Por: Revista crisis. 29/06/2023
La muerte cruzada impuesta por el banquero presidente el pasado 17 de mayo, ha vuelto a catapultar al Ecuador a un ciclo electoral adelantado, con tan solo tres meses de antelación. La burguesía enfila a los candidatos habituales: empresarios, abogados, “periodistas” y ex vicepresidentes entran en la carrera por la cereza del pastel de la democracia burguesa institucional: la presidencia de la república. Aunque el mandato constitucional concluirá en 2025, las votaciones del 20 de agosto servirán de pulso político para, entre otros, ensayar la real tendencia: el posicionamiento del modelo nefasto y la cortina de humo planteada por Nayib Bukele en El Salvador; un posible regreso del desgastado proyecto progresista, o un acercamiento al campo popular, con una posible candidatura de Leonidas Iza.
En general, la derecha rancia se encuentra desgastada, con cuadros que se ven inmiscuidos en casos de corrupción y malversación de fondos públicos, como Otto Sonnenholzner o el propio Jan Topic. En un segundo grupo se encuentran los personajes que son manejados por las agencias de inteligencia de EE.UU., como Yaku Pérez y Fernando Villavicencio, con su característica y siempre servil agenda proyanqui. Por su parte, las aspiraciones presidenciales del 5 veces candidato Álvaro Noboa, se encuentran representadas en su hijo Daniel Noboa. Aparte de los habituales círculos de poder que personifican estos personajes, la única característica que los une y que estos ofertan como novedosa es su búsqueda desesperada a parecerse al presidente salvadoreño.
A causa de la amplia aprobación de la que goza puertas adentro Bukele -86% de lxs salvadoreñxs aprueba su gestión- y puertas afuera, siendo una sensación en la región; tanto Topic, Villaviciencio, Sonnenholzner y el propio Noboa recurren a posicionarse mediáticamente como fieles discípulos del temido empresario salvadoreño y el modelo que representa: la militarización interna, la perpetuación del estado de excepción y la violación sistemática a los derechos humanos. Por detrás del telón político de Bukele, reina un pacto con la MS-13, prácticamente desde el inicio de su gobierno en 2019. La fascistización del discurso político en torno a imponer la guerra interna al crimen organizado -una problemática creada y sostenida por la clase burguesa-, corresponden a un pretexto para imponer una criminalización y persecución a la organización popular y la pobreza, en nombre del capital y sus ciclos de acumulación.
Estas elecciones servirán también para indagar la verdadera tendencia de conciencia política que el pueblo ha ido construyendo durante este proceso de transición política y exposición a la extrema violencia del narcoestado. Una medición de fuerzas está en movimiento. Aparentemente las elecciones seccionales confirmaron el despunte del progresismo, sin embargo la influencia de la ultra derecha regional y la permanente precarización de la vida, han generado gran cabida en la opinión pública acerca de la “necesidad” de un modelo autoritario al estilo Bukele. Por otro lado y en el fenómeno que se depositan las mejores oportunidades para los intereses de la clase trabajadora, son la atención y legitimación de Leonidas Iza y toda la CONAIE; que si bien no logra todavía la tan esperada unidad de la izquierda, si empieza a identificar los primeros acuerdos colectivos en pos de una futura y necesaria unidad programática.
Leonidas Iza, no solo es el dirigente más reconocido y respetado del Movimiento Indígena, sino de toda la clase trabajadora resueltamente clasista. En este sentido, su posible candidatura ha generado una expectativa positiva entre diversas organizaciones populares y militancias del país, muy al contrario de sus opositores políticos, quienes asumieron que una negativa estaba en orden. Si bien aún no se ha oficializado esta candidatura, Iza entraría a disputar los sentidos dentro de las lógicas de la democracia burguesa, convirtiéndose en el primer candidato a la presidencia verdaderamente marxista en la historia del Ecuador, así como el primer candidato en asumir la contienda electoral acompañado y respaldado de una organización popular en permanente rearticulación clasista y plurinacional.
En sus variantes burguesas, las candidaturas presidenciales generan uno de los elementos que puede caracterizar la orientación de sus propuestas de gobierno. Sin embargo, otro elemento ahora como nunca, será marcada por esa misma medición de fuerzas: ¿qué bancada hará mayoría en la Asamblea Nacional? Por un lado, del próximo legislativo dependerá la ratificación de varios decretos ley declarados por Lasso durante su periodo transitorio, y por otro lado, el o la asambleísta más votada muy posiblemente se convertirá en presidentx de la AN, y dependiendo de su gestión, bien podría perfilar una candidatura para las elecciones de 2025.
Así mismo, el Narcoestado genera condiciones específicas de gobernanza que implican lidiar necesariamente con la pérdida del monopolio del uso se la fuerza, del control territorial y del poder político, sean quien sea que gane las elecciones del próximo agosto. El crimen organizado institucionalizado en el país, forma condiciones en las cuales resulta extremadamente delicado: se viene un periodo de campaña impregnado de atentados y persecución contra líderes populares, como en otros narcoestados como Colombia y México. Definitivamente el ejercicio político, tanto institucional como popular, cambia de colores frente a la intervención del crimen organizado en alianza con la burguesía más perversa del país.
Resulta innegable que el banquero presidente inauguró una etapa de convulsión política y social que se profundizará en los siguientes años. La clase dominante intentará sostenerse en los próximos periodos y se concentrará en aplicar la doctrina del shock y su lógica de privatización con la mayor violencia posible. Ante una evidente pérdida de hegemonía por parte de la burguesía y su propia inutilidad de asegurar su dominación política en el escenario nacional, esta clase recurre al modelo autoritario, destinado a apaciguar la resistencia organizada contra el neoliberalismo. No cabe duda: la militarización se encuentra dirigida como amenaza explícita en contra de la organización popular. El Ecuador se podría convertir en el primer país de importación del modelo Bukele.
En contraste, la necesidad estratégica de la construcción del poder popular y un gran frente histórico de izquierda se vuelve más urgente que nunca.
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Fotografía: Revista crisis