Por: Antoni Infante. 15/06/2025
[Recogemos dos artículos sobre el proceso de movilizaciones que sigue protagonizando el pueblo valenciano. En el primero Antoni Infante subraya el poder de cambio que trae consigo la Huelga General vivida el 29 de mayo. En el segundo, Vicent Mauri, retoma de Gioconda Belli, la afirmación de que “La solidaridad es la ternura de los pueblos” y que “esta huelga marca un antes y un después. No solo en la respuesta a la gota fría, sino en la lucha social y sindical del País Valencià. Ambos artículos fueron publicados en catalá en www.diarilaveu.cat)]
La Huelga General del 29 de Mayo marca un antes y un después
Versión original en català aquí
De momento, este es el ciclo de movilizaciones populares más masivo y contundente que se puede recordar.
Cuando el noviembre pasado se estaba debatiendo, si era el momento oportuno de hacer la primera gran manifestación para exigir la dimisión y las responsabilidades penales por la negligencia criminal de Mazón, emergieron dos grandes bloques de opiniones que respondían, grosso modo, a la visión que cada una de las personas y entidades tenía del estado psicológico del pueblo valenciano. Una visión respondía a un tipo de foto fija donde, el pueblo, continuaba en el estado traumatizado que nos había dejado la transición transfranquista y la derrota en la batalla por los símbolos nacionales. Este trasfondo traumático había empezado a mejorar en los primeros años del primer gobierno del Botánico, pero había vuelto a rebrotar con el descafeinado del segundo Botánico y el consiguiente nuevo triunfo de las derechas españolistas y nos había vuelto a dejar en un estado político semicatatónico. Este trasfondo sumamente prudente, desconfiaba de la capacidad de reacción del pueblo a pesar del drama que habíamos sufrido.
Otra visión, compartida por aquellos/as que participábamos de un análisis más autocrítico en cuanto a la responsabilidad de las fuerzas democráticas, tanto en el resultado de la transición como en la carencia de una estrategia madura y coherente en la lucha nacional, como también por aquellos/se otras que no habían sido contagiadas por ambas derrotas, entendíamos que el estado anímico popular divisaba la posibilidad que las protestas fueran muy masivas. Este estado psicológico era ciertamente una respuesta a la tragedia, pero también a las condiciones materiales de vida en que nos ha condenado la suma de la versión española del neoliberalismo más salvaje y la expoliación colonial que sufrimos desde 1707.
No me desahogaré demasiado al describir el que de momento es el ciclo de movilizaciones populares más masivo y contundente que se puede recordar en el País Valencià. Ocho manifestaciones multitudinarias en el Cap i casal (València) y sus réplicas en el resto de pueblos y ciudades, abucheos constantes que han hecho que Mavox (Mazón+Vox) no pueda ir a ningún acto donde haya participación popular, y unas maniobras vergonzosas de los dos partidos del régimen del 78, que pasará a la historia de la ignominia política, para utilizar chapuceramente el sufrimiento del pueblo valenciano para sus batallas y miserias partidarias en el ámbito estatal.
Pero la respuesta popular, que nos llena de orgullo, ha sido acompañada de dos hechos que indican que la capacidad movilizadora del pueblo valenciano no es flor de un día. La primera, la victoria popular de las familias contra la consulta trampa sobre la lengua al sistema educativo, como miré de explicar en el artículo “La consulta sobre la lengua ha descubierto muchas vergüenzas”; la segunda, el gran éxito de la Huelga General realizada el 29 de mayo. Un salto cualitativo en la respuesta contra el gobierno de los negligentes criminales y contra el capital que se aprovecha de su debilidad para imponer todavía más sus políticas. Una Huelga General convocada por el sindicalismo combativo realmente existente (Intersindical Valenciana, CGT, CNT, COS) con el apoyo del tejido asociativo social, cultural y nacional cada vez más organizado, y también de importantes sectores de base del sindicalismo sistémico. La calificación global de los diferentes tipos de sindicalismo, no es una decisión arbitraria, antes al contrario, está basada en un recorrido histórico por su praxis desde la década de los años setenta del siglo pasado hasta nuestros días, tal como miré de explicar en el artículo “Vaga general para el 29 de mayo!”.
Quiero destacar tres elementos por los cuales podemos evaluar la Huelga General como un gran éxito: el primero y fundamental, por el hecho de convocarla. Porque una de las cuestiones más importantes de la Huelga General del 29M ha sido la decisión del sindicalismo combativo, de la clase trabajadora y del pueblo valenciano en general, de liberarse –confiamos que definitivamente- del “secuestro” que sufría desde hace demasiado tiempo, a manos del sindicalismo sistémico. Hay que tener presente de nuevo que cuando hablamos de sindicalismo combativo tenemos que ser conscientes que nadie lo tiene en exclusividad y permanentemente, que depende de la praxis.
Cuando nos referimos a la clase trabajadora, es evidente que no estamos pensando en la totalidad de los trabajadores y trabajadoras, muchos de los cuales han creído la cantilena neoliberal que son clase media, sino a aquellos/as que ya tienen conciencia de su situación real, con intereses radicalmente confrontados con el capital y las instituciones que lo defienden, empezando por el Estado metropolitano. Aun así, cuando hablamos del pueblo valenciano nos referimos sobre todo a aquellos sectores que de una manera u otra y con diferentes grado de conciencia nacional, mantienen una actitud consecuente con su verdadera situación de pueblo explotado socialmente, expoliado económicamente y dominado políticamente y culturalmente. Ya me disculparéis las autocitas, pero en este otro artículo “Si no somos una colonia ¿qué somos?” desarrollé una explicación más detallada.
El segundo elemento que quiero destacar del éxito de la Huelga General es que el sindicalismo combativo ha hecho aflorar una masa crítica que comparte sus objetivos. Y no es una cuestión menor, porque la masa crítica posibilita realizar acciones que van mucho más allá del puro simbolismo. Es decir, hay la fuerza necesaria para afectar directamente los intereses globales del capital y las decisiones de las instituciones. Y, ya sabemos que una masa crítica tiene un creciente poder de atracción.
El tercer elemento a tener en cuenta es que, colectivamente, hemos abierto una nueva etapa, o si preferís una ventana de oportunidad para el presente y futuro del País Valencià. Una oportunidad que descansa en las condiciones materiales de vida y en la conciencia de importantes sectores sociales, que es mucho más sólida que una simple alternativa electoral basada, sobre todo, en algún liderazgo mediático o en alguna marca electoral. Y esto tiene consecuencias concretas, porque los sectores populares conscientes de su realidad no pueden ganarse fácilmente para ninguna promesa electoral que no esté apoyada en una historia de coherencia y compromiso. Y creo que es útil recordar que la política no puede limitarse a una opción electoral concreta y menos aún si esta considera que esperando los errores y fechorías del contrario ya tiene bastante. De hecho, las transformaciones más importantes que se han dado en el transcurso del tiempo, no han sido fruto de la acción reglada de los partidos políticos dentro de la lógica de la democracia liberal, sino de la participación directa de las masas populares.
Pero la Huelga General también nos ha dejado deberes concretos. Unos y muy importantes, que tendrán que analizar los sindicatos convocantes, en cuanto a las asimetrías sectoriales y los ámbitos territoriales de intervención. También respecto a alimentar y mejorar un espacio sindical unitario que se ha mostrado globalmente muy positivo. Un espacio unitario que, al converger con el resto de sectores sociales implicados, ha podido sumar, al movimiento sindical más clásico, una buena parte de los nuevos sectores precarizados como resultado de las políticas neoliberales.
Y, por otro lado, tenemos que analizar conjuntamente como hacer frente de manera resuelta al marco jurídico que nos condiciona en al menos dos aspectos fundamentales: la ley mordaza y la práctica abusiva e ilegítima de los servicios mínimos impuestos. Dos temas que ponen en cuestión la existencia real del derecho de huelga. Si en la práctica nos niegan el derecho, están negando su propia fundamentación política. Si el pacto social establecido impide nuestra constitución como sujeto político habrá que incentivar la creatividad popular para superar los límites de la contestación.
03/06/2025
Antoni Infante
La solidaridad es la ternura de los pueblos
Versió original en català aquí
Esta huelga marca un antes y un después. No solo en la respuesta a la gota fría, sino en la lucha social y sindical del País Valencià.
Esta frase de la poeta nicaragüense Gioconda Belli resume con precisión el sentido profundo de la Huelga General del País Valencià del pasado 29 de mayo, convocada por Intersindical Valenciana, CGT, CNT y COS. Una huelga que nació de la voluntad de numerosas personas y colectivos afectados por la DANA, pero también de otros muchos sectores de la sociedad valenciana que reclamaban una respuesta colectiva ante la pasividad institucional del Consell de la Generalitat, el desmantelamiento de los servicios públicos, la precariedad laboral y unos presupuestos para el 2025 claramente antisociales.
Los sindicatos de clase, con el apoyo de Acuerdo Social Valenciano y de un amplio abanico de entidades sociales, dieron un paso valiendo y necesario: convocar la primera Huelga General de obediencia valenciana de nuestra historia reciente. No fue una decisión sencilla, pero sí imprescindible. Y ahora, con la perspectiva del tiempo, podemos afirmar que fue un acierto rotundo.
Es de justicia reconocer la determinación, el coraje y el enorme esfuerzo de las direcciones sindicales, de la militancia y de la afiliación de Intersindical Valenciana, la Confederación General del Trabajo, la Confederación Nacional del Trabajo y la Coordinadora Obrera Sindical. “Qué grandes son los sindicatos minoritarios!”, se ha escuchado por todas partes. Y es muy cierto. Han hecho aquello que otros, que se presentan como “agentes sociales”, no han querido o no han sabido hacer en más de cuarenta años de autogobierno.
Han roto el falso mito que no se puede convocar una huelga general sin el concurso de todos los sindicatos. El 29 de mayo no fue solo una huelga laboral: fue una huelga social y ciudadana, construida desde bajo, de forma participativa, asamblearia y autogestionada. Sin tutelas, con plena autonomía y al servicio del clamor popular.
Esta convocatoria ha tejido complicidades y fortalecido los lazos entre los colectivos más dinámicos, combativos y comprometidos de nuestro país. Ha demostrado que cuando la gente se organiza, es capaz de marcar rumbo y abrir camino.
Un camino que hace décadas que recorre nuestro pueblo y que tuvo un punto de inflexión con la DANA (depresión aislada en niveles altos) del 29 de octubre de 2024 y con la nefasta y negligente gestión del Consell. La ciudadanía se movilizó masivamente para socorrer las poblaciones afectadas, recibiendo también la solidaridad de pueblos de todo el Estado, de Europa y otros continentes. Una demostración inmensa de ternura y de indignación, como se evidenció en la gran manifestación del pasado 9 de noviembre.
Desde entonces, se ha producido un trabajo incansable en las zonas afectadas: movilizaciones, exigencia de reparación y justicia, constitución de un Acuerdo Social Valenciano y de los Comités Locales de Emergencia y Reconstrucción y un llamamiento persistente a la dimisión del máximo responsable político de la mala gestión: Carlos Mazón. No puede liderar la reconstrucción quien ha sido incapaz de cumplir con su deber.
La Huelga General se inscribe dentro de este proceso de movilización social y laboral. Una convocatoria necesaria y oportuna para reclamar inversiones reales para la reconstrucción poniendo las personas y los colectivos afectados en primera línea; para exigir medidas efectivas contra la pobreza y la precariedad; para defender los derechos laborales, sociales y económicos; para garantizar el acceso a los bienes comunes y a los servicios públicos; para rechazar la mercantilización de la sanidad, la educación y la protección social; para reclamar una ocupación y una vivienda dignas; y para mejorar la vida de las trabajadoras y trabajadores y del conjunto del pueblo valenciano. También para exigir, con toda la fuerza, la dimisión de Mazón y la asunción de responsabilidades.
La huelga ha sido un éxito en múltiples dimensiones: por la convocatoria y organización, por el arraigo territorial, por la participación —especialmente en las manifestaciones—, para poner a la agenda sus reivindicaciones, por su proyección mediática, por la repercusión estatal e internacional, y por haber avanzado en la construcción de un espacio de unidad sindical, social y popular con vocación de contrapoder. Un éxito, además, a pesar de los intentos de desmovilización y la represión injustificada sufrida durante la jornada de huelga.
La repercusión estatal ha sido notable, con concentraciones de apoyo en ciudades como Madrid, Valladolid, Mérida, Murcia, Lleida, Zaragoza o Barcelona. La convocatoria también ha contado con la adhesión y el apoyo explícito de la práctica totalidad del sindicalismo de clase alternativo del Estado español, así como de numerosos movimientos sociales y políticos comprometidos con la justicia social, la defensa de los servicios públicos y la solidaridad entre pueblos. Además, ha transcendido internacionalmente: se han recibido muestras de apoyo de sindicatos y organizaciones de la América Latina —como por ejemplo de Argentina, Brasil, Uruguay, México, Colombia, Ecuador, Panamá, Perú, Chile o Cuba— y también de Europa —Francia, Portugal, Italia, Suiza, Alemania…—, así como de redes, plataformas y federaciones sindicales internacionales. Solo los de siempre han preferido callar o, peor todavía, distorsionar la realidad e intentar boicotear el proceso de movilización.
Esta huelga marca un antes y uno después. No solo en la respuesta a la gota fría, sino en la lucha social y sindical del País Valenciano. Ahora se abre un tiempo de valoración y reflexión colectiva para continuar avanzando juntas. Un camino que nos lleva a una fecha clave: el primer cumpleaños de la DANA, el 29 de octubre de 2025. Una jornada que tiene que ser de memoria, de movilización y de lucha, para recordar las víctimas y las personas afectadas, pero también para hacer de la solidaridad un grito organizado. Porque, como nos enseñó Gioconda Belli, la solidaridad es, efectivamente, la ternura de los pueblos.
LEER EL ARTÍCULO ORIGINAL PULSANDO AQUÍ
Fotografía: Viento sur. Prats i Camps