Por: Wired. 17/09/2024
WIRED conversa con Ekaitz Cancela, autor de Utopías digitales: Imaginar el fin del capitalismo, un alegato en favor del entusiasmo racional. Sostiene, por ejemplo, que la Guerra Fría fue, ante todo, un largo hiato donde el capitalismo pareció imponerse como única alternativa en nuestra imaginación, pero que desde entonces han existido decenas, cientos, miles de experiencias históricas distintas en el Sur, desde América Latina o África, hasta India o Asia.
Ekaitz Cancela (País Vasco, 1993) lleva una década investigando críticamente la intersección entre capitalismo y tecnología. El resultado es Utopías digitales: Imaginar el fin del capitalismo, publicado con Verso Libros en España y América Latina, donde no solo analiza el estado actual de la economía digital sino las experiencias, imaginarios e infraestructuras alternativas al dominio de Silicon Valley desarrolladas en el Sur global durante el último medio siglo, así como algunas experiencias lejanas y recientes occidentales. Una arqueología con la que trata de despertar nuestra creatividad para pensar en alternativas al sistema.
La investigación y documentación se sostiene sobre la praxis: las bases de datos y tecnologías de investigación desarrolladas por The Syllabus, del Center for the Advancement of Infrastuctural Imagination, fundación de la que es editor y fundador junto al teórico tecnológico Evgeny Morozov. También está terminando un doctorado sobre la transformación del Estado en la era digital en el grupo Tecnopolítica, de la UOC. Sus anteriores libros son Despertar del sueño tecnológico (Akal, 2019) y El TTIP y sus efectos colaterales (Planeta, 2015).
Su libro es una serie de ensayos que ofrecen una visión detallada de los matices del sistema que domina cada aspecto de nuestra vida, al tiempo que explora las expectativas viables para superarlo. Los capítulos de este libro exploran diversas formas de reimaginar la tecnología y la economía desde una perspectiva crítica y revolucionaria. Comienza con un análisis de los cables oceánicos, proponiendo una descolonización de estas infraestructuras globales, y continúa con la necesidad de desfinanciarizar los centros de datos para romper con las estructuras de poder actuales. Se aborda la relación entre globalismo y tromboembolia, contrastando con la propuesta de una inteligencia artificial socialista. El texto luego confronta la ingeniería neoliberal con la idea de un crédito comunista, y sugiere desautomatizar el calentamiento global como un paso esencial para enfrentar la crisis climática. Además, se presentan escenarios alternativos para combatir el agotamiento sistémico, y se examinan las ciudades digitales como espacios de experimentación contrarios al mercado. Finalmente, se propone concebir los estados nación como software libre y se analiza cómo las periferias revolucionarias pueden cortocircuitar el dominio del Norte desde el Sur global.
Cancela sostiene que la Guerra Fría fue, sobre todo, un prolongado paréntesis en el que el capitalismo pareció consolidarse como la única opción en nuestro imaginario, pero que desde entonces han surgido decenas, cientos, miles de experiencias históricas diferentes en el Sur global, desde América Latina y África hasta India y Asia.
“La creatividad, el ingenio, el mero acto de emprender, es propio al ser humano, no propiedad exclusiva de los CEO que salen de un garaje en Palo Alto”.
Ekaitz Cancela, autor de Utopías digitales.
El autor también argumenta que nuestra práctica cotidiana está impregnada de la creatividad necesaria para encender los motores de la acción revolucionaria. “Podemos reprogramar la tecnología para que promueva la libertad y la autonomía humana, en lugar de perpetuar la expropiación, la vigilancia o la alienación capitalista”, sostiene.

WIRED: ¿Qué lo llevó a explorar el tema de las utopías digitales y a escribir este libro? ¿Cuál fue su principal motivación?
Ekaitz Cancela: Quería demostrar que existen proyectos tecnológicos alternativos a los de las Big Tech. Tantos como queramos imaginar de hecho. Que la creatividad, el ingenio, el mero acto de emprender, es propio al ser humano, no propiedad exclusiva de los CEO que salen de un garaje en Palo Alto. Quería trasladar la idea de que las tecnologías, pensadas colectiva y democráticamente, no jerárquica y centralizadamente, pueden convertirse en herramientas mucho más poderosas y mejor adaptadas a las necesidades de una sociedad en libertad.
“El capitalismo está inmerso en una grave crisis económica, civilizatoria y cultural. Eso nos provoca ansiedad, tristeza o depresión… Elimina los horizontes de futuro. Es como un suicidio colectivo”.
Ekaitz Cancela, autor de Utopías digitales.
WIRED: ¿Cómo conecta las ideas de utopía con las realidades tecnológicas y económicas actuales?
Ekaitz Cancela: Desde 1980, pero con más intensidad desde el crash de 2008, el capitalismo está inmerso en una grave crisis económica, civilizatoria y cultural. Eso nos provoca ansiedad, tristeza o depresión… Elimina los horizontes de futuro. Es como un suicidio colectivo. La mayoría de ficciones existentes, como las películas, las series y las novelas que trabajan los imaginarios de futuro deseables, no están siendo capaces de hacerse cargo de ofrecer salidas y realizaciones prácticas de estas.
WIRED: En su libro, menciona la relación entre la tecnología y la hegemonía capitalista. ¿Podría profundizar en cómo ve la intersección entre tecnología, capitalismo y poder?
Ekaitz Cancela: Estados Unidos es un imperio en declive, todavía no se ha recuperado de lo que le supuso la Guerra Fría y ahora China está poniendo en tela de juicio su posición central en el mundo. La globalización de los medios electrónicos ocurrida tras la caída del muro de Berlín ha servido para mantener a Silicon Valley en el centro de la vida contemporánea y amortiguar la caída. Estas empresas ejercen su poder político en los procesos electorales de muchos países, delimitan la cultura de manera algorítmica y las infraestructuras de la nube que despliegan son cruciales para que las empresas reduzcan costes y eleven los beneficios. También son centrales para las guerras contemporáneas. Sin ellas, Estados Unidos estaría perdido, pues nadie dependería de su poder, lo cual explica su agresiva política de sanciones tecnológicas.
“La tendencia actual tiende a convertir cada esfera de la vida en un servicio o experiencia individual, a mercantilizarla”
Ekaitz Cancela, autor de Utopías digitales.
WIRED: ¿Qué papel juegan las grandes corporaciones tecnológicas en la formación de lo que usted llama “utopías corporativas”? ¿Cómo se puede contrarrestar esta tendencia?
Ekaitz Cancela: La tendencia actual tiende a convertir cada esfera de la vida en un servicio o experiencia individual, a mercantilizarla. Para ello, crean discursos populistas y utópicos que sitúan las tecnologías privadas como las herramientas más avanzadas de la historia y sus soluciones, de pago, habitualmente son presentadas como las únicas posibles. Hemos de argumentar que en realidad están creando problemas estructurales mucho más profundos y graves para nuestra sociedad, como la destrucción de nuestros cerebros, los vínculos sociales, los procesos democráticos pero sobre todo el medio ambiente. Y desde ahí componer imágenes que proyecten mundos más sostenibles.
“El diseño de la tecnología no es asunto exclusivo de las startups con sede en Silicon Valley, sino que existen perspectivas situadas mucho más ricas en las organizaciones sociales y pueblos originarios”.
Ekaitz Cancela, autor de Utopías digitales.
WIRED: Usted menciona la necesidad de imaginar y crear infraestructuras tecnológicas alternativas. ¿Cuáles serían ejemplos concretos de estas infraestructuras en el contexto actual?
Ekaitz Cancela: Las infraestructuras tecnológicas son las distintas capas de la sociedad. Necesitamos cables submarinos que nos conecten de Sur a Sur, como los de India en los 90, para no tener que centralizar el tráfico en los servidores de Estados Unidos. Pero también centros de datos para almancenarlos e incluso distribuir software, fibra óptica gratuita, satélites… Esto es algo que Argentina comenzó a hacer en los 2000. Después deberemos pensar en cómo conseguir recursos naturales o en microelectrónica que no exploten a los países periféricos, una solución pendiente, como el pago de deuda climática y tecnológica. Por último, podremos pensar en plataformas, algoritmos, servicios o redes sociales que puedan ser de utilidad pública, como la salud, la educación, la comida o la vivienda, e incluso usarlas para organizar nuestras economías y culturas de manera popular y autogestionada. Chile con Salvador Allende hizo eso, también Paraguay tras la dictadura y en cierto modo Brasil o Ecuador con las tecnologáis financieras. Como digo, el Sur es rico en ejemplos.
WIRED: ¿Qué papel juegan las luchas sociales y los movimientos decoloniales en la construcción de estas utopías digitales?
Ekaitz Cancela: Estas últimas nos enseñan algo imprescible: el diseño de la tecnología no es asunto exclusivo de las startups con sede en Silicon Valley, sino que existen perspectivas situadas mucho más ricas en las organizaciones sociales y pueblos originarios. Ilustran que un mundo justo solo es posible si abolimos las jerarquías de raza, clase, género, etnia, o incluso climáticas, que se encuentran en la trama más profunda de la vida digital. Las organizaciones sociales de masas, a escala planetaria, son el único vehículo para conseguir esa transformación y coordinar el mundo que emergerá despues.
“El desafío es desalienarnos del invidualismo ácido y antinatural que nos corroe mientras establecemos mecanismos para garantizar la solidaridad”
Ekaitz Cancela, autor de Utopías digitales.
WIRED: ¿Cómo ve el futuro de la tecnología en un mundo que supere el capitalismo? ¿Qué desafíos cree que enfrenta la humanidad para lograrlo?
Ekaitz Cancela: Superar el capitalismo, y también algunas de las limitaciones de sus más firmes críticos, los marxistas, implica que las tecnologías de visualización y participación sirvan a la democratización del poder político, no solo a la distribución de los recursos económicos. El desafío es desalienarnos del invidualismo ácido y antinatural que nos corroe mientras establecemos mecanismos para garantizar la solidaridad. También es complicado promover un tipo de sujeto humano mucho más creativo, dinámico, interdisciplinar y ecologista que el obrero con uniforme que trabaja 8 horas delante de una oficina, con identidades más profundas, nuevos procesos de descubrimiento y reflexividad afectiva en relación a su entorno, etc. La nueva sociedad –y las personas que la habiten– todavía está por inventar.
“El propio término “inteligencia artificial” es una farsa. Nació porque el Departamento de Estado, la agencia de Inteligencia necesitaban una excusa para desplazar recursos públicos al complejo industrial militar que mantuviera engrasada su estructura de vigilancia global”
Ekaitz Cancela, autor de Utopías digitales.
WIRED: ¿Qué opina sobre el rol de la inteligencia artificial en la creación o destrucción de utopías?
Ekaitz Cancela: El propio término “inteligencia artificial” es una farsa. Nació porque el Departamento de Estado, la agencia de Inteligencia y los departamentos policiales necesitaban una excusa para desplazar recursos públicos al complejo industrial militar que mantuviera engrasada su estructura de vigilancia global, desplegada inicialmente en América Latina con la Operación Cóndor. Muchos de sus críticos entonces argumentaban que la aplicación bélica de la IA limita imaginar todo su potencial creativo. El desarrollo comercial de las redes neuronales contemporáneas es un buen ejemplo: no pueden crear nada nuevo, solo cruzar patrones aleatoriamente, y para ser entrenadas necesitan de la inteligencia humana (artistas, cineastas, periodistas, escritores..) o la naturaleza (agua, electricidad u otros recursos). Lo que quiero decir es que la fuente de la utopía es la cultura, no la técnica. Debemos pensar en cómo cultivarla, quizá usando los desarrollos en automatización para crear rentas universales que potencien las cualidades más artísticas y originales de las personas, no en encontrar utilidades educativas o laborales de sistemas creados para la guerra.
“El Sur podría ser una vanguardia inclusiva entre los distintos pueblos, incluso podría reducir la dependencia sobre los modelos de Estados Unidos y China”.
Ekaitz Cancela, autor de Utopías digitales.
WIRED: ¿Cómo pueden los países del Sur Global resistir y reimaginar el uso de la tecnología en un mundo dominado por el capitalismo digital?
Ekaitz Cancela: En realidad resisten y reimaginan permanente, pero porque no tienen los presupuestos de los países del Norte y deben buscar alternativas. Mismamente, algunas innovaciones universitarias de África se han realizado con Ubuntu por carecer de presupuesto para comprar las licencias de Microsoft. Se trataría de volver a algún espacio de foro global no alienado con la dirección de las grandes tecnológicas y establecer acuerdos para desarrollar conjuntamente y después compartir libremente mediante transferencias tecnológicas. Le llamo “internacionalismo digital” y se asienta sobre la concepción del software libre: repositorios comunes transparentes y seguros para los países, que puedan ser mejorados permanentemente y gestionados desde la sociedad civil. El Sur podría ser una vanguardia inclusiva entre los distintos pueblos, incluso podría reducir la dependencia sobre los modelos de Estados Unidos y China.
WIRED: ¿Ve alguna iniciativa actual que esté avanzando en esta dirección?
Ekaitz Cancela: Están pasando algunas cosas a nivel global, como el convenio entre Brasil y Chile para fomentar la investigación y formación de ambos países y fortalecer sus industrias de chips de semiconductores. Pero falta incorporar las iniciativas populares en los planes de desarrollo de infraestructuras públicas. Por ejemplo, la aproximación hacia la comunalidad y autoorganización digital desde la permacultura en el caso de Sursiendos. O la intervención tecnopolítica de los movimientos feministas en los museos para feminizarlos. Se pueden mencionar también las estrategias de literalización y educación mediática de AMLO. ¿Cómo institucionalizamos todas esas innovaciones pedagógicas y educativas actuales, clave para organizar nuestras economías, con la ayuda de las tecnologías digitales?
WIRED: ¿Qué tan factible cree que es la implementación de un “socialismo digital”? ¿Qué pasos prácticos se necesitan para acercarse a esa utopía?
WIRED: Ekaitz Cancela: Evgeny Morozov decía que “internet es socialismo privatizado”. Así que la pregunta es qué tan factible, y a qué coste, es que el capitalismo siga cercando nuestros bienes comunes y reprimiendo nuestros deseos más libres de compartirlos. Es por eso que debemos construir plataformas que permitan expandir al máximo la agencia humana, que es altruista y creativa, en lugar de mercantilizarla para vendernos cosas o simplemente expropiárnosla para entrenar modelos estúpidos. ¿Cómo usamos las herramientas libres, contenidas en repositorios como GitHub o GitLab, plataformas de coordinación y mensajería como Signal, redes sociales con grupos culturales temáticos al estilo Mastodon, tecnologías descentralizadas de participación como Decidim, apps de consumo y producción colectiva o cooperativa, véase CoopCycle u OpenFood Network, y cómo lo hacemos dentro de un proyecto más amplio para intentar crear un tipo de valor social distinto al de intercambio?
“Debemos construir plataformas que permitan expandir al máximo la agencia humana, que es altruista y creativa, en lugar de mercantilizarla para vendernos cosas o simplemente expropiárnosla para entrenar modelos estúpidos”.
Ekaitz Cancela, autor de Utopías digitales.
WIRED: Si pudiera imaginar una utopía digital que realmente funcione, ¿cómo sería?
Ekaitz Cancela: Posiblemente nos demos cuenta de que ya existe, aunque sea analógico: se llama Estado de bienestar o sistema público cultural. Tenemos que pensar más en cómo modernizar sus estructuras de manera estratética, y descolonizarlas en el camino, dotarlas de recursos en lugar de pensar en cómo aplicar en la administración modelos que indexan todo el contenido estúpido de la web. Hay que pensarlas de lujo y totalmente automatizas, pero también divertidas y lúdicas, completamente orientada hacia la creatividad y el cuidado, dos actividades humanas que nos satisfacen bastante, así como la sostenibilidad y su acceso universal. Sistemas de salud avanzado de predicción de enfermedades, infraestrucutas modernistas para las bibliotecas, plataformas para artistas emergentes, sistemas públicos de movilidad sostenible, así como multitud de espacios para el desarrollo de la vida en general. Sin alienación o tristeza, pensando en divertirnos creando mundos vibiles. Y que eso sea nuestro deseo, lo que nos llene, ir más allá de Netflix, Tinder e Instagram o TikTok.
WIRED: En su libro, habla sobre la “desautomatización del calentamiento global”. ¿Podría explicarnos este concepto y cómo se relaciona con la resistencia al capitalismo digital?
Ekaitz Cancela: Es una forma de intervenir sobre los debates en torno al decrecimiento desde una perspectiva doble. En primer lugar, para desmercantilizar internet, por ejemplo, eliminando la publicidad y las cookies asociadas, que tienen una enorme carga ambiental (las web de 1.200 empresas dejan más de 21 millones de cookies por visita, 197 billones por usuario, la huella de carbono de una ciudad de unos 30.000 habitantes). En segundo lugar, para bloquear los centros de datos en propiedad de tres empresas y establecer servidores autónomos y eficientes para el procesamiento de servicios básicos, sin que tengan que ir y volver del Atlántico. Trata de tener más en cuenta la eficiencia de los recursos digitales. Entre 5 y 50 consultas a Chat GPT equivalen a medio litro de agua. El capitalismo es irracional, se basa en el beneficio. Hay que gestionar la desautomatización para pensar fuera de ese paradigma.
WIRED: ¿Qué papel pueden jugar las tecnologías emergentes en la mitigación del calentamiento global, y cómo evitar que se conviertan en herramientas que perpetúen el agotamiento de recursos?
Ekaitz Cancela: Ninguna tecnología puede solucionar el problema del calentamiento global porque no es un problema técnico, es decir, no es resultado de aplicar la ciencia aplicada. La tecnología no es una fuerza de producción que explota los recursos y mitiga su impacto. Pensar que solo puede ser un medio lleva a los discursos favorables a la geoingeniería, la ciencia cuántica, la energía nuclear e incluso a la manipulación genética.
“Más que transformar la naturaleza, la tecnología debería ser una institución social casi existencial, de la vida cotidiana, que crea interrelaciones permanentes con nuestro entorno sensorial y natural para conseguir cierto nivel de homeostasis”
Ekaitz Cancela, autor de Utopías digitales.
WIRED: En el capítulo sobre “Escenarios contra el agotamiento”, menciona la necesidad de repensar nuestras infraestructuras tecnológicas. ¿Cuáles serían los primeros pasos hacia la creación de sistemas tecnológicos que no contribuyan al agotamiento de los recursos naturales?
Ekaitz Cancela: Más que transformar la naturaleza, la tecnología debería ser una institución social casi existencial, de la vida cotidiana, que crea interrelaciones permanentes con nuestro entorno sensorial y natural para conseguir cierto nivel de homeostasis, es decir, el estado de equilibrio óptimo para funcionar, sobrevivir y reproducirse. De eso iba la cibernética en sus inicios, no de automatizar las cadenas de producción global y digitalizar la guerra. Hay que volver a poner en el centro las agencias de predicción ambiental, como la brasileña, de las más avanzadas del Sur, o la argentina. Los centros de datos públicos, como el de Córdoba, al servicio de una investigación académica centrada en abordar las soluciones a la desigualdad y calentamiento global. Y convertir esos vectores en los motores del desarrollo.
WIRED: ¿Cómo pueden las sociedades equilibrar la necesidad de desarrollo tecnológico con la urgencia de preservar el medio ambiente?
Ekaitz Cancela: Todos esos espacios de creación social, que también deberían estar sostenidos sobre experimentos ciudadanos con acceso a software avanzado, deben tener un uso autoorganizado y sostenible, no individualista e intensivo. Decidir democráticamente qué infraestructuras y servicios queremos desplegar, utilizar mapas mentales para entender el problema y pensar la escalabilidad de las iniciativas populares, buscar una coordinación planetaria de estas… Necesita una visión postsocialista que sea extremadamente modernista en lo tecnológico pero contraria al mercado y la industria fósil. De esta forma, se reequilibrá nuestra relación con el mundo que habitamos y podremos frenar el colapso climático.
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Fotografía: Wired