Por: JOSÉ MARÍA ALFAYA. Mundo Obrero. 16/09/2018
MUNDO OBRERO: Presentación. Académico cubano. Doctor en Ciencias Históricas. Coautor del libro “De la confrontación a los intentos de normalización. La política de los Estados Unidos hacia Cuba”.
ELIER RAMÍREZ: Yo trabajo como analista en el Consejo de Estado… como investigador, historiador…
Tratamos de potenciar la historia de la Revolución Cubana, necesitamos que los jóvenes la conozcan al dedillo… Uno de los grandes desafíos que tenemos, sobre todo frente a las nuevas generaciones, es que conozcan en profundidad esa etapa que además es la que más se manipula, la que más se tergiversa, por razones lógicas… donde quiera que tú veas un espacio vacío, donde quiera que tú veas un nicho, es precisamente donde nuestros enemigos, nuestros adversarios más énfasis ponen para poder manipular y engañar.
M.O.: Estamos hablando de la importancia de la historia dentro de la batalla político ideológica…
E.R.: La Historia es clave. Ha sido uno de los baluartes fundamentales que caracteriza a la cultura de la resistencia cubana… que ha logrado que hayamos sobrevivido. La conciencia política acentuada en una fuerte conciencia histórica… que es imprescindible para poder comprometerse con un presente, para poder entender ese presente y para aprovechar el futuro y poner precisamente el énfasis en el campo de la guerra cultural. Hay una manipulación constante sobre temas que se remontan al siglo XIX.
M.O.: Ustedes tienen movilizadas a la Ciencia, la Cultura frente a esa batalla de las ideas…
E.R.: Nosotros, lo primero, somos revolucionarios y después somos intelectuales y no nos podemos desprender de nuestra militancia. Algunos tratan de repensar la Historia como apolítica y eso, realmente, es falso.
Uno toma partido aunque trate de presentarse de otra manera, uno toma partido ante determinadas circunstancias y, al mismo tiempo, ante el pasado, ante la propia recreación del pasado, la interpretación de esa historia. Y nosotros creemos que es importante expresar nuestros criterios sobre este pasado y tratar de enfrentar todo tipo de manipulaciones, tergiversaciones constantes que hay sobre temas de nuestra Historia… Y no estar sólo a la defensiva. Pensamos que todas estas lagunas, todos estos espacios, estos nichos que hay todavía vacíos tenemos que abordarlos en profundidad… no pueden existir anatemas. Y tenemos que abordar tanto las figuras más cumbres de nuestra Historia, con las que nos sentimos identificados, como las figuras más nefastas… Por ejemplo, nos hace falta una biografía de Fulgencio Batista… en profundidad. Es importante también abordar no sólo las corrientes políticas que más nos representan, con las que más nos sentimos identificados, como el independentismo. Hay que abordar también las otras para saber también qué papel jugaron en la Historia y para entender cómo forman parte de una tradición que llega hasta nuestros días.
M.O.: Ahora, todos esos conceptos los están ustedes analizando en relación con el llamado centrismo político…
E.R.: Es una construcción histórica de la Derecha que tiene unas raíces socialdemócratas… una especie de capitalismo suave como si pudiera caracterizarse el capitalismo entre un capitalismo suave o duro… es capitalismo, sencillamente.
En Cuba tratan de introducir este tipo de ideas ambiguas, con un discurso que uno puede interpretar sin entender lo que hay detrás. Lo que están buscando es simplemente la restauración del capitalismo… porque no se puede presentar una solución para Cuba desde el neoliberalismo. Es imposible.
M.O.: En este contexto de guerra ideológica, ¿cómo vivimos la fecha del 26 de julio? ¿Cómo la transmitimos a las nuevas generaciones?
E.R.: Cada vez que pienso en el 26 de julio, pienso en toda la parte de heroicidad y del antes y el después en la Historia de la Revolución Cubana, del papel de liderazgo de Fidel Castro y de una frase del Ché sobre el 26 de julio cuando dijo que fue una rebelión contra las oligarquías pero también contra los dogmas revolucionarios.
La Revolución tuvo que barrer con una serie de dogmas, de prejuicios, de determinadas teorías que planteaban que eso era imposible y yo creo que la mayor demostración del 26 de julio, fue que todo aquello que parecía imposible era posible. Fidel nos lo demostró una y otra vez en cada uno de los momentos y a lo largo de la historia de la Revolución.
Y pudiéramos mencionar ejemplos. Por eso escribimos incluso un artículo cuando el fallecimiento del Comandante en Jefe, la partida física de Fidel, que se llamaba “Las herejías de Fidel Castro y la Revolución Cubana”. Ese estar con los pies sembrados en la tierra pero también soñando y pensando en lo que parece imposible hoy, podemos lograr que se materialicen en la práctica rompiendo con todo tipo de teorías, de escepticismo.
También el Ché decía que no podíamos esperar la reproducción espontánea de las condiciones objetivas de la Revolución, que las condiciones subjetivas teníamos que crearlas nosotros mismos… y esa fue su vida. En la Revolución, el campo de lo subjetivo es imprescindible.
M.O.: Ustedes se están defendiendo muy bien frente a los ingentes recursos que emplea el imperialismo en la guerra cultural contra la Revolución Cubana.
E.R.: Efectivamente. Nosotros hemos defendido la idea de que el tema de la recuperación económica y de una estrategia económica eficiente es una cuestión de vida o muerte. Pero junto con eso tiene que haber un cambio cultural profundo que genere una cultura diferente y superior a la del capitalismo.
Porque podemos caer erróneamente o en el pragmatismo economicista o en el idealismo voluntarista y tenemos que llevar estas cosas en parejo porque todavía hay quienes consideran, en Cuba o fuera de Cuba, que simplemente los problemas de Cuba es que la gente gane más salarios o que tenga un mejor consumo, más elevado. Es cierto, tenemos que lograr eso pero si junto con eso no logramos generar un ser humano distinto, con una cultura distinta, también podemos ir fácilmente hacia el capitalismo, ese es uno de los grandes peligros que tenemos con el apremio y la necesidad lógica de lograr una economía más eficiente, más sustentable, con una estrategia incluso que ya está pensada hasta el 2030: que descuidemos lo que siempre ha sido una de las grandes fortalezas de la Revolución Cubana que explica su supervivencia… la acumulación cultural, las reservas morales que tenía el pueblo cubano fueron las que permitieron resistir esa situación tan difícil, tan drástica desde el punto de vista económico.
El propio Díaz-Canel decía que la mejor manera de enfrentar la subversión es hacer las cosas bien en todos los terrenos… Y por eso el papel que nos toca como intelectuales, como historiadores, como activistas: garantizar esta parte de la solidez ideológica, de la solidez cultural, histórica y ese es el trabajo que estamos haciendo apoyados en el talento formado por la Revolución, que es la mayor riqueza espiritual y moral que tiene Cuba.
Hemos ido avanzando poco a poco y se están viendo los resultados: en la televisión, que es clave… en la prensa, donde hemos avanzado. Y en el sector de la Cultura, en el sector de trabajo con la Historia: Cómo se educa en Historia y cómo se enseña la Historia, que son desafíos que tenemos y que no podemos decir que los tenemos totalmente resueltos. Pero sí hay un trabajo muy arduo y se están viendo ya los progresos. Muchos jóvenes cubanos están ya combatiendo intensamente en las redes sociales para hacer ese trabajo también imprescindible en el orden ideológico y cultural, en el trabajo con la conciencia histórica.
M.O.: ¿La apertura a nuevas formas económicas de producción, nuevos negocios cuentapropistas crea también nuevas subjetividades sociopolíticas?
E.R.: La Cuba de hoy es una Cuba tan heterogénea, tan diversa, tan multifacética… y al mismo tiempo la estratificación social se ha incrementado mucho más. Y todo esto entró en el mismo saco en el periodo Obama. Es un momento, yo diría, de un desafío grande. Esperanzador en cierta medida desde ciertos ángulos pero bien desafiantes desde otros, sobre todo en el terreno ideológico, cultural… Y ese fenómeno estaba presente, pero con los nuevos cambios ese desafío se incrementó porque se amplió todo el espacio para las relaciones monetarias mercantiles. Y tenemos claro que eso influye en la manera de pensar de las personas.
Y ha habido una apertura al sector privado, pero en función de que se esté dentro de la dinámica del socialismo. Y a través de mecanismos regulatorios, de mecanismos también impositivos de manera indirecta. Somos conscientes de que es un riesgo, un desafío.
Precisamente una de las aspiraciones del periodo Obama era generar una clase media en Cuba que fuera la que impulsara la transición hacia el capitalismo.
No se trata sólo de la distribución de la riqueza sino de generar una cultura diferente, crear un ser humano distinto. De lo contrario, lo que estás haciendo es crear nuevos consumidores.
Los procesos que estamos llevando adelante… no podemos dejar de ser audaces. Lo que no podemos es estar en el estancamiento. Tenemos que estar todo el tiempo en contaste cambio y transformación porque eso es el socialismo. Un constante cambio y transformación salvando las esencias.
M.O.: Una breve explicación sobre el proceso de relaciones entre Cuba y los EE.UU. Es un tema que habéis trabajado mucho.
E.R.: Este tema, en 2007, antes de Obama, ya lo estábamos trabajando. El conflicto Cuba-EE.UU., por razones lógicas, se había abordado desde la línea más visible de la política de EE.UU. hacia Cuba, la confrontación clásica: el sabotaje, la guerra económica, la radiológica, el plan de atentados, la invasión…etc. Pero hubo momentos de supuestos intentos de normalización de las relaciones entre ambos países: prácticamente era un terreno desierto cuando empezamos a hacer esa investigación. Y precisamente la hacíamos pensando que en el futuro se podía dar un escenario posible de negociación y que era imprescindible sacar las lecciones de estos procesos anteriores. Y en esa investigación descubrimos muchísimas cosas: logramos desmontar el mito de que Fidel Castro había sido el gran obstáculo para una normalización de las relaciones… Todos los documentos desclasificados en EE.UU. que hemos consultado y documentos cubanos que pudimos consultar demostraron que si había habido alguien dispuesto a establecer un diálogo entre ambos países había sido Fidel Castro.
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Fotografía: Mundo Obrero