidenses dormían, saltaba una de las noticias más esperadas del año. La nueva criptomoneda, cuya salida está prevista para 2020, no está dirigida principalmente a la población del país sede del gigante tecnológico, como puede verse su vídeo de presentación, donde aparecen Manila y Ciudad de México.
La empresa de Palo Alto ya había mostrado interés en convertirse en un actor financiero y, en este último intento, no estará sola. Ha formado una asociación sin ánimo de lucro (Asociación Libra) con otras 27 compañías, entre las que destacan Uber, Spotify, Visa, Vodafone, Mastercard y PayPal, entre otras empresas de pagos, tecnología, capital riesgo y blockchain.
Si uno se atiene a lo expresado en el Libro blanco de presentación de Libra, solo puede sacar una conclusión: Facebook y compañía no hacen esto por negocio, su único objetivo es la inclusión financiera de las personas sin acceso a la banca tradicional. Se trata de un documento Orwelliano en el que se afirman y niegan a la vez varias ideas en un intento de bosquejar un futuro tecnológico ideal con un nuevo elemento “el Internet del dinero”.
MÁS ALLÁ DEL BITCOIN
Como el bitcoin, Libra está diseñada con tecnología blockchain, pero buscará superar todas las limitaciones de la famosa criptomoneda y convertirse en una divisa “segura, escalable y confiable”. Uno de los principales escollos para el uso cotidiano de las criptomonedas ha sido la volatilidad de su precio, no se sabía cuánto valdría un bitcoin o un ethereum al día siguiente y mucho menos en el futuro. Para protegerla de toda clase de fluctuaciones, Libra estará respaldada por una reserva de activos que le asegurará cierto valor intrínseco. Estos activos consistirán en depósitos bancarios y títulos gubernamentales en monedas de bancos centrales estables y de buena reputación.
También los robos y hackeos han sido un dolor de cabeza para los usuarios de criptomonedas. La blockchain de Libra, diseñada desde cero, será de alta seguridad para garantizar la protección de los fondos y datos financieros. La potencia de actores de la unión empresarial convierte en plausible la promesa de un sistema más seguro que pueda extenderse a millones de personas si sortea otros problemas técnicos importantes como el alto gasto energético y la escalabilidad.
La primera debe ser una cuestión menor para los impulsores de Libra porque no se pronuncian al respecto, a pesar del conocido problema medioambiental que suponen las criptomonedas. Es previsible que el gasto no sea en principio tan masivo, puesto que la emisión de libra no consistirá en el habitual minado, pero en ningún caso será despreciable.
MÁS ACÁ DEL BLOCKCHAIN
En cuanto a la escala, las criptomonedas no pueden aumentar de forma sencilla el volumen de almacenamiento ni de procesamiento de las transacciones, lo que implica una alta latencia (tiempo entre la petición de transacción y la respuesta efectiva) y eventuales colapsos del sistema. Para evitarlo, la versión blockchain de Libra no será la más pura o de registro distribuido sin permisos, sino que contará con una red de nodos de validación de las transacciones, lo que en la práctica desvirtúa completamente el espíritu descentralizador de las criptomonedas.
Se trata en definitiva de un nuevo sistema de pagos virtuales privado con una red de validadores de las transacciones, no muy alejado de modelos ya existentes como Visa o PayPal. Esos validadores serán los mismos miembros de la Asociación Libra, quienes conformarán así su “entidad de gobernanza” que también administrará las reservas e incluso podrá asignar fondos a causas con impacto social.
NO LO LLAMES BANCO CENTRAL, LLÁMALO TECNOCRACIA
La descentralización es, pues, otra de las ideas que se afirman y niegan al tiempo en la presentación de Libra. Recogen, por un lado, la desconfianza por los bancos centrales con la que surgieron las criptomonedas, que establecían que “las personas confiarán cada vez más en las formas de gobernanza descentralizadas”, mientras por otro, la Asociación Libra se convierte en “la única parte habilitada para crear y destruir moneda”. Es decir, en una nueva versión de banca central.
La asociación será, además, independiente y sin ánimo de lucro, prácticamente un oxímoron si se tienen en cuenta quiénes son los miembros de dicha asociación y que han depositado 10 millones de dólares para la compra inicial de la moneda.
La promesa de independencia y de gobierno técnico de algo tan político como el dinero es la máxima expresión de la tecnocracia y el tecnooptimismo propios de Silicon Valley. Esta promesa se refuerza aseverando que, a pesar de la gestión de las enormes reservas, del tipo de cambio con otras monedas y de las inversiones en proyectos de impacto social, “la asociación no definirá una política monetaria”, aseguran.
Sin embargo, cabe recordar que solo Facebook cuenta con 2.400 millones de usuarios, mucho más que cualquier país del mundo. Si la moneda llegara a extenderse, la menor decisión en su gestión tendría repercusiones mundiales convirtiéndose inevitablemente en política monetaria.
QUE NADIE TEMA POR SU PRIVACIDAD
La divisa podrá obtenerse mediante un monedero virtual, Calibra, desarrollado por Facebook y que se integrará en WhatsApp y Messenger o podrá emplearse como aplicación independiente. El uso de Calibra no estará exento de comisiones aunque se dice que serán bajas y transparentes. Además de plataforma de pagos, Calibra aspira a ofrecer otros servicios financieros como los contratos inteligentes y préstamos a bajo interés.
En cuanto a la privacidad, aseguran que no hay de qué preocuparse puesto que Calibra nace para “garantizar la separación entre los datos financieros y sociales” y los datos del monedero “no se utilizarán para mejorar la segmentación de anuncios de Facebook” que, como siempre, no compartirá datos con terceros “sin el consentimiento del cliente”.
La mala reputación de Facebook en temas de privacidad podría suponer un obstáculo para la necesaria confianza que toda moneda necesita. No obstante, el volumen potencial de usuarios y el poder de las compañías que de momento se han unido convierten el proyecto en algo excepcional, cuyo incierto impacto ya están analizando bancos centrales como la Reserva Federal o el Banco de Inglaterra.
Libra se presenta como una revolución para la mejora de las condiciones financieras de muchas personas excluidas del sistema financiero actual. Para ello y en un nuevo ejemplo de neolengua tecnocrática, Facebook juega con los significados de “descentralización”, “blockchain”, “independencia”, “ética” y “lucro”, mientras nos presenta un nuevo avance en la privatización del dinero y del sistema financiero. Aún así, esta vez puede salirle bien la jugada.
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Fotografía: Rebelión